18 de marzo de 2015

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Raja Yoga


Raja Yoha-L

La práctica o ejercicio llamado de la purificación de los nervios está repudiada por algunos tratadistas que no la consideran propia de la Yoga Raja; pero una tan prestigiosa autoridad como Sankara la admite y aconseja en sus comentarios al upanishad Svetasvatara, en los siguientes términos:
"Cuando Prânâyâma elimina toda escoria de la mente, se fija en Brahman.
Primero se han de purificar los nervios y después se puede practicar la prânâyâma.
Al efecto, se tapa la ventanilla derecha de la nariz con el pulgar y se inspira el aire por la ventanilla izquierda, y sin interrupción se tapa con el pulgar la ventanilla izquierda para espirar el aire por la derecha. Luego se tapa la ventanilla derecha para inspirar por la izquierda y espirar por la derecha tapando la izquierda.
"Se repite alternativamente este ejercicio unas cinco veces en las siguientes horas del día: antes del alba, al mediodía, al ponerse el sol, y a medianoche.
"Al cabo de un mes de continuada práctica respiratoria están purificados los nervios y puede procederse al ejercicio del pranayama.
" La práctica es absolutamente necesaria. Por mucho que se oiga o se lea acerca de la Yoga Raja, no se adelantará un paso sin la práctica.  Nunca se aprende bien una cosa hasta que personalmente se experimenta, y las teorías por sí solas más bien entorpecen que estimulan la práctica.
La primera dificultad con que tropieza la práctica de la Yoga Raja es un cuerpo enfermizo, pues sin cabal salud será en vano intentar la práctica; y así conviene tener mucho cuidado con el régimen alimenticio y cumplir rigurosamente las leyes de la higiene física y mental, sin olvidar que la salud es uno de los medios de llegar al fin.
Si la salud fuese el fin retrocederíamos al reino animal, etapa en que la mente es embrionaria e instintiva. La segunda dificultad es la duda.
Siempre dudamos de lo que no vemos. El hombre no puede confiar en meras palabras por mucho que se esfuerce; y así, quien por vez primera oye hablar de la práctica de la Yoga Raja, duda de la verdad de lo que se le dice; pero si emprende los ejercicios no tardará en recibir un vislumbre de la verdad que le aliente y estimule a proseguirlos con esperanza de venturoso éxito.
Dice un comentador de la filosofía yoguista: "Cuando el ejercitante obtenga una prueba por débil' que sea, despertará su fe en las enseñanzas de la Yoga." Después de algunos meses de perseverante práctica, notará el ejercitante que puede leer el pensamiento ajeno en forma de imágenes mentales; y acaso oiga algo de lo que otros hablen en diferentes lugares, si concentra la mente con deseo de oír.
Percibirá el ejercitante todos estos vislumbres poco a poco y en corta medida al principio, aunque lo bastante para infundirle fe, fortaleza y esperanza. 
Si concentra el ejercitante la mente en la punta de la nariz, al cabo de algunos días de perseverar en este ejercicio, percibirá fragantes olores en prueba de que es posible recibir sensaciones sin mediación de los órganos físicos.
Sin embargo, se ha de tener en cuenta que todas estas cosas, al parecer sobrenaturales y maravillosas, no son en modo alguno la finalidad sino los medios de la Yoga Raja, pues la finalidad es la liberación del alma de la rueda de muertes y nacimientos, con el absoluto dominio de la materia.
Hemos de ser dueños y no esclavos de la naturaleza material. Ni el cuerpo ni la mente han de dominarnos, pues el cuerpo es nuestro y no somos del cuerpo. Refiere la leyenda que una vez acudieron un deva y un demonio a un sabio para que les enseñara cuál era la naturaleza del Ser.
Ambos estudiaron largo tiempo con el sabio, quien al fin les dijo: -Vosotros mismos sois el Ser que andáis buscando.  El deva y el demonio creyeron que sus cuerpos eran el verdadero Ser a que el sabio se refería, y ambos se restituyeron a sus respectivas esferas, muy satisfechos, y dijeron a sus compañeros:
- Hemos aprendido todo cuanto había que aprender. Comamos, bebamos y holguémonos. Somos el Ser y nada hay más allá de nosotros mismos.
El demonio era por naturaleza ignorante, de mente oscura, y sin ulterior investigación permaneció satisfecho con la idea de que el cuerpo era su verdadero ser.
Pero la naturaleza del deva era pura, y aunque al principio cometió el error de  identificarse con su cuerpo y entregarse a todo linaje de goces, no tardó en conjeturar que no se había referido su sabio instructor al cuerpo, al decirles que ellos mismos eran el Ser que andaban buscando, sino que debía de ser algo superior.
En consecuencia, recurrió de nuevo al sabio y le dijo: 
