Su fiesta se celebraba el 25 de diciembre.
Se la representa sobre un caballo o un asno; o bien ante varios caballos, o incluso medio tendida, desnuda, sobre un caballo.
Porta un cuerno de abundancia y a veces incluso junto a ella aparece un perro.
De igual modo se la consideraba protectora de quienes van al mas allá por ser ambos animales relacionados con el reino de los difuntos.
Significa yegua divina, la diosa celta protectora de los jinetes y los viajeros, de los equinos y de los animales de carga: los caballos, los burros y las mulas.
Era venerada en toda la Céltica europea, principalmente en Galia. Epona equivale a Rhiannon entre los celtas de Gales y en Irlanda se le conoce como Edain y Macha
A Epona también se le llama Rosette, o ” the great mare” ( la gran yegua) y en algunos sitios la llaman también “la pelirroja”.
Se la representa sentada a lomos de un caballo, de pie en medio de una manada de caballos o alimentando a los potros, y en la Galía como una ninfa acuática u ondina.
Su atuendo es de largos ropajes, cubierta con un manto sobre la cabeza y una diadema, aunque a veces puede ir desnuda.
La diosa era capaz de cambiar entre forma humana y yegua a voluntad.
Según el escritor griego Agesilaos, Epona nació de un hombre llamado Furius Stellus, quien fue conocido por su odio hacia las mujeres, y de una yegua, siendo la madre yegua la que llamó así a su hija. Se piensa que quizás la madre ya tenía algo de ser divino, y que Epona quizás continuaba un poco el culto existente de otra diosa previa.
Los celtas se identifican con el caballo hasta el punto de fusionarse con él, como lo demuestra su mitología y la prevalencía de la diosa Epona.
El caballo destaca como un emblema de fortaleza, perseverancia y rapidez, tres ingredientes básicos de la fórmula para el éxito y expansión del pueblo celta.
El rito fue variando con los siglos.
Una costumbre todavía vigente en el siglo XII atestigua como se conseguía la soberanía celta. Consistía en que para llegar al trono, un varón joven había de hacer el amor con las diosa con apariencia de anciana de la diosa triple Macha, tras lo cual se transformaba en la bella diosa doncella y el joven alcanzaba la soberanía.
Epona era una diosa de soberanía, que transformada en yegua copulaba con el rey electo en la ceremonia de “Consagración”, siendo la yegua una representación de la diosa yegua Epona-Rhiannon, (heredera legal).
Posteriormente al acto, la yegua sagrada era sacrificada, cocida y consumida por el rey. En algunos de los pueblos celtibéricos, como entre los cántabros, era habitual el sacrificio de caballos para beber su sangre. Este ritual tenía un claro componente mágico e indica que consideraban sagrados a estos animales, tal y como relataron Silio Itálico u Horacio. Sin embargo, la diosa se representa también con otros elementos relacionados con la fertilidad y su culto tenía una gran intensidad en las áreas rurales, en ambientes domésticos.
Como ocurre con diversas deidades célticas, esta diosa tenía un carácter polivalente y con muchos matices.
Ella no es una diosa ctónica vinculada a la Tierra, ni una diosa madre. Es una divinidad doméstica que llega donde no se precisa a la Gran Diosa, aunque la representa. Epona está también vinculada al culto de las fuentes. En las leyendas, las fuentes pueden surgir de patear la tierra los animales divinos. Epona podía hacer nacer un manantial con un galope de casco en tierra. También se la puede encontrar en los saltos de agua, los rápidos de los ríos que suenan como relinchos de una manada salvaje. Se la asocia con las grandes olas del mar que llegan a la orilla, rodeadas de espuma, aguas refrescantes con el don de la curación.
A Epona le pedian protección para los viajeros, ella intervenía como guia y salvaguarda en el camino.
Por ello, algunos autores la han relacionado también con el mundo de ultratumba como guía de las almas, debido a una supuesta antigua creencia según la cual los caballos tendrían esta función psicopompa. (Hernández, 2011, pp. 247-248).
En su aspecto negativo los caballos se consideran una kratofania de la muerte, una manifestación de la muerte como lo serían la guadaña o el esqueleto. Epona como la erinia Demeter de Arcadia representada también con cabeza de caballo, era ejecutora de la justicia infernal.
En el libro de los sueños de Artemidoro si un enfermo sueña con un caballo es presagio de muerte. Así en la vieja Inglaterra y Alemania se pensaba de la misma manera.
Epona no sería exactamente una diosa de la muerte como tal, sino más bien una diosa que ampara y guia el camino a las almas para acceder el Otro Mundo. No es una diosa que habite en el Inframundo, como Ataecina – Proserpina, sino la que facilita llegar al portal del mas allá .
Como diosa de la abundancia o la prosperidad presenta una cesta o la Cornucopia (cuerno de la abundancia) entre las manos, posiblemente un añadido romano a su iconografía.
Se la representa en la estatuaria vinculada a los caballos y, en consecuencia, era muy popular en las cercanías de los campamentos militares de las fronteras del imperio romano.
De hecho se conocen monedas en las que se muestra a la diosa con cabeza de caballo e imágenes suyas que adornaban las caballerizas y los establos. Se integra en el culto imperial por los emperadores romanos como Epona Augusta o Epona Regina.
Un lugar de culto fue dedicado a ella en la misma Roma donde llegó a tener su propia festividad en el calendario romano, el día 18 de diciembre.
Epona llegó a ser una divinidad muy afamada, siendo adorada en lugares alejados, como el Norte de África, Bulgaria. Por otra parte, también aparecen rastros de Epona en los mitos insulares que la vinculan con la realeza en Irlanda. Este carácter soberano podría confirmarse en los casos en que la diosa es llamada Regina y se relaciona con Júpiter en las inscripciones votivas.
En Hispania han aparecido inscripciones de Epona en Lara de los Infantes (Burgos), Sigüenza (Guadalajara) y Monte Bernorio (Palencia), y a ella hay que atribuir dos figuras, en Albaina y en Marquínez (Álava). Hay una inscripción existente en la portada de la iglesia de Paramio de Zamora en la que puede leerse: “… DVERIA EPPONE RITIS”, posiblemente del s. II de nuestra era, y que podría hacer referencia a las aportaciones que debían hacer las gentes de las tierras del Duero para sufragar los ritos en honor a la diosa.
Esta inscripción tiene la particularidad de que presenta el nombre de la diosa con doble P, lo que no sucede con otras inscripciones en la Península Ibérica. También se encuentra documentado la forma Epane entre el antiguo pueblo cántabro según se atestiguó en el Monte Bernorio de Palencia.
La tremenda afluencia de referencias al símbolo del caballo en todas las culturas del mundo, hace pensar que el caballo constituye uno de los arquetipos fundamentales que la humanidad haya inscrito en su memoria.
Representa el poder ascensional de las fuerzas naturales, la capacidad innata de espiritualización, de transformación del mal en bien.
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