11 de febrero de 2018

Las Claves Para Ser Fuerte a Nivel Emocional -



Resumen de la conferencia de Rafael Santandreu en Can Déu el 14/02/2011:

Las emociones negativas las tenemos si antes se produce un pensamiento irracional. A veces decimos frases como esta: “Es que tal persona me pone de los nervios”, esto no es así, esa persona hace algo, tú piensas que es terrible eso que ha hecho esa persona y debido a lo que piensas sobre lo que hecho esa persona, tú solo te generas una emoción negativa y “te pones de los nervios”.

Ya el filósofo Epicteto en el siglo I d. C. decía “no nos afecta lo que nos sucede sino lo que pensamos sobre lo que nos sucede”, a veces los mismos acontecimientos a las personas les afectan de manera distinta. Nosotros tenemos que conseguir tener un diálogo interno realista porque cuando somos vulnerables a nivel emocional todo lo vemos terrible, es la “terribilitis” y vemos como terribles cosas que no lo son. Cada vez que nosotros a nosotros mismos con nuestro diálogo interno, nos decimos que lo que nos está sucediendo es terrible, nos estamos provocando una emoción negativa.

En el diálogo interno está todo el juego de la fortaleza emocional. Esto no es pensamiento positivo, no es psicología de pensamiento positivo. La psicología de pensamiento positivo sería repetirnos a nosotros mismos que todo va bien. Éste no es un pensamiento realista porque no todo siempre va bien, igualmente no todo siempre es un desastre. No sirve de nada repetirnos como un loro que todo va bien, sino que lo que tenemos es que convencernos de que lo que nos sucede no es tan terrible. Tenemos que darnos argumentos a nosotros mismos para convencernos y creernos en lo profundo de nuestro corazón que no hay nada terrible y es entonces cuando las emociones negativas se van.

Tenemos muchos ejemplos de situaciones en las que con frecuencia terribilizamos:

“Como no tengo novio, mi vida es terrible, nadie me quiere, estoy sola”, con esta afirmación estamos exigiendo que para ser feliz necesitamos un novio y como nuestra exigencia no se cumple vemos la situación como terrible. Sin embargo esta exigencia si la convertimos en preferencia y nos la creemos “Me gustaría tener novio, no tener pareja es un poco malo pero sin pareja yo puedo hacer cosas valiosas en mi vida por mi y por los demás”, entonces las emociones nos van a acompañar.

Nosotros tenemos muchas exigencias sobre la realidad. Las exigencias las podemos clasificar en tres grupos:

– “Debo hacer las cosas bien o muy bien”, con esta exigencia nos podemos volver muy débiles a nivel emocional. Nos tenemos que decir “Me gustaría hacer las cosas bien o muy bien pero si no es así tampoco será el fin del mundo”.

– “La gente me debería tratar siempre bien”. Esto no va a pasar siempre y es que además no necesitamos que la gente nos trate bien para ser felices, esta exigencia tenemos que transformarla en preferencia “Me gustaría que la gente me tratara bien pero si no es así yo puedo ser igualmente feliz”.

– “La vida en general me tiene que ser favorable”, esta exigencia se tendría que transformar en preferencia “Me gustaría que la vida en general me fuera favorable, pero si no es así yo puedo hacer cosas valiosas por mi y por los demás”.

Una de las claves para tener fortaleza emocional es practicar “la renuncia”. Saber renunciar mentalmente a las cosas. Darnos cuenta que nada es necesario, sólo necesitamos el agua y la comida del día, de todo lo demás podemos renunciar y podemos practicar a renunciar mentalmente. La práctica de la renuncia mental está en todas las religiones, en todas las escuelas de filosofía y también en la psicología. Debemos ser capaces de renunciar si es que tenemos que hacerlo.

Los budistas nos hablan de la renuncia y del desapego, el desapego es fundamental para ser feliz. Hay una historia que cuenta lo siguiente:

“Un individuo está en su casa y de repente le pican a su puerta y le dicen, señor ha tenido la suerte de que en un sorteo le ha tocado el primer premio y por ello le entrego un millón de euros, un deportivo y una casa de veraneo. Al día siguiente le vuelven a picar a su puerta y le dicen que deben darle una mala noticia. Ayer se cometió una equivocación y todo lo que le dije que le había tocado, era un error, me lo tiene que devolver. El señor se quedó neutro y no le supuso ningún esfuerzo entregar todo el premio que supuestamente el día anterior había ganado”.

