Morrigú, en Irlanda, Morrigain, en Galia, se la conoció como “la gran reina”.
No sólo se relaciona con la guerra, sino con quien los que van a morir en ella de tal forma que se le aparece a los guerreros como una mujer terrible, de hecho se la asocia con la antigua diosa de la guerra irlandesa Badb.
Esa diosa guerrera adquiere diferentes apariencias: como Nemon, la venenosa, confunde a las tropas enemigos hasta el punto de luchar entre si; como Macha, es ella misma quien combate a los hombres y se presenta, cuando anuncia la muerte, en forma de cuervo y en nombre de Badb.
Como Morrigú, otorga una fuerza sobrenatural a los soldados que protege, como fue el caso de Cuchulán. De igual forma se ha presentado como reina de los fantasmas y los espectros, y transformada en el hada Morgana de las leyendas del rey Arturo, se la conoció por su maldad mientras que, como la Dama del lago, ofrecía su aspecto más bondadoso a quien requería su ayuda. Morgana aparece como una de las hermanas del rey Arturo, concubina de Merlín y que se asocia con la típica imagen de la hechicera. Una, en tres: Badb, Macha y Morrigane.
La primera se transformaba el corneja, la segunda provocaba la embriaguez mágica y periódicamente, una vez al año de los ulates, -quedando al merced de sus enemigos-, y Morrigane, poseedora de los secretos de la magia guerrera.
Cabe recordar que, en la fiesta de Samauhin o samain, que tiene lugar el primer día de noviembre, se producía la “unión” entre el dios Dagda y la diosa Morrigu, señora de los espectros, quien le dio a su amante las indicaciones necesarias para derrotar a los fomore.
Esta unión, expresa la importante relación que existía entre sexualidad y fecundidad para los celtas, por ello las celebraciones que tenían lugar este día eran de un marcado carácter agrícola.
Dagda halló a Morrigu cuando esta se bañaba en el río Unius e hicieron el amor no lejos de las aguas, en un lugar que aún hoy se conoce como “lecho del amor”.
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