Esto no es fácil como puede parecer a simple vista.
A lo largo de los siglos se han buscado muchas interpretaciones a los bocamientos oníricos de nuestra mente.
Los oculistas y cabalísticas han querido ver las relaciones del hombre con la divinidad y una vida superior, los chinos e indios relacionan los sueños con la salud y los distintos órganos del cuerpo humano, los psicoanálistas los relacionan con nuestro inconsciente y a veces incluso con el inconsciente colectivo de toda la humanidad.
Pero lo importante es que ninguna ciencia ha conseguido dar todavía explicacion completa y satisfactoria de los sueños y su posible interpretación.
Quizás sea aventurado decir que hay tantas escuelas como autores, pero si se puede afirmar que estas son múltiples.
Se sabe que soñamos, que nuestros sueños significan algo y todavía estamos interesados en dilucidar el que.
Lo que si sabemos es como hay que soñar.
Generalmente, olvidamos nuestros sueños al despertar, a menos que se trate de sueños muy intensos o perturbadores o despertamos en el momento mismo de finalizar un sueño determinado (de hecho, las investigaciones han demostrado que despertamos después de cada sueño, aunque ese despertar sea solo a nivel inconsciente, no fisiológico).
Para recordar nuestros sueños debemos tener en cuenta una serie de consejos a los que atenernos.
Apenas despertar, debemos tratar de recordar con la máxima claridad lo que hemos soñado, intentando despejar la fantasía que acompaña el estado de duermevela, en el que los sueños aun están presentes en nuestra mente, para no adornarlos con elementos extraoniricos o eliminar detalles que pueden ser importantes.
Debemos ante todo situarnos a nosotros mismos dentro del sueño: ¿Estabamos en el, o se refería enteramente a otras personas o acontecimientos?
Luego es preciso clasificar todos los elementos del sueño, a se posible en el mismo orden en que aparecieron, e intentar dilucidar el significado lógico de su desarrollo.
En principio, ningún elemento es secundario y cada cual tiene su significado.
Por ejemplo, si en el sueño intervienen colores dominantes, hay que tener en cuenta que su significado teñirá todo el sueño, el blanco refleja alegría, mientras que el negro significa luto, el verde sinceridad y el amarillo materialismo o concupiscencia.
Las formas dominantes; círculos, cuadrados, lineas rectas o curvas, las flores y plantas, los números, las piedras preciosas, incluso los instrumentos musicales.
Cada elemento tiene su significado concreto en el contexto general del sueño y ese significado puede hacer variar u ofrecer un matiz distinto a la interpretación general.
Fuentes Consultadas
Editorial Planeta
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