Veuliah: Rey Dominador.
¡Oh Eterno!, yo imploro tu socorro y mi plegaria de la mañana se
eleva hacia Tí.
Se lo invoca para:
Destruir nuestros enemigos interiores, como por ejemplo los miedos.
Liberar de la esclavitud y de los vicios.
Tener paz y prosperidad interior.
Obtener favores de personas importantes.
Tener éxito en causas justas
Protección y prosperidad en empresas.
Veuliah, Haz que en mi fuero interno resplandezca la luz para que mis sentimientos se acomoden a las exigencias del orden universal.
Haz que mi amor se complazca en todo lo que es noble y elevado.
Haz que mi fuerza interior se proyecte hacia objetivos sublimes.
Que mis sentimientos, Señor Veuliah, se integren armoniosamente al mundo mental,
que sean los felices inspiradores de mi razón y que unos y otros puedan ser generadores de conciencia.
Si me has designado, Señor, para hacer tu guerra, presérvame de todo odio, de todo rencor; que mi violencia no pueda tener otro objetivo que el de tu justicia;
que mi brazo armado sea aquel a través del cual es restituida la virtud y la libertad.
Señor Veuliah, no permitas que para mis hermanos pueda jamás ser el tirano, sino el que presta la fuerza y el valor para permanecer en el seno de tu justo rigor.
Fechas adecuadas para la invocación del Genio Numero Cuarenta y Tres – Veuliah
3 de Mayo; 17 de Julio; 30 de Septiembre; 11 de Diciembre y 19 de Febrero.
Diariamente, de las 14.00 a las 14.20 horas a partir de la salida del Sol.
Exhorto del Genio Numero Cuarenta y Tres – Veuliah -
He puesto dentro de tí la guerra para que puedas mejor apreciar el sabor de la paz; en tí los deseos se levantarán contra los deseos, las emociones se opondrán a las emociones
y el amor encontrará en tí mismo su objeto amoroso:
y el amor encontrará en tí mismo su objeto amoroso:
Tú serás tu propio Superstar.
Quiero que ese amor que por tu propia alma sientes, te inspire hazañas, te catapulte hacia actos heroicos, con los que incrementar la admiración que sientes hacia tí.
Quiero que ese amor te conduzca fielmente hacia el Bien, que sea tu vía personal hacia el Conocimiento.
Tu combate, peregrino, no puede ser otro que la guerra contra la complacencia de lo desueto, de lo corrupto y degradante.
Es por ello que te he nombrado Príncipe en mis ejércitos.
Que tu espada sirva para cortar de cuajo las raíces que te atan a los atavismos perversos,
y que tu guerra de liberación sea la que desliga el alma de sus añejos placeres.
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