Casi todas las culturas primitivas asociaron la imagen del Lobo con la idea de la maldad o destrucción, con deidades que encarnan esos atributos.
Sin embargo, ciertos pueblos, como el egipcio, lo relacionaron con valores positivos, como la decisión y el coraje.
Incluso imaginaron que en cierta circunstancia uno de sus dioses principales, Osiris, tomaba forma de Lobo.
En la Mitología Griega el Lobo aparece simbolizando la luz en la noche, representandolo como acompañante del dios Apolo, por su aptitud de ver en la oscuridad.
En otra relación con los dioses, se puede observar a Hades, dios de la oscuridad y de los muertos, cubierto con una piel de lobo a modo de capa.
La importancia que los Romanos dieron a este animal se evidencia por el hecho de que en el relato -en parte histórico y en parte legendario- de la fundacion de Roma, se dice que sus fundadores, Romulo y Remo, al ser abandonados de recién nacidos sobre el rió Tiber, fueron recogidos y amamantados por una loba.
Esto quizá quería simbolizar la captación del vigor, la energía y el instinto animal para el impulso inicial de la nueva ciudad.
Para el Cristianismo, el Lobo tiene un significado asociado con el debilitamiento y la destrucción de la fe y opuesto a la sencillez, la humildad y la piedad, representada por el cordero.
En el Lejano Oriente se dio al Lobo un simbolismo distinto, y así es como en China se observan representaciones del Lobo como vigía de la entrada al reino celestial que esta mas allá de la vida terrenal.
Algunos estudiosos que investigan los orígenes y el desarrollo de los valores simbólicos y emblemáticos, consideran que el Lobo ha tenido, a través de los tiempos y de las culturas, significados muchas veces contradictorios, por lo cual, en ese sentido, pueden considerarse a la vez y en forma alternativa, representantes del bien y del mal.
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