23 de octubre de 2012

- Las Fases Lunares Para los Rituales -

El poder que ejerce la Luna en los rituales y conjuros celebrados con velas (y en todo tipo de ritos ancestrales) es muy importante. 
Por este motivo conviene destacar que cada una de las ceremonias mágicas debe realizarse en la fase lunar más conveniente.


Cuarto Creciente

Es el período en el cual la luna nueva aumenta paulatinamente de tamaño hasta llegar a la luna llena. 
Esta es la fase más indicada para realizar todo tipo de invocaciones positivas y todos aquellos conjuros relacionados con la buena suerte, el amor y el deseo sexual.


Luna Llena

En esta fase aumentan las posibilidades de percepción de las personas que tienen ciertos Poderes extrasensoriales y es también la más indicada para realizar las invocaciones relativas a la fertilidad y a las capacidades de adivinación.


Cuarto Menguante

Este es el período en el cual la luna llena va disminuyendo de tamaño hasta llegar a la luna nueva. 
Es la fase mas indicada para realizar todo tipo de invocaciones negativas y para contrarrestar los efectos que hayan causado o que estén en vías de causar los conjuros maléficos, los problemas de salud, las enfermedades y, en definitiva, todos aquellos aspectos indeseables tanto física como emocionalmente del propio ser o de la persona hacia la que se dirija la ceremonia ritual.


Luna Nueva

En esta fase lunar no es conveniente realizar ningún tipo de conjuro puesto que la Luna, al ser invisible para las personas, es como si no existiera. 
No puede ejercer ningún efecto beneficioso, aunque tampoco sea un obstáculo para la iniciación de rituales mágicos.



Fuentes
RV Ediciones
Siguiente

- Meditando Con el Arcano XX El Mundo -

Si El Loco representa el principio de la credulidad como síntesis de la ignorancia, la osadía como causa de error, la temeridad como elemento de peligro, la lámina El Mundo nos habla de la facultad por la que nos es posible gobernar y ser en los cuatro mundos que nos conforman, convirtiéndonos en toro, león, águila y hombre, sin enloquecer. 
Viene a continuación de El Juicio en algunos Tarots, pues solamente quien posee filosofía de la vida puede preparar los medios para llevar a este eterno danzarín (mente) al apogeo de su evolución. 
Meditemos en esta lámina para centramos en lo supraconsciente; es una de las láminas más antidepresivas; viene a sugerimos la idea de que sólo permitíéndonos ver en la separatividad seremos unidad. 
El dibujo nos muestra de nuevo al hermafrodita flotando en el Éter primordial, rodeado de una guirnalda de flores y hojas, la cual se solía poner en la cabeza de los vencedores y que también tiene que ver con el Huevo del Mundo o corona de los magos; es el indicio de la conquista sobre la muerte que sólo alcanzan los Iniciados del Secreto de la «quinta esencia alquímica»: es la Union de lo Divino con lo Humano, EL Androgino.

Como lo Aplicamos a la Meditacion

En el plano mental podemos usada cuando queramos concluir algo con éxito total, abrirnos a la plena realización personal y aumentar nuestro magnetismo personal; es muy útil que la utilicen aquellas personas que tienen que ver con las profesiones creativas y artísticas, por ejemplo, un decorador o un bailarín clásico. 
Deben meditar en ella quienes deseen cambiar su situación presente y, sobre todo, quienes carecen de amor propio. 
Usemos esta lámina para aumentar el caudal de luz atrayendo a las fuerzas positivas y trabajar por el bien común junto a ellas. 
En el plano físico debemos utilizar esta lámina siempre que queramos equilibrar nuestros chakras y protegemos de las influencias vampirizantes o telúricas, por ejemplo, sería aconsejable llevarla encima en caso de tener que acudir a algún lugar específicamente desagradable o con alguna persona que no sea de nuestro agrado o a la que tengamos temor. 
Es una lámina de protección total y la más indicada para meditar en ella en caso de tener molestias corporales o psíquicas sin saber qué es lo que nos ocurre realmente; usar esta lámina en caso detrastornos inflamatorios, conmociones o disgustos. 
La música deberá ser de cámara, del Barroco música tipo medieval o celta, y el color de la lámina cualquiera de los que componen el arco iris. 
Siempre tratamos de iniciar una busqueda interior , a menudo, se inicia a través de alguna conmoción, de algo traumático; el error que muchos cometemos es que comenzamos buscando fuera, como si una fuerza mayor que el propio discernimiento nos llevase por el Sendero más largo.

Fuentes
Manual del Tarot
Siguiente

- Sibila - Biografia -

La primera mujer que pronunció oráculos en Delfos se llamaba Sibila. 
Tuvo por padre a Júpiter, según refiere Pausanias, y por madre a Lamia, hija de Neptuno, y vivió mucho tiempo antes del sitio de Troya. 
Ése fue el origen de designar con el nombre de «sibilas» a todas las mujeres que, sin ser sacerdotisas y sin estar sujetas a un oráculo particular, predecían el porvenir y decían que eran inspiradas. 
Distintos países y diferentes siglos tuvieron sus sibilas y conservaron las predicciones que llevaban sus nombres, formando colecciones de ellas.

La mayor dificultad con que tropezaban los antiguos era la de explicar por qué dichoso privilegio las sibilas poseían el don de vaticinar el porvenir. 
Los platónicos encontraban el motivo de esto en la unión íntima que la criatura, llegando a cierto grado de perfección, podía tener con la Divinidad. 
Algunos autores atribuían la virtud de adivinar de las sibilas a los vapores y a las exhalaciones de las cavernas que habitaban, y otros atribuían el espíritu profético de las sibilas a su carácter sombrío y melancólico o a alguna enfermedad singular.