- Señor; me enseñaste que este mi cuerpo era el verdadero Ser; pero yo veo que todos los cuerpos mueren, y el Ser no puede morir.
El sabio le respondió:
- Conócete a ti mismo. Tú eres Aquello.
El deva regresó a su esfera creído de que la mente era el Ser; pero no tardó en observar que los pensamientos eran variables, unas veces buenos, otras malos, y que la mente era  demasiado voluble e inconstante para que fuera el Ser.
El deva recurrió de nuevo al sabio y le dijo:  
- Señor; no creo que la mente sea el Ser. Me dijiste que lo es.
El sabio repuso:
- No te dije tal. Conócete a ti mismo. Tú eres Aquello.
El deva regresó a su esfera y al fin reconoció que era el Ser más allá del cuerpo y de la mente.
Así supo el deva que el espíritu, el verdadero Ser es eterno, sin nacimiento ni muerte, que ni espada le hiere ni agua le moja ni fuego le abrasa ni aire le orea; que es infinito, omnisciente, intangible, omnipotente y trasciende al cuerpo ya la mente,
De esta suerte quedó satisfecho, mientras que el pobre demonio no llegó a conocer la  verdad por su ciega afición al cuerpo.
En este mundo hay muchos cuya naturaleza es semejante a la del demonio de la  leyenda, pero también hay algunos de la naturaleza del deva.
Si alguien enseña el modo de acrecentar la posibilidad de goces corporales, acudirán muchísimos a escucharle, pero si se propone mostrar la senda que conduce a la meta  suprema, tendrá escasos oyentes.
Pocos son los capaces de comprender las cosas espirituales y menos todavía los que  tienen paciencia para alcanzarlas; pero hay algunos que saben que aun si el cuerpo viviese mil años el resultado final sería el mismo.
El cuerpo físico cambia lenta e incesantemente y nadie es capaz de impedir ni por un momento esta alteración de su cuerpo, que sin remedio ha de desintegrarse cuando  cesen las fuerzas que lo mantienen.
Dice el texto: "Como sin cesar se mudan las aguas de un río, así se muda el cuerpo".
Sin embargo, se ha de conservar sano y robusto el cuerpo, porque es el mejor  instrumento de que disponemos.
El ser humano supera a todos los de la creación, y aun los devas han de pasar por el  reino humano para alcanzar la liberación, pues no la pueden alcanzar como devas.
Dicen los judíos y los mahometanos que el hombre fue la corona de la creación, pues lo  creó Dios después de haber creado a los ángeles y a los animales, y después de crearlo,  les mandó a los ángeles que lo saludaran, y todos obedecieron menos Iblis, a quien Dios  maldijo y se trocó en Satanás.
Esta alegoría encubre la verdad de que no cabe mayor nacimiento que el en cuerpo humano. En la materia constitutiva del cuerpo de los animales predomina la de índole tamásica, y así es que no pueden tener nobles pensamientos. En la materia constitutiva del cuerpo de los devas predomina la de índole sátvica, por lo que no pueden tener malos pensamientos. Pero como la liberación es el fruto de la victoria de la naturaleza superior sobre la inferior, y en los animales predomina la inferior y en los devas la superior, necesario es que animales y devas pasen por el reino humano en el que se entabla con fuerzas relativamente iguales la lucha entre la naturaleza superior y la inferior, cuyo final resultado ha de ser la liberación. En la sociedad humana vemos también que la opulencia por un extremo y la indigencia por otro son impedimentos en el sendero de perfección. El término medio es siempre el mejor.
El ejercicio llamado pranayama tiene por objeto la regulación y dominio del aliento respiratorio.
El aliento es como el volante de la máquina corporal. En las máquinas de vapor, el volante almacena y regula la energía mecánica y fuerza motora en que se transmutó la calorífica empleada en la producción del vapor de agua que mueve el émbolo que a su vez hace girar el volante, cuyo movimiento se transmite uniformemente a todas las máquinas herramientas.
De la propia suerte, el aliento es en el mecanismo humano el volante que proporciona la fuerza motora a todos los órganos del cuerpo. En tiempos antiguos cayó en desgracia el favorito de un poderoso monarca, quien lo condenó a prisión perpetua en lo alto de una torre. Pero la fiel esposa del ministro caído se dió traza para ponerse de noche al habla con su marido y preguntarle qué podría hacer para salvarle. El preso le respondió que a la noche siguiente volviera al pie de la torre con una larga cuerda, un trozo de hilo de empalomar, otro de bramante, un hilo muy largo de seda, un escarabajo y un poco de miel. Aunque muy extrañada de semejante encargo, la fiel esposa compareció a la noche siguiente al pie de la torre, provista de todo cuanto le había pedido su cónyuge, quien le dijo que atara firmemente el hilo de seda al escarabajo cuyas antenas había de untar con miel, y que lo colocara sobre la pared de la torre en dirección hacia arriba.
