La virtud de poder traer hijos al mundo que tienen las mujeres, ese hecho casi mágico, maravilloso que las acerca a lo divino, es y fue también motivo de temor en muchos pueblos antiguos, algo que antaño era inexplicable, por lo cual las mujeres siempre fueron vistas como poseedoras de cierto poder especial.
Se habla de la famosa "intuición femenina", pero más que nada, en todas las culturas hay una tendencia a transformarla en "bruja", en el sentido de creer que tiene poderes innatos para comunicarse con fuerzas más allá del alcance del entendimiento del hombre.
El mito de la "bruja" que vuela en la escoba acompañada por pájaros macabros es casi mundial, con pequeñas diferencias según el lugar del mundo del cual hablemos.
También se relaciona la fecundidad con la misteriosa sangre menstrual, que es la marca que pauta la conversión de la niña en una mujer, de ahí en más será considerada también una "iyami", aquella que en cualquier momento dejará de tener la regla, hinchándosele el vientre, revelando que tenía en Mascara Gelede su interior la "calabaza de la existencia", el camino por el cual todos vienen desde Orun para Aiye.
Más para confirmar dicha transformación en "mujer", se llevan a cabo los "ritos de pasaje" en los que las niñas-mujeres estarán aisladas durante varios días, alimentadas y vestidas de un modo especial, donde conocerán todos los secretos relacionados con las mujeres, los que serán debidamente impartidos por las ancianas de su comunidad.
Los ritos asegurarán entre otras cosas que sea poseedora de una "calabaza" fértil y la alineación de su lado espiritual femenino con su cuerpo, convirtiéndola en una mujer en todo sentido.
Hay al final una presentación en público de las chicas que dejaron atrás la etapa de la niñez, para que los hombres les tengan en cuenta al momento de querer escoger una esposa.
La palabra Iyami por sí sola, en realidad no identifica a la mujer con el lado oscuro de su poder, muy por el contrario es un modo de exaltar y homenajear su capacidad de engendrar apelando a su lado protector maternal, pues significa: "Mi madre".
Esta forma de referirse a cualquier mujer expresa un sentido de reverencia a aquella que sirve de puente entre los antepasados y los vivos, así como también refleja su importante papel maternal.
De ese modo todas las divinidades femeninas son llamadas también Iyami, más no en el sentido de "brujas" sino por tratarse de un homenaje verbal a las grandes Madres Espirituales. Sociedad Gelede
En tanto la mujer sea fértil (al menos en teoría por tener la regla), no se le considera apta para encargarse de ciertos aspectos importantes dentro de las religiones africanistas, por muchos motivos, los principales no pueden revelarse aquí por tratarse de un conocimiento que sólo deben poseer sacerdotes que han adquirido cierto status en la comunidad.
Más algunas razones prácticas tienen que ver con la atención constante que requiere el culto y una mujer no puede dedicarse por entero al mismo en tanto siga teniendo la regla, pues debe abstenerse del contacto con las deidades durante ese período y en el caso que quedara embarazada, durante los últimos meses, el parto y la posterior cuarentena (sin contar que luego por varios meses toda su atención debe ser para el bebé).
Fuente: bàbá Osvaldo Omotobàtálá
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