20 de enero de 2018

Psicologia -

Indice Por Orden Albabetico - Sindromes y o Complejos -






















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Carl Gustav Jung y Su Legado a La Psicología Espiritual




La obra de C. G. Jung es un proceso de búsqueda constante, una alquimia maravillosa entre la Psicología Analítica, la antropología y la filosofía donde dejarnos conceptos tan interesantes como “el inconsciente colectivo”, “los arquetipos”, la”sincronicidad” o las bases de un legado espiritual donde se esconde todo un crisol de idearios.

Cuando hablamos de psicólogos famosos, el primero que aparece en la mente de la mayoría de las personas es el icónico rostro de Sigmund Freud. 

Sin embargo, para muchos, fue Carl Gustav Jung quien logró dejar una impronta mucho más profunda en el estudio de la personalidad y la psique humana.

“Si eres una persona con talento no significa que hayas recibido algo, quiere decir que puedes hacer algo”
-Carl Gustav Jung-

Cabe decir que aunque Jung trabajara en estrecha colaboración con Sigmund Freud durante años, el enfoque de este último sobre la sexualidad como factor relevante detrás de la conducta humana fue siempre una píldora difícil de tragar para el psiquiatra suizo.

En la mente prodigiosa de este libre pensador, fundador de la Psicología Analítica, existían muchas más inquietudes que sobrepasaban las bases teóricas en las que Freud se movía. A pesar de ser un psicólogo clínico práctico y teórico, dedicó la mayor parte de su vida a explorar otros reinos, a dejarse envolver por la filosofía oriental y occidental, por las artes, la literatura, la astrología, la sociología o incluso la alquimia.

Un legado de saberes no exentos de interés del que deseamos hablarte a continuación.



El sueño de infancia que le abrió los ojos

C. G Jung dijo una vez que el ser humano nace tres veces.
La primera responde al nacimiento real, el físico. El segundo acontece con el desarrollo del ego, y el tercero es el que da forma al nacimiento de lo que él denominó como “conciencia espiritual”. Según Jung, este último alumbramiento nunca llegará a producirse si la persona se centra en exclusiva en el ego, en sus condicionamientos aprendidos o en esos patrones mentales rígidos y poco receptivos.

“El sueño es la pequeña puerta escondida en el más profundo e íntimo santuario del alma”
-Carl Gustav Jung-

Sin embargo, parece ser que el propio psiquiatra suizo experimentó este tercer despertar siendo niño gracias a un sueño extraño, simbólico a la vez que fascinante. Era una sala amplia con una alfombra roja donde se alzaba un ser extraño postrado en trono. Era un monstruo con aspecto de árbol que lucía un inmenso ojo en el centro. Vestía piel de hombre y apenas reaccionó cuando el pequeño Gustavo Jung se acercaba hasta él. Sin embargo, al poco pudo escuchar la voz de su madre que le gritaba desde una fosa cercana que no se acercara, que era “el comedor de hombres”.


pesar de que en un primer momento aquel sueño fue recibido más bien como una temible pesadilla, no tardó en despertarse en él un profundo interés por el mundo de lo onírico y su simbología. Años después fue consciente de que aquel sueño fue como una llamada, como una invitación directa a investigar lo que más tarde se denominaría por parte de los psicoanalistas, como “lo inconsciente“.

Fuentes:La Mente es Maravillosa
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Complejo De Hamlet - Psicologia -


El personaje más conocido de William Shakespeare, Hamlet, era propenso a la reflexión, a la meditación y a las dudas. 

Si llegó a plantearse el famoso dilema: 'ser o no ser; esa es la cuestión', no queremos ni imaginar sobre qué otras cosas tenía dudas el príncipe de Dinamarca. 
Hamlet dudaba de todo, lo cuestionaba todo y por eso ha dado su nombre a uno de los complejos psicológicos más difíciles de resolver.

