Cuando fue a hacerse la nariz, no se lo hicieron bien.
Cada profesional reflejaba su propia convicción de que era fea.
El problema no estaba en su apariencia, sino en su convencimiento de que eso era un problema.
Otra persona tenia un aliento muy desagradable, era incomodo estar cerca de ella.
Estaba estudiando para ser predicadora, y por debajo de su porte espiritual y piadoso había una furiosa corriente de cólera y celos que estallaba ocasionalmente, cuando ella temía que alguien pudiera estar amenazando su posición.
Lo que interiormente sentía se expresaba en su aliento, ofensivo incluso cuando ella procuraba demostrar amor. Nadie la amenazaba, a no ser ella misma.
El exceso de peso es otro buen ejemplo de como podemos desperdiciar muchisima energía, en el intento de corregir un problema que no sea real.
Es frecuente que la gente se pase años combatiendo el fantasma de la grasa, sin poder rebajar de peso.
Entonces culpan de todos sus problemas al exceso de peso, que en realidad no es mas que un efecto externo de un profundo problema interior, que, por lo general, siempre es miedo y necesidad de protección.
Cuando se siente asustada o insegura, o le parece que "no sirve para", mucha gente se refugia en los kilos extra como una protección.
Insistir en acusarnos de pesar demasiado, sentirnos culpables con cada bocado que comemos, repetir todos los rituales a que nos sometemos, todo eso no es mas que una perdida de tiempo.
Dentro de veinte años podemos seguir en la misma situación, si no hemos abordado jamas el verdadero problema.
Cuando empezamos a amarnos y aprobarnos, es sorprendente la forma en que desaparece el exceso de peso.
No podemos tener éxito en nada, si nos sentimos indignos de todo.
Hay personas que aun no están listas, y decir esto no es juzgarlas. Todos empezamos a cambiar en el momento, el lugar y el orden adecuados para nosotros.
Próxima entrada "El verdadero Problema".
Fuentes Consultadas
Louise Hay
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