La azucena es una bonita planta herbácea con un bulbo escamoso, grande y blanco; su tallo no suele superar el metro de altura y todo
él aparece recubierto de hojas, unas extendidas en torno y otras erguidas, con forma lanceolada y escasamente onduladas en los bordes.
Las flores forman un ramillete terminal y son de color blanco.
Esta planta se caracteriza por su intenso aroma que llega incluso a embriagar, sobre todo por la noche.
Se cría preferentemente en jardines y macetas, pues no es una planta autóctona sino que nos viene del Próximo Oriente.
Normalmente se le da un uso ornamental.
Esta aromática planta florece de mayo en adelante.
Para uso medicinal se usa el bulbo junto con el aceite que se extrae de él.
Este bulbo se puede utilizar tanto fresco como desecado.
De la composición de la azucena se conoce bien poco.
Lo que se conoce por su estudio es que de la epidermis de las escamas bulbares se puede extraer un aceite cuya composición no está definida.
Quizá la razón de que no haya sido estudiada en profundidad sea que desde muy antiguo el empleo que se dio a esta planta fue puramente ornamental.
Por ello no es difícil pensar que se descuidara un poco el estudio de su composición.
Popularmente ha sido empleada como emoliente, antieczematosa y diurética.
En algunos libros antiguos se mandaba preparar el aceite de azucena con las mismas flores de la planta (desprovistas de los estambres) y con un poco de aceite de oliva.
Todo ello en maceración durante 3 días, pasados los cuales se debían extraer las flores y añadir otras nuevas.
Esta operación se debía repetir 3 veces, obteniendo al fin el auténtico aceite de azuceno que era empleado para curar quemaduras, úlceras, granos, eczemas y en general, cualquier enfermedad de la piel.
En realidad no es una planta que hoy en día sea muy conocida por sus virtudes; pero como otras muchas, forma parte de antiguas tradiciones y debe ser incluida en los tratados sobre plantas medicinales.
Además, quizá el día de mañana -cuando se profundice en su estudio- sea posible encontrar alguna virtud desconocida; o por lo menos, comprobar alguna propiedad de las que ya se le atribuyen.
Además de las supuestas propiedades curativas, la azucena tiene algunas aplicaciones en el campo de la cosmética: se ha comprobado que en el bulbo existen determinados extractos con alto poder bioactivante, usados para regenerar la piel.
De lo que no cabe la menor duda es de que, dentro del campo de la horticultura, es una de las plantas más bellas de la naturaleza.
- Cataplasma. Se debe recolectar un bulbo de azucena y, después de limpiarlo bien con agua, se asa sobre unas cenizas.
Una vez asado, se corta en rodajas y se aplica en caliente sobre panadizos, verrugas y forúnculos.
- Aceite. Tal como hemos detallado en las aplicaciones, este aceite se puede utilizar para curar úlceras, abscesos, contusiones, etc.
- Infusión. Se prepara una infusión de 3 gr. de bulbo en 100 ml. de agua hirviendo.
Esta tisana así preparada tiene efectos diuréticos.
Antieczematoso. Diurético. Emoliente
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