Resulta que cierto grado de reflexión no solo es positivo, sino que además es necesario. 
Que nuestro espíritu crítico debe imponerse en una sociedad cuadriculada con el fin de romper los estereotipos. Pero cuando esa reflexión es excesiva puede llegar a paralizarnos. 
El problema con este tipo de complejo es que el cuestionamiento continuo de la realidad nos impide pasar a la acción, ponernos en marcha.

Vivir en un mar de dudas es el fundamento del complejo de Hamlet, un complejo que puede pasar desapercibido escondiéndose en una personalidad con tintes de filósofo intelectual. 
Pero para ser feliz no basta con teorizar, también hay que actuar. Y esto es lo que les falta a las personas que padecen el complejo de Hamlet. ¿Hago esto o lo otro?, ¿lo hago o no lo hago?

En muchos casos, superar este complejo requiere terapia psicológica. 
La clave está en aprender a tomar decisiones, en atreverse a decidir. 
Entramos en este momento en ese terreno de la baja autoestima en el que tenemos escasa fuerza para afrontar las consecuencias de nuestras decisiones. Y es que el complejo de Hamlet está muy ligado a un personalidad poco desarrollada.


Fuentes: Laura velez
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El Complejo De Eróstrato - Psicologia -


Eróstrato era un pastor de Éfeso que en el año 356 a. C. incendió el templo de Diana erigido en la ciudad y considerado como una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. 

El motivo que le indujo a cometer semejante barbaridad fue el deseo de que su nombre se hiciese famoso, de ser conocido en su tiempo y en los venideros siendo él un don nadie que hasta entonces cuidaba cabras en los pelados montes que rodeaban la ciudad. 

Detenido de inmediato y sin ofrecer resistencia, pues en eso radicaba lo principal de su proyecto, el rey Artajerjes le hizo someter a tortura, durante la que confesó su propósito, antes de ser ejecutado. 

El mismo rey mandó publicar un edicto en el que se prohibía, bajo pena de muerte para los infractores, que el nombre de Eróstrato fuese pronunciado o escrito por siempre jamás; de esa forma pretendía frustrar la ilusión del incendiario negando hasta su misma existencia.
Es obvio que este designio no se cumplió; puede que los súbditos de Artajerjes lo hicieran por miedo a la sanción real, pero Éfeso era una urbe por la que pasaban constantemente miles de viajeros, comerciantes de sus prósperos mercados en una encrucijada de caminos entre Oriente y Occidente, y ninguno renunciaría a relatar a su regreso lo sucedido con la maravillosa obra de arte y, naturalmente, el nombre proscrito de su destructor. 
Así pues, casi desde el mismo momento de los hechos Eróstrato estuvo en boca de todo el mundo concediendo a éste una victoria póstuma aunque teñida de desprecio.
En nuestro tiempo tal nombre se lo ha apropiado la psiquiatría para designar un trastorno mental conocido como complejo de Eróstrato consistente en que el individuo busca notoriedad por cualquier medio, aunque sea cometiendo un delito, cuanto más espectacular, mejor. 
Los anales de la criminología están llenos de actos llevados a cabo por personajes con esta patología. Pero el ansia de fama está también en la raíz de algunas actuaciones profesionales que rozan los límites de la deontología. Y los nombres de estos eróstratos de imitación también prevalecen demasiadas veces.

José Ignacio de Arana

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Complejo De Empédocles -



Buscamos superar todos aquellos complejos que nos impiden desarrollar nuestra vida con normalidad. 

Pero mientras que algunos complejos pueden llegar a considerarse rasgos de la personalidad con los que podemos convivir mejor o peor, otros complejos son peligrosos. 

Es el caso del Complejo de Empédocles, con un riesgo muy alto de suicidio. En nuestro diccionario de complejos te ayudamos a detectar el complejo de Empédocles.