Esta es la actitud que tenemos que tener todos ante la vida. No apegarnos a las cosas buenas, porque hoy las tengo y mañana no. Ni un millón de euros, ni una casa, ni un Ferrari nos dan la felicidad. La felicidad hay que llevarla dentro, las cosas materiales no nos van a dar la felicidad, cuando nos demos cuenta de que podemos renunciar a todas estas cosas materiales habremos avanzado.

Pero la renuncia no sólo hay que trabajarla con lo material, también tenemos que trabajar la renuncia a nivel psicológico: Tenemos que ser capaces de renunciar a la pareja, renunciar a estar entretenidos, a quedarnos un fin de semana sin hacer nada. Si conseguimos no decirnos tonterías y tener un diálogo interno realista puede ser un fin de semana que puede estar muy bien. El aburrimiento nunca ha matado a nadie.

Si conseguimos calmarnos a partir de un diálogo interno realista y si conseguimos renunciar tanto a lo material como a lo psicológico, veremos que empezaremos a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, disfrutaremos sólo observando la noche, los colores, saboreando una comida…

Otro punto importante para dejar de ser vulnerables emocionalmente, es dejar de quejarnos. Si estamos preocupados lamentándonos perderemos la tranquilidad.

Podemos trabajar esto, preguntándonos periódicamente cosas como estas:

– ¿Sería capaz de vivir sin pareja para el resto de mi vida?. Sí, pues podría hacer cosas valiosas por mi y por los demás.

– ¿Podría vivir sin un estatus social, siendo estúpido y haciendo el ridículo?. Sí, porque así también podemos hacer cosas valiosas por mi y por los demás. La gente con síndrome de Down ofrece amor, no inteligencia pero sí amor. Ser tonto puede ser una cualidad que puede estar bien, no tiene por qué haber ningún problema.

– ¿Sería capaz de ser feliz sin entretenimiento?. Sí, un ejemplo es el budismo y el budismo zen. La meditación zen se parece a la psicología cognitiva. Estar sentados mirando una pared durante una hora cada día, fijándonos sólo en la respiración puede ser una actividad de gran disfrute. La gente que practica este tipo de meditación, mejora mucho a nivel emocional. Lo que nos enseña este tipo de meditación es que esta actividad de mirar la pared puede ser aburrida, pero no pasa nada y sin hacer mucho, nos podemos dar cuenta de que podemos estar muy bien. Descubrimos el confort de la existencia, sólo necesitamos estar vivos para estar bien, haciendo este tipo de reflexión los budistas dicen que calmamos “el mono loco” que hay en nuestra cabeza.

Cuando nos encontramos mal, nos solemos decir a nosotros mismos “estoy mal, debería hacer esto y aquello para no estar mal… ¿Qué podría hacer para estar mejor? y entonces es cuando la vamos liando nosotros solos. Un budista y un psicólogo cognitivo nos dirían: no tienes que hacer nada cuando te encuentras mal, la clave está sólo en calmarse. No necesitamos tantos placeres para estar bien, son placeres compulsivos que si que nos pueden llenar un poco pero ya está, lo ideal sería poder estar sereno sabiendo que sólo necesitamos estar vivos para estar bien.

– ¿Sería capaz de vivir sin tener habilidades?. Pues sí. Si alguien se valora a si mismo y a la gente en función de las habilidades que es capaz de hacer, es porque está un poco loco. No podemos ser hábiles en todo, con según que círculo de gente nos comparemos siempre nos sentiremos muy poco hábiles. Además en cualquier circunstancia siempre podremos hacer cosas valiosas por nosotros mismos y por los demás y hacer de nuestra vida algo vibrante. Podemos amar a los demás, cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente, hacer las cosas con cariño, no hay que correr, escoger bien lo que quiero o no quiero hacer.

Si cambiamos nuestra manera de pensar se nos abre un mundo de posibilidades, hay que hacer las cosas sin presión, si hago lo que me he propuesto bien y, si no lo hago no va a pasar nada porque ya haré otras cosas. Si nos quitamos presión a nosotros mismos y a los demás conseguiremos tener una vida vibrante siempre fijándonos en lo que tenemos y en lo que podemos hacer y no en lo que no tenemos y en lo que no podemos hacer. Entonces es cuando empezamos a disfrutar.

El budismo zen dice: “Cada cosa que hagas, préstale atención, haz que sea un tesoro”. Hay que intentar hacer las cosas con cariño. “Trata los alimentos como si fuesen tus ojos, como si fueses tú mismo porque como tratas a las cosas, es como te tratas a ti mismo”.

