Es aquel que está en posesión de secretos curativos, a menos, claro, que “el enfermo se le haya cortado la cabeza o tenga afectado el cerebro o la médula espinal”.
Cabe recordar, sobre métodos curativos, que por ejemplo la hechizada Morgana, en Avalón, curaba por medio de artes mágicas toda clase de heridas, incluso las mortales.
La facultad de curar de Dianceht fue heredada por su hijo Miach.
Dianceht poseía conocimiento de un buen número de plantas curativas y practicaba la medicina natural con algo de magia.
A sus conocimientos habría que añadir algunos ritos sangrientos, aunque no se sabe hasta qué punto, los historiadores citan este aspecto aquí porque los celtas consideraban, como algunos otros pueblos, que la cremación o desmembramiento de seres humanos eran un paso previo a la obtención de la sabiduría sobre los secretos de la vida y la muerte.
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