El Peligro de Suicidio en el Complejo de Empédocles

Para entender este complejo de Empédocles debemos hacer un viaje en el tiempo a la antigua Grecia. Empédocles fue uno de los más grandes filósofos de su tiempo y de todos los tiempos. La fama que adquirió entre sus contemporáneos fue algo que Empédocles quiso mantener. 
Y no se le ocurrió otra cosa que suicidarse para que su espectacular muerte aumentara su gloria.

Ese es el origen de este complejo psicológico que puede acabar en suicidio si no se detecta a tiempo. Pero ¿cómo detectar las tendencias suicidas de una persona? 
La dificultad aumenta cuando en el complejo de Empédocles no se dan las mismas circunstancias que en las personas con tendencia al suicidio. 
Las personas que sufren el complejo de Empédocles no están deprimidas, no han sufrido ningún trauma, la vida no les duele, simplemente utilizan el suicidio como grandioso epitafio.

Para detectar el complejo de Empédocles no debemos buscar entre las personas desesperadas, ni entre aquellos que han vivido una infancia traumática, ni quienes no han podido superar algunas circunstancias. 

La depresión, la angustia o el dolor no son los motivos del suicidio en el caso de las personas que sufren complejo de Empédocles. Al contrario, debemos buscar este complejo entre personas aparentemente triunfadoras.

Personas con muchos logros a sus espaldas pero que quieren más reconocimiento del que tienen. Personas que quieren engrandecer su nombre aunque sea a costa de su propia vida. 
En el fondo, el complejo de Empédocles esconde un complejo de inferioridad y cierto grado de narcisismo. 
La única forma de superar el complejo de Empédocles es mediante terapia psicológica pero, lamentablemente, el principal problema es detectar el complejo a tiempo.


Fuentes: Laura Vélez  

Hay Un Dolor Que Enseña - Psicologia -



Hay dos tipos de dolor: uno capaz de encerrarnos en nosotros mismos, ese que crea traumas, ese por cuyas heridas ya no suele entrar la luz. 
El otro es el que nos enseña, el que nos confiere un corazón de grafeno y esa fortaleza inconmensurable donde además, se aviva en nosotros la capacidad de conectar mucho mejor con los demás, de ser más sensibles y receptivos al sufrimiento ajeno.

Decía Dante que quien sabe de dolor sabe de todo. Ahora bien, ¿quiere decir esto que estamos casi obligados a tener que sufrir para adquirir un auténtico aprendizaje de lo que es la vida? Hay matices. En realidad, podríamos decir que en lo que se refiere al plano psicológico y a ese escenario más íntimo, atómico a la vez que extraño que define nuestro universo interno, hay detalles que conviene desgranar, afinar e hilvanar.


“Si tuviera la posibilidad de elegir entre la experiencia del dolor y la nada, elegiría el dolor”.
-William Faulkner-

El primer aspecto a en cuenta es que el dolor surge del cerebro. Es él quien tras recibir determinadas señales de nuestro entorno, de nuestro cuerpo y de nuestros sentidos, las interpreta en pocos segundos y decide al instante si generar o no una sensación e dolor. Es como un alarma, cómo quien oprime el botón del pánico cuando está siendo atacado, cuando algo o alguien atenta contra nuestro bienestar físico o emocional. 
Contra nuestra supervivencia misma.

Sin embargo, y aquí viene sin duda lo más interesante, toda señal de dolor sentida y percibida tiene una finalidad. Son señales de advertencia que no podemos ignorar y ante las cuales, hay que reaccionar. 
Cuando ponemos el dedo en el fuego el cerebro nos enviará una señal de dolor intenso, pero cuando lo retiremos, enviará al instante una serie de neuroquímicos con los que aliviar el sufrimiento.

Así, en el plano emocional ocurre casi lo mismo que en el físico. 
Cuando sufrimos un trauma, cuando experimentamos una decepción, una ruptura, etc., el cerebro también interpreta estos hechos como agresiones, como auténticas “quemaduras”. El dolor es una invitación directa a que reaccionemos, a que actuemos, a que pongamos en práctica adecuadas estrategias de afrontamiento, a que apartemos la mano del fuego… Y el aprendizaje obtenido sobre ello, ya nunca se olvida.



