Dormimos casi una tercera parte de nuestras vidas.
Esto es tiempo suficiente como para que tomemos en consideracion todo este tiempo en el que, aparentemente, "no hacemos nada".
Ciertamente, los médicos se apresuran a indicarnos que este lapso de descanse cotidiano al que debemos someternos todos, nos es indispensables para que nuestro organismo se recupere de los ajetreos y desgastes que sufre durante las actividades del día.
Pero los propios médicos nos señalan también que, para esta recuperación cotidiana, solo son necesarias unas tres horas de sueño.
¿ Que ocurre entonces hasta las 6-8 horas que normalmente dormimos cada día?
La respuesta es: nuestro cuerpo necesita reponerse, pero también nuestra mente.
Para relajar nuestro organismo, dormimos, para relajar nuestra psique, soñamos.
Nuestro ciclo vela/sueño tiene sus orígenes en la mas remota antiguedad.
Cuando el sol desaparecía y llegaba la siempre temible oscuridad, al hombre prehistórico no le quedaba nada que hacer, así pues, dormía.
El cuerpo se relajaba de las fatigas del día, pero la mente debía seguir atenta ante los mil peligros de la noche, así se inicio el ciclo vital de día/trabajo - noche/descanso, y es probable que se iniciara también la separación de nuestro cuerpo y nuestra psique en estas horas en las que ambos elementos pueden seguir rumbos distintos.
Editorial Planeta
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