Cuando uno llega a ganar sabiduría se da cuenta que las mas grandes verdades son las mas simples. La profundidad descansa en el núcleo de las ideas y la energía. Esto se demuestra en el concepto y el conocimiento de la naturaleza por los Yorubas y las bases de la Religión Yoruba.
Cada aspecto de la Naturaleza exhibe un movimiento constante y dinámico diseñado para alcanzar y mantener el balance. Una tormenta disipa el exceso de calor, los terremotos eliminan la excesiva presión tectónica, las horas del día y la noche señalan el despertar o el descanso de árboles, plantas y animales en un ambiente habitable.
Los Yorubas observaron, sintieron y comprendieron el poder y la necesidad de este balance. Cuando por cortos períodos, la naturaleza estaba fuera de control, ya sea debido a sequías, incendios forestales, inundaciones, o calor excesivo, los habitantes de esa área sufrían las consecuencias. Era solo cuando la naturaleza de forma dinámica corregía este desbalance de corta duración que la seguridad y la salud eran restauradas. Ellos también observaron otra verdad crítica. Todos los seres humanos de este planeta llegan a su balance propio como resultado del balance de la naturaleza.
A un nivel básico esto se entiende claramente. Si las cosechas son destruidas por las sequías, los hogares barridos por inundaciones o nuestros hijos impactados por descargas eléctricas, sufrimos un gran desbalance en nuestras vidas. Cuando la naturaleza restablece el balance, solo entonces estamos en capacidad de restablecer el nuestro. Pero a otro nivel crítico, también se dieron cuenta que así como la energía de una tormenta podía corregir el desbalance provocado por la sequía, o el incendio de un bosque limpiar el lugar de árboles muertos para que nueva vida tomara su lugar, eso en la relación simbiótica de todos los seres vivos de este planeta, las disímiles energías de la naturaleza podían mantener o restaurar nuestro propio balance personal también.
Ellos identificaron y nombraron a muchas de esas energías. Las llamaron Irunmole u Orisas. Se convirtieron entonces en especialistas de sus muchos aspectos. Se conectaron íntimamente con aspectos específicos de la naturaleza y trabajaron para efectivamente acceder y usar esa energía para restaurar o mantener el balance en otros humanos. Ese balance permitió nuestra propia conexión natural simbiótica y relación con el mundo en que vivimos. No obstante, nunca olvidaron que en el proceso de restaurar o mantener nuestro propio balance personal era solo un puente que nos permitía conectarnos y llegar a un balance natural con el universo como un todo, del cual somos una parte literal.
Cada aspecto de la Naturaleza exhibe un movimiento constante y dinámico diseñado para alcanzar y mantener el balance. Una tormenta disipa el exceso de calor, los terremotos eliminan la excesiva presión tectónica, las horas del día y la noche señalan el despertar o el descanso de árboles, plantas y animales en un ambiente habitable.
Los Yorubas observaron, sintieron y comprendieron el poder y la necesidad de este balance. Cuando por cortos períodos, la naturaleza estaba fuera de control, ya sea debido a sequías, incendios forestales, inundaciones, o calor excesivo, los habitantes de esa área sufrían las consecuencias. Era solo cuando la naturaleza de forma dinámica corregía este desbalance de corta duración que la seguridad y la salud eran restauradas. Ellos también observaron otra verdad crítica. Todos los seres humanos de este planeta llegan a su balance propio como resultado del balance de la naturaleza.
A un nivel básico esto se entiende claramente. Si las cosechas son destruidas por las sequías, los hogares barridos por inundaciones o nuestros hijos impactados por descargas eléctricas, sufrimos un gran desbalance en nuestras vidas. Cuando la naturaleza restablece el balance, solo entonces estamos en capacidad de restablecer el nuestro. Pero a otro nivel crítico, también se dieron cuenta que así como la energía de una tormenta podía corregir el desbalance provocado por la sequía, o el incendio de un bosque limpiar el lugar de árboles muertos para que nueva vida tomara su lugar, eso en la relación simbiótica de todos los seres vivos de este planeta, las disímiles energías de la naturaleza podían mantener o restaurar nuestro propio balance personal también.
Ellos identificaron y nombraron a muchas de esas energías. Las llamaron Irunmole u Orisas. Se convirtieron entonces en especialistas de sus muchos aspectos. Se conectaron íntimamente con aspectos específicos de la naturaleza y trabajaron para efectivamente acceder y usar esa energía para restaurar o mantener el balance en otros humanos. Ese balance permitió nuestra propia conexión natural simbiótica y relación con el mundo en que vivimos. No obstante, nunca olvidaron que en el proceso de restaurar o mantener nuestro propio balance personal era solo un puente que nos permitía conectarnos y llegar a un balance natural con el universo como un todo, del cual somos una parte literal.
Fuentes Consultadas
Cuba Yoruba
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