El dolor y la felicidad

Fue Aldous Huxley quien nos enseñó que vivir en un estado de placer sin fin puede erigir auténticas sociedades distópicas, tal y como pudimos descubrir en su novela ” Un mundo feliz” . Aunque la idea de placer sin fin nos parece idílico, la realidad es a menudo muy diferente. De algún modo, podríamos decir casi sin equivocarnos, que el ser humano necesita “pequeños” toques o pinchazos de dolor para experimentar el contraste del placer.

Por ejemplo, pocas cosas pueden ser más reconfortantes en una fría noche de invierno que llegar a casa y tomarnos un chocolate caliente. Los atletas, por su parte, experimentan también una notable euforia después de un intenso esfuerzo físico, ahí donde las endorfinas y otros opiáceos endógenos median en esa sensación de bienestar tan reconfortante que aplaca, en cierta medida, el dolor de un cuerpo que se lleva al límite.

Si decimos por tanto que el dolor puede en realidad aumentar el sentimiento de placer y la felicidad no es ninguna contradicción, no es ninguna ironía. Son muchos los estudios publicados al respecto de esta relación, como el publicado en la revista “Personality and Social Psychology Review“, donde se nos explica que el sufrimiento puntual y adecuadamente gestionado y afrontado, promueve la sensación de placer y nos mantiene conectados con el mundo que nos rodea.



Pensemos por ejemplo en todas esas veces a lo largo de nuestra vida, en que fuimos fuertes. Esos momentos en que no tuvimos otra opción más que la de ser valientes. Tal vez fue una enfermedad, tal vez una pérdida, puede que la peor decepción de nuestras vidas o la más traumática de las humillaciones.

Haber superado el periplo de ese viaje interno, desgarrador a instantes, durísimo siempre a la vez que privado, ha hecho que dispongamos ahora de un tendón psíquico excepcional. Gracias a él nos sentimos más libres, más dignos y con mejores herramientas para disfrutar y construir nuestra felicidad.

Manejar el dolor, aprender a dejar de sufrir

Señalábamos al inicio que el sufrimiento emocional es interpretado por nuestro cerebro como una auténtica quemadura. No lo decimos nosotros, no es una metáfora fácil, sino una realidad evidente que nos demostró una interesante investigación publicada hace unos años en la revista científica ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’. 

“Quien quisiera que el hombre no conociera el dolor, evitaría al mismo tiempo el conocimiento del placer y reduciría al mismo hombre a la nada”
-Michel de Montaigne-
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Gracias a la neurociencia sabemos por tanto que cuando alguien nos dice aquello de que el “dolor está en tu cabeza” no se equivoca, es real y es auténtico, porque existe una estructura muy compleja, la corteza cingulada anterior, que no distingue entre el dolor psíquico y el corporal, para ella todo es lo mismo, y de ahí, lo devastador que nos resulta en ocasiones el sufrimiento emocional…

Ahora bien, si el sufrimiento se localiza en nuestra cabeza y lo rige el cerebro… ¿Podemos “desactivarlo”? En lo primero que suelen pensar muchas personas es en los fármacos. Bien, cabe recordar que ni los analgésicos ni los antidepresivos son la solución, porque lo que consiguen en la corteza cingulada es adormecer el dolor, pero jamás lograrán apaciguar o resolver la angustia emocional.

El dolor, y esto conviene recordarlo, es una llamada de atención. Es el faro incandescente que nos avisa desde la orilla de que hay un riesgo inminente, de que podemos chocar contra los arrecifes. Si decidimos escondernos en la bodega como un polizón no solucionaremos el problema: el riesgo seguirá ahí.