Cambiar el chip no es difícil, no hace falta irse a ningún monasterio a meditar. Lo único que necesitamos es perseverancia. Cada día hay que revisar lo que nos ha puesto triste, nerviosos, lo que nos ha enfadado… y hacernos las siguientes preguntas:

– ¿Qué acontecimiento ha sucedido para que me haya puesto así?

– ¿Por qué me he puesto así?, que es lo que me he dicho a mi mismo para ponerme así. En esta pregunta siempre surgen exigencias, estamos exigiendo una serie de cosas (que me traten bien, que las cosas de la vida me sean favorables, hacer las cosas bien…). Hay que transformar esas exigencias en preferencias: “Me gustaría que la lavadora no se hubiera estropeado, pero que se haya estropeado la lavadora no me va a impedir tener un día maravilloso”.

Por lo tanto la clave está en:

– Detectar que es lo que nos pone mal.

– ¿Por qué nos ponemos mal?. ¿Qué diálogo interno estamos teniendo?

– Hay que cambiar ese diálogo interno, transformar las exigencias en preferencias y hacer esto con mucha perseverancia.

El cambio lo podemos hacer solos, con los libros… pero si no somos capaces es bueno hacer terapia con un psicólogo cognitivo que nos guíe. En el fondo es todo un proceso de renuncia mental “si fuera necesario podría renunciar…”.

San Francisco de Asís decía: “Cada día necesito menos cosas y las pocas que necesito las necesito muy poco”

Fuentes :Escuela de la felicidad


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La Accion De Los Pensamientos Negativos


Menosprecio - Resentimiento

No siempre nos damos cuenta de la acción negativa de la crítica interna, apareciendo a veces dibujada bajo el sentimiento de depresión. 

No siempre somos objetivos y nos damos cuenta que cuando criticamos al mundo externo, estamos evitando el ataque de la crítica contra nosotros mismos, con su consecuente desvalorización. 

Cuanto más criticados hayamos sido durante nuestra infancia, más difícil es darnos cuenta que el problema no está tanto en el exterior como en el interior.


En general las personas que parecen muy seguras de sí mismas y que siempre están dispuestas a abrir juicio sobre los demás, suelen ser muy vulnerables en su interior y muy autocríticos. 

Un enjuiciador es la demostración clara de que bajo su superficie hay un crítico interno poderoso y con mucha frecuencia proyecta esta actitud en personas a las que acusan de juzgarlos. 

Suele ser el caso de personas cuyos padres eran muy críticos con ellos y viven toda la vida como niños rebeldes, proyectando sus críticos internos en las autoridades del mundo exterior que les recuerdan a sus progenitores.

Es importante darnos cuenta que los juicios son pensamientos que viven dentro de nuestra mente, son pensamientos negativos, poseen energía y sentimientos negativos: depresión, desvalorización, mortificación, inseguridad, amargura, miedo, etc. 
Estos sentimientos negativos tienen su correlato en acciones negativas que pueden llegar a la retracción, aislamiento y empobrecimiento humano y social de la persona que los padece.

La solución de este conflicto no pasa por someterse a la crítica de los pensamientos negativos, ni oponerse a ella a través de un acto de rebeldía, sino entender que esto es una dificultad que debe ser tratada como un desequilibrio energético emocional que compromete al ser humano en su totalidad.

No hay sustancias químicas que curen el menosprecio; las medicinas con las que se pueden revertir estos desequilibrios emocionales son la Medicina Homeopática y la Medicina Floral de Bach, que tienen remedios específicos para cada uno de los estados que producen los pensamientos negativos.

Fuente: Dra. Elba Garber

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Resiliencia - Significado -


A veces la vida nos pone a prueba, nos plantea situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad, una ruptura de pareja particularmente dolorosa, la muerte de un ser querido, el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas económicos… Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar adelante. En este punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos, apostar por la resiliencia.

Resiliencia: Definición y Significado

La resiliencia ,  según la definición de la Real Academia Española de la Lengua es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, pero en psicología añadimos algo más al concepto de resiliencia: no sólo gracias a ella somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas , sino que también podemos salir fortalecidos de ellas.

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.

Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.

La práctica de la resiliencia: ¿Cómo podemos ser más resilientes?

La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos  podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.

De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.

¿Qué Caracteriza a una Persona Resiliente?



Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
Afrontan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

En Proxina entrada Veremos



Fuentes: Rosario Linares



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Desarrollar Tu Resiliencia -



La vida diaria está salpicada de dificultades, obstáculos pequeños y grandes que aprender a sobrellevar o a superar, gracias a la resiliencia. Ninguno de nosotros llegamos a este mundo con un manual de la perfecta existencia, ese que nos da pautas para cada problema, para cada crisis y cada dificultad.

Llegamos a este mundo como caídos de una extraña chimenea llamada destino, suerte o providencia,  ahí donde se nos ofrece una familia más o menos buena, una sociedad más o menos democrática en la que crecer con unas determinadas normas y valores, y un círculo social que vamos creando nosotros mismos a medida que crecemos.

Tenemos voluntad de elegir y una aparente sensación de libertad. Sin embargo, no siempre logramos ser felices. No siempre logramos vencer esa adversidad cotidiana que nos trae la vida de vez en cuando.

Como personas en crecimiento que somos, siempre vale la pena aprender de todas aquellas tendencias que nos llegan, y que pueden ofrecernos mecanismos de mejora. Y la resiliencia es una de ellas, se trata ni más ni menos que de la capacidad para afrontar los problemas y adaptarnos lo mejor posible a esos baches, a esas curvas en forma de pérdidas, fracasos, desengaños, traumas e incluso situaciones de estrés.

Hemos de tenerlo claro, ser resiliente no significa en absoluto, no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las adversidades. La resiliencia es la  capacidad de asumir el dolor, aceptarlo y aprender de él, sabiendo gestionar tanto nuestras emociones como nuestras respuestas, para sobrellevarlo del mejor modo posible.

No es fácil, lo sabemos, aprender a ser resiliente es un largo proceso que requiere tiempo y mucho auto-conocimiento. Pero una vez dominado y comprendido, nos sentiremos más capaces y más protegidos. Veamos pues los puntos fuertes de la teoría de la resiliencia:

Capacidad de Introspección

Comprendernos a nosotros mismos, saber escucharnos, hablar con nuestra propia voz interior conectando con esa madeja nerviosa de sentimientos y emociones… es algo básico. Pero es obligatorio detenerte y, simplemente, atender a ese rumor interior que te perfila como persona vulnerable y también fuerte. Capaz.

Motivación Esencial

La adversidad te puede abrazar con su manto frío y terrible. Deseará quitarte el aire y sumirte en un rincón solitario. Pero no debes dejarte vencer. Existen muchas otras cosas más allá del dolor, la pérdida o la frustración.

Tu proyecto, tu necesidad por seguir adelante, por ilusionarte de nuevo por la vida y por los tuyos. Todos debemos tener un plan existencial, un objetivo en el horizonte por el cual seguir sonriendo cada mañana.

Autorregulación Emocional

Está bien que sientas la rabia, la pena, el desconsuelo, la tristeza… es esencial llorar y desahogarnos. Pero una vez hayamos pasado esta etapa, toca levantarnos y regular estas emociones, racionalizándolas primero hacia la aceptación y luego a la superación.

Sufrir es necesario, pero luego vendrá la aceptación y más tarde las estrategias para asumir un nuevo aprendizaje desplegando unos medios para saltar ese obstáculo.

No es fácil, lo sabemos, aprender a ser resiliente es un largo proceso que requiere tiempo y mucho auto-conocimiento. Pero una vez dominado y comprendido, nos sentiremos más capaces y más protegidos. 

Actitud Positiva y Auto-Confianza

No es solo una etiqueta. No es esa frase que tanto vende y que tantas veces te encuentras en los muros de tus redes sociales: Mantener una actitud positiva ante la vida, es una necesidad. Sabemos que en ocasiones no es fácil, que las tinieblas nos asolan sin que nadie lo espere, sin que nadie se haya preparado ante ello y que puede resultar imposible asomar una sonrisa en tales circunstancias.

Pero ten por seguro que no hay amanecer que no haya podido vencer al anochecer, y lo que hoy te parece tan negro, poco a poco irá perdiendo esa intensidad si te enfrentas a ello con fuerza y optimismo. Y sobre todo, con confianza en ti mismo.

Todos disponemos de recursos para poder afrontar la adversidad. Busca en ti, esfuérzate, quiérete y convéncete de que mereces ser feliz y de que vas a conseguirlo. En ello se esconde la clave de la resiliencia.

Fuentes:La Mente es maravillosa


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