El escarabajo, querencioso de la miel anduvo lentamente por la pared de la torre hasta lo alto, en donde el preso se apoderó del hilo de seda, y le dijo a su mujer que lo atara por el otro extremo al hilo de empalomar del que también se apoderó, repitiendo sucesivamente el procedimiento con el bramante y por último con la cuerda, que le sirvió para descolgarse de la torre y escapar . Así puede compararse en nuestro cuerpo el aliento al hilo de seda que facilita la función de los nervios, después la de la mente y, por último, la de prana, cuyo dominio nos confiere la liberación. No conocemos ni podemos conocer gran cosa acerca de nuestro cuerpo, a pesar de las autopsias y las vivisecciones, porque nuestra atención no acierta a discernir los delicados movimientos que se operan en nuestro organismo corporal. Sólo seremos capaces de observar estos movimientos cuando la mente se sutilice lo bastante para penetrar en las profundidades de la vida orgánica. Para percibir lo sutil hemos de empezar por percibir lo denso y dominar la prana o fuerza motora del organismo, y la más notoria manifestación de esta fuerza es el aliento respiratorio. Así, junto con el aliento podremos entrar en el cuerpo y observar las corrientes nerviosas que circulan por todo el organismo.
Estas corrientes nerviosas mueven la mente; y por lo tanto, dominando la prana o energía vital, seremos capaces de dominar cuerpo y mente. El dominio de la prana se logra por medio del pranayama, cuyo ejercicio requiere varias lecciones prácticas, porque el razonamiento no nos dará la prueba que hemos de experimentar personalmente. Tan pronto como el ejercitante note la actuación de las corrientes nerviosas, se le desvanecerá toda duda y proseguirá el ejercicio completamente seguro de su éxito final. Se ha de practicar el ejercicio por lo menos dos veces al día, una por la mañana al levantarse y otra por la noche antes de acostarse, o mejor en los crepúsculos matutino y vespertino, que son las horas de mayor tranquilidad y calma. Se han de practicar los ejercicios antes de almorzar y de cenar, cuando el estómago esté libre y se note apetito. Quienes se hallen en favorables condiciones para el caso, harán bien en destinar un aposento especial para la práctica de la Yoga Raja, el que no ha de servir de dormitorio, sino respetarlo como lugar sagrado, embellecido con flores, y no entrar allí sin estar del todo limpios de cuerpo y mente. También se puede adornar este aposento con hermosos cuadros de asunto enaltecedor y quemar incienso antes del ejercicio. Sólo se ha de permitir la entrada a quienes estén mentalmente armonizados con el ejercitante. De esta suerte se irá formando en el aposento una atmósfera de santidad que calmará las agitaciones siniestras del ánimo. Tal fue el origen de los templos, iglesias, mezquitas, pagodas, sinagogas y demás lugares de oración, cuyas paredes están impregnadas de los devotos efluvios de los fieles, aunque hoy día está profanada la santidad de estos lugares. Quienes no dispongan de un aposento a propósito en su casa, practicarán el ejercicio en un paraje incontaminado, lejos del bullicio de las gentes, donde no haya animales salvajes ni nada que amenace perturbar al ejercitante. Sentado en cómoda postura, con el pecho, cuello y cabeza erguidos, se empezará el ejercicio con un saludo de paz y amor enviado en corriente mental a todos los seres de la creación, diciendo para sí : “Felicidad deseo a todos los seres.
Paz a todos los seres. Bienaventuranza a todos los seres”. Se ha de dirigir sucesivamente el pensamiento a los cuatro puntos cardinales, y con cuanta mayor unción se envíen estos armónicos pensamientos en mejor actitud se colocará el ejercitante, y advertirá que el más expedito modo de lograr la salud y la dicha es el de procurárselas a los demás porque todos los seres del universo constituyen una sola unidad. Quienes crean en Dios deben después de levantar su corazón a Él, pero no para pedirle riqueza ni salud ni la gloria eterna, sino tan sólo conocimiento e iluminación, pues todas las demás peticiones son egoístas. Enseguida ha de convertir el ejercitante la mente hacia su cuerpo, considerándolo sano y robusto, y que es el mejor instrumento de que dispone para cruzar el mar de la vida.
Los débiles no alcanzan la liberación. Así es necesario desechar todo pensamiento de flaqueza, y tener confianza propia, con la absoluta seguridad del feliz resultado del ejercicio.