Por tanto, la única salida posible es girar el rumbo, alzar velas y tomar con fuerza el timón de nuestras vidas para buscar mares más serenos, corrientes más propicias y vientos más esperanzadores. El aprendizaje obtenido tras esta experiencia, nos hará únicos y nos conectará mucho más a la vida.



Fuentes Valeria Sabater
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Cuando La Frustración Se Trasforma En Agresividad


La frustración es una emoción universal que todos experimentamos. 
Al igual que otras emociones del polo negativo, como el miedo o la tristeza, es necesaria ya que es un indicador de que algo no va bien y hay que cambiarlo. 
También, como el resto emociones, puede hacer que nos comportemos de forma agresiva.

Sin embargo, en este punto hay que identificar, dentro del estado emocional de frustración, el grado de intensidad con el que se manifiesta y la forma en la que se regula. 
Algunas personas sienten una frustración desproporcionada con respecto de aquello que la desencadena y, además, responden a ella de manera exagerada, con explosiones de ira y agresividad: sufren lo que se llama trastorno explosivo intermitente.

"La ira es un ácido que puede hacer más daño al recipiente que lo contiene que a aquello sobre lo que se vierte"

-Séneca-

Qué es el trastorno explosivo Intermitente

Se trata de un trastorno en el que el control de impulsos y la regulación emocional están afectados. Además, podemos decir que se caracteriza por dos factores fundamentales.

La persona con este trastorno vive episodios recurrentes en que protagoniza explosiones de ira. Estados en los que se muestra descontrol y agresividad, con una actitud amenazante que se manifiesta mediante gritos y, a menudo, daños físicos a los objetos que le rodean e incluso a animales o personas. 
No se trata de algo puntual, sino de un estado emocional incontrolado que es recurrente en el tiempo.
Estos episodios de ira no son proporcionales a la causa que los desencadena. Suelen venir provocados por una situación que el sujeto interpreta como negativa, pero que otras personas manejarían con facilidad, como una pequeña discusión, un trabajo que no les sale bien, una crítica de un compañero de trabajo… En algunos casos la causa incluso puede ser imaginada, como por ejemplo sentirse atacado en una discusión cuando en realidad no hay ataque o por celos imaginarios. 
Todas son “razones” que desatan una fuerte agresividad.




El trastorno explosivo intermitente es un obstáculo

No manejar la ira tiene consecuencias devastadoras en la vida de quienes padecen este trastorno y en su entorno, ya que controlar los impulsos agresivos es algo fundamental para vivir en sociedad.

La mayoría de las personas con este trastorno tienen problemas en sus relaciones personales, ya sean familiares, de pareja o amistades. Vivir cerca de una persona con este trastorno es hacerlo prácticamente en un estado de tensión continuo: no es posible predecir cuándo explotará, lo que hace que las personas que le rodean y quieren acaben alejándose, por miedo a las explosiones y sus consecuencias.

Este trastorno también afecta a la vida laboral de quienes lo sufren. Dado que la persona no sabe cómo controlar los brotes ni prevenirlos, situaciones frustrantes que todos sufrimos en el ámbito laboral, como discusiones con compañeros o críticas de superiores, acabarán desencadenando un acceso de ira tarde o temprano, lo que genera un mal ambiente laboral y un posible despido si la situación es frecuente.

¿Por qué algunas personas tienen explosiones de agresividad?

Algunos estudios indican que las explosiones de agresividad son consecuencia de un déficit de serotonina en el cerebro, así como con lesiones en el córtex prefrontal. El cortex prefrontal es precisamente la parte del cerebro que está relacionada con el control de los impulsos y que se encarga del pensamiento superior.

Aunque esto hace pensar en causas biológicas, otro aspecto que destacar es que la mayoría de las personas que sufren este trastorno han convivido en ambientes donde una o varias personas manifestaban explosiones de ira. Esto hace pensar que, además de una predisposición biológica, es muy importante el aprendizaje que hacemos de niños para regular emociones.