San Jerónimo sostiene que recibían ese don en recompensa de su castidad, y sin embargo existió una muy célebre que se jactaba de haber tenido muchos amantes sin ser casada. Hubiera sido más breve y más sensato para San Jerónimo y para otros Padres de la Iglesia negar el espíritu profético de las sibilas, y confesar que a fuerza de hacer predicciones a la ventura pudieron encontrar algunas veces, ayudadas por un comentario favorable, que se ajustaban sus palabras dichas por casualidad a los hechos que no podían haber previsto.

Lo singular en esta materia es que se recogieron sus predicciones después de los acontecimientos. 
La primera colección de versos sibilíticos, que compró Tarquino, constaba de tres libros; la segunda se compiló después del incendio del Capitolio, y no se sabe de cuántos libros constaba; y la tercera es la que conservamos dividida en ocho libros, y en la que no es dudoso que el autor insertara muchas predicciones de las sibilas. 
Esta colección fue el resultado del fraude devoto de algunos cristianos platónicos, más celosos que hábiles, que componiéndola creyeron dar armas a la religión cristiana, y poner a los que la defendían en estado de combatir al paganismo con la mayor ventaja.

Esta compilación informe de diferentes profecías se imprimió por primera vez en el año 1545, tomándola de manuscritos, y luego se publicó muchas veces con largos comentarios sobrecargados de erudición trivial y casi siempre extraña al texto, que rara vez ponen en claro dichos comentarios.

Las obras que se escribieron en pro y en contra de la autenticidad de los libros sibilíticos fueron muchas, y algunas muy notables; pero se encuentra en ellas tan poco orden y tan poca crítica, están tan desprovistas de filosofía, que es casi imposible leerlas sin que canse y fastidie su lectura.

La fecha de esta compilación está marcada en los libros V y VIII. En ella hacen decir a la sibila que el Imperio romano tendrá quince emperadores, y catorce de éstos los designa el valor numeral de la primera letra de su nombre en el alfabeto griego. 
Añade que el decimoquinto emperador será un hombre de cabeza blanca, que llevará el nombre de un mar inmediato a Roma; el decimoquinto emperador romano fue Adriano, y el golfo Adriático es el mar de donde tomó el nombre.

«De dicho príncipe —continúa diciendo la sibila— saldrán otros tres, que regirán el Imperio al mismo tiempo, pero al fin uno solo de ellos lo poseerá.» Estos tres vástagos son Antonino, Marco Aurelio y Lucio Vero. La sibila hace alusión a las adopciones y a las asociaciones que los unieron. Marco Aurelio se encontró dueño absoluto del Imperio cuando murió Lucio Vero, a principios del año 169, y los rigió él solo hasta el año 177, en que se asoció su hijo Cómodo. 
Como no se encuentra nada que haga referencia al nuevo colega de Marco Aurelio, es indudable que esa colección debe haberse escrito desde el año 169 hasta el 177 de la era vulgar.

El historiador Flavio Josefo cita una obra de la sibila, en la que habla de la torre de Babel y de la confusión de las lenguas poco más o menos como el Génesis (1), lo que prueba que los cristianos no fueron los primeros autores de la suposición de los libros sibilíticos. 
Josefo sólo nos refiere las mismas palabras de la sibila, y nosotros no podemos comprobar si lo que se dice de ese acontecimiento en nuestra colección está sacado de la obra que cita Josefo; pero es seguro que muchos de los versos atribuidos a las sibilas en la exhortación que se encuentra en las obras de San Justino, en la obra de Teófilo de Antioquía, en San Clemente de Alejandría y en algunos otros Padres, no están en nuestra colección, y como la mayoría de esos versos no tienen ninguno de los caracteres del cristianismo, pudieran muy bien ser obra de algún judío platónico.

En la época de Celso las sibilas gozaban ya algún crédito entre los cristianos, como así se da a entender en dos pasajes de la contestación de Orígenes; pero luego los versos sibilíticos parecieron favorables al cristianismo, y los emplearon comúnmente en las obras de controversia con tanta confianza como los paganos que reconocieron a las sibilas como mujeres inspiradas, y que hasta llegaron a decir que los cristianos habían falsificado sus escritos: cuestión de hecho que no puede decidirse mas que comparando los diferentes manuscritos, comparación que muy pocos escritores podrán hacer.

De un poema de la sibila de Cumas sacaron los principales dogmas del cristianismo. Constantino, en el hermoso discurso que pronunció ante la asamblea de los santos, demostró que la cuarta égloga de Virgilio es una descripción profética del Salvador, y que si éste no fuera el asunto inmediato del poeta, lo fue la sibila, de la que el poeta copió las ideas, y estando llena del espíritu de Dios, anunció el nacimiento del Redentor.

Creyeron comprender que se refería dicho poema al milagro del nacimiento de Jesús de una virgen, a la abolición del pecado por medio de la predicación del Evangelio y a la abolición de la pena por la gracia del Redentor. Creyeron encontrar también en dicho poema la antigua serpiente aterrada y enteramente amortiguado el veneno mortal con que emponzoñó la naturaleza humana; y además, que la gracia del Señor, a pesar de ser tan poderosa, dejó, sin embargo, subsistir desde allí en adelante en los fieles los restos y los vestigios del pecado; en una palabra, creyeron ver en el poema anunciado la venida de Jesucristo con el carácter de Hijo de Dios.

Hay en dicha égloga algunos otros rasgos que parecen copiados de los profetas judíos y que pueden aplicarse a Jesucristo; ésta es la opinión general de la Iglesia. San Agustín está convencido de esto como otros Padres, y sostiene que no se pueden aplicar mas que a Jesucristo les versos de Virgilio. 
Los escritores eclesiásticos modernos más hábiles sostienen la misma opinión.


Venus