La betónica es una planta herbácea vivaz perteneciente a la familia de las labiadas; posee un tallo erguido, cuadrangular y hojas opuestas pecioladas y con limbo oval.
Sus flores, de color púrpura, casi rosa, forman en el vértice del tallo unas vistosas espigas.
Es una planta originaria de Europa occidental y meridional.
Vegeta bien en lugares sombreados y frescos.
En nuestro país se encuentra en robledales, encinares y demás bosques, siendo abundante hacia el Norte y más escasa en el Sur.
La betónica florece a partir del mes de mayo, hasta el verano.
De la recolección interesan sobre todo las sumidades floridas y las hojas: se recogen y se ponen a secar sobre cañizos en lugar ventilado; tras el secado la planta desprende un olor aromático y su sabor es amargo.
A la betónica se le han atribuido tantas acciones que sería imposible enumerarlas una a una.
Se creía que era el remedio universal para todo tipo de males de cualquier parte del cuerpo: cerebro, riñones, estómago, piel, pulmones, etc.
Hoy en día, su uso ha quedado muy restringido; ya se sabe que no es la panacea para todos los males, aunque sí se da por cierto que tiene algunas virtudes que vamos a ver a continuación.
En su composición aparecen abundantes taninos, lactonas y betaína; es también particularmente rica en ácidos fenólicos, como el ácido clorogénico, el ácido cafeico y el ácido rosmarínico; y por último, también se ha encontrado un glucósido al que se le atribuyen las propiedades hipotensoras de la planta, estando recomendada para personas que padecen de hipertensión.
Tiene además una marcada acción como antipirético y es ligeramente sedante e hipnótico.
Por todo ello, se puede administrar en casos de insomnio, espasmos gastrointestinales y, por supuesto, para bajar la fiebre en procesos infecciosos.
Con la raíz hay que tener precaución, ya que su ingesta puede producir vómitos.
Los franceses consideran esta planta como un remedio excelente para sanar llagas y heridas, sin tener en cuenta sus otras virtudes.
Para terminar, cabe añadir que esta planta es ampliamente usada en veterinaria para combatir determinados trastornos digestivos.
- Infusión. 4 gr. de hojas de betónica, previamente desecadas, se añaden a 1/4 de agua hirviendo; se filtra y endulza a gusto de cada uno.
Se pueden tomar 2-3 tazas al día.
- Polvo para estornudar. Algunas hojas machacadas y reducidas a polvo, que se pueden aspirar por la nariz, como si se tratara de rapé.
El estornudo que provoca libera a la cabeza de tensiones y demás molestias.
- Cataplasma. Se prepara a partir de hojas frescas bien lavadas y cocidas en poca agua; se extienden sobre una gasa y se aplican sobre las heridas, favoreciendo su cicatrización.
Hipotensor. Antipirético. Sedante
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