Fuentes Yoga, Lo ideal para una mejor vida

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Castañuela (Bunium incrassatum) – Plantas Medicinales


Castañuela (Bunium incrassatum)-L

La castañuela es una planta vivaz que aprovecha a guardar sus reservas en una raíz tuberificada, redondeada, de color negro en sus partes externas y blanca por el interior.

Los tallos y las hojas poseen un fino vello que no oculta su espléndido verdor.

El tallo es rollizo y las hojas son estrechas y largamente lanceoladas.

Las flores se recogen en unos largos racimos, cada uno con su cabillo propio y cada ramillete contiene dos o tres hojas en la base.

Los frutos son alargados y se comprimen lateralmente.

Se cría entre las mieses, en los barbechos y lugares incultos del sur de España, principalmente por toda Andalucía.

La hierba florece de mayo en adelante, madurando los frutos a partir del mes de julio.

Con fines medicinales interesan los tubérculos y la raíz, aunque de toda la planta se puede
sacar provecho, ya que en cualquiera de sus partes podemos encontrar gran cantidad de
fécula, siendo este componente su principal virtud.

Las partes herbáceas de la castañuela contienen alrededor de un 6% de materias tánicas,
que en la raíz se elevan a más del 10%.

Encontramos también una esencia con un olor parecido al que despide la manzanilla.

La raíz contiene, además de fécula, resinas, gomas, materias grasas y -según algunos
autores- existe una sustancia hemolítica que posiblemente sea de naturaleza saponínica.

Pero de todos estos componentes el que realmente interesa es la fécula, que se encuentra
repartida principalmente en la raíz tuberificada que posee.

La principal virtud de esta hierba es la de ser astringente.

Asimismo se le ha querido atribuir una acción paralizante sobre los nervios motores, semejante a la acción del curare, pero esto aún está un poco en entredicho y más bien parece atribuíble a alguna vieja leyenda.

En algunos países las hojas gozan de cierta popularidad contra las inflamaciones de las
vías respiratorias y digestivas, empleándose para combatir catarros bronquiales, calmar la tos, rebajar la inflamación de hemorroides, etc.

Las propiedades astringentes de la hierba permiten emplearla eficazmente contra la diarrea.

En cualquier caso, debe usarse con prudencia a causa de los efectos indeseables que pueden producirse en dosis elevadas.
En medicina homeopática está indicada en algunas alteraciones de tipo dietético, aunque
no se suele emplear demasiado.

Los tubérculos de esta planta se suelen consumir como si de cualquier otro tubérculo se
tratara, siendo bastante nutritivos.

Existen algunas preparaciones en el caso de que se quiera usar como astringente o por sus
virtudes antidiarreicas, pero casi siempre se prefiere consumirlo directamente sobra decir
que debidamente lavado y despojado de las partes no comestibles.

Astringente. Antidiarreico. Nutritivo

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