El árnica es una hierba vivaz, de rizoma rastrero y tallo erecto, ramificado y glanduloso, en cuyo ápice aparece una cabezuela de flores amarillas.
Es una hierba que se cría en prados y bosques de coníferas más o menos húmedos, preferentemente en terrenos descalcificados.
En la Península se puede encontrar a lo largo de los Pirineos, en las montañas gallegas y por toda la Cordillera Cantábrica.
Es una especie muy apreciada en los pueblos de montaña por sus propiedades curativas.
En algunos pueblos se fuma en pipa o se aspira en forma de rape.
La planta florece en el mes de junio.
De la recolección interesan las cabezuelas, que han de cogerse nada más abrirse ya que al poco tiempo se marchitan y son colonizadas por insectos que las destruyen.
Ocasionalmente también se recolectan las raíces, muy ricas en determinados principios activos; éstas se pueden coger a partir de septiembre.
Pero en nuestro país es una planta que escasea mucho y arrancar la raíz supone perder la planta; por eso aquí en España sólo está aconsejado el uso de la cabezuela, dejando libres las raíces, que aseguran al año siguiente una nueva recolección.
La actividad farmacológica del árnica se ha atribuido a la presencia de trazos de esencia en las flores y raíces, así como a un compuesto llamado arnicina.
Es preciso advertir que la planta es muy tóxica por vía interna: se sabe que puede producir alteraciones del sistema nervioso y serios problemas digestivos; también se han descrito reacciones alérgicas.
Por tanto, solo está recomendado su uso por vía externa y siempre con la precaución de que se emplee en concentraciones diluidas.
Posee importantes propiedades antiinflamatorias.
Por los flavonoides encontrados, también se le atribuye una acción astringente y protectora de las mucosas.
En general, solo se recomienda como antiinflamatorio y vulnerario de aplicación externa en golpes,
contusiones y hematomas.
Para aprovechar sus otras virtudes es necesario proceder bajo estricta prescripción médica.
No hay que olvidar su alta toxicidad; por tanto, se ha de respetar la dosificación y administrarla sólo por vía externa.
- Pasta. Con extracto de árnica, miel y polvo de malvavisco se prepara una pasta densa; se aplica y extiende sobre furúnculos y se recubre con una gasa.
No se debe aplicar si el furúnculo está abierto, sólo sobre granos cerrados.
- Tintura. Se maceran 40 gr. de raíces y flores en 200 gr. de alcohol de 60 ºC.
Después de 10 días se filtra y embotella el líquido.
Para su uso se debe diluir previamente, antes de aplicarlo sobre contusiones y golpes sin herida abierta.
La planta se puede adquirir en oficinas de farmacia, tanto troceada como en extracto vegetal, tintura y pomada.
También se encuentra en forma de presentaciones compuestas, como cremas, pomadas, sales y bolsitas para infusión.
Tóxico. Antiinflamatorio. Vulnenario
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