Si un niño crece percibiendo la ira desmesurada y la violencia como instrumentos válidos para conseguir objetivos, es esperable que estas conductas se mantengan en el tiempo y se retroalimenten. Es necesario que los menores presencien ejemplos de resolución de conflictos y manejo de la frustración saludables, en los que primen la paciencia y el diálogo.

Además, es importante ayudar a los niños a entender su frustración y cómo manejarla, sobre todo si tienen tendencia a hacer reclamaciones mediante rabietas, buscando ayuda profesional si es necesario. De esta manera, le estaremos estaremos ahorrando muchos problemas futuros a ese pequeño.

El trastorno explosivo intermitente puede tratarse

Nunca es tarde para aprender más sobre nuestras emociones y cómo gestionarlas. 
Mediante terapia cognitivo-conductual se consigue que estas personas identifiquen las primeras señales del brote de rabia y así puedan pararlo antes de que crezca y cause daños serios. Para detenerlos se les da una serie de alternativas, como salir de la situación que esta ha provocando la frustración. Esta salida puede ser mental (desviando la atención) o física.

Otros aspectos que ayudan son practicar técnicas de relajación que rebajen el estado general de ansiedad y tratar de reducir el tono de activación general encauzando esa energía mediante la práctica de algún deporte. En algunos casos, la medicación que regula la serotonina también puede ser de ayuda.

Lo importante es que, tomando consciencia de que tenemos un problema y buscando ayuda, podemos aprender a gestionar la ira y mejorar nuestra vida y la de los que nos rodean. Esto vale para las personas que tienen un trastorno, pero también para nosotros en situaciones extraordinarias que sean.

"Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que si no dejaba atrás toda la ira, el odio y el resentimiento seguiría siendo un prisionero"

-Nelson Mandela-

Fuentes:Cristina Seva de los Ríos 
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Complejo De Antígona - Psicologia -


Algunos complejos psicológicos suponen renunciar casi por completo a la vida social. 
Es el caso del complejo de Antígona que lo sufren esas mujeres que dedican su vida al cuidado de sus padres dejando de lado su propia vida. En nuestro diccionario de complejos también tratamos el complejo de Antígona.

Según la mitología griega, Antígona, hija de Edipo y Yocasta, dedicó toda su vida al cuidado de sus progenitores. El complejo describe una fijación excesiva en la figura de la madre e incapacidad para aceptar las leyes de la vida y del amo

Cómo superar el complejo de Antígona

Volvemos a la antigua Grecia para entender el nombre de este complejo psicológico que hace estragos en la vida social de muchas mujeres. Antígona era la hija de Edipo y Yocasta, que pasó toda su vida pendiente del cuidado de sus padres y de su familia renunciando por ello al amor y a tener una vida propia.

Este complejo de Antígona tiene ciertas similitudes con el complejo de Caperucita porque en ambos casos aparece la vocación de servicio a los demás llevada hasta el extremo. Las Antígonas modernas renuncian a independizarse, a vivir ellas solas o a casarse y formar una familia. Piensan que sus padres las necesitan y se dedican en cuerpo y alma a su cuidado, de forma literal.

Como ocurre con la mayoría de los complejos, no estamos hablando de una actitud determinada, sino de un comportamiento anormal y exagerado. Entre renunciar a tu vida para cuidar a tus padres y olvidarte de ellos por completo existen infinidad de opciones que te permiten ejercer de hija, pero también de persona independiente, de madre, de esposa y de amiga.

Muchas veces el complejo de Antígona surge por ese sentimiento de culpabilidad tan arraigado en algunas familias y que afecta sobre todo a las mujeres. Las hijas se sienten obligadas a renunciar a su vida por el cuidado de sus padres para vivir sin el peso de la culpa. Puede que vivan sin el peso de la culpa, pero desde luego no es su propia vida la que están viviendo.


Fuentes: Laura Vélez  
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