Los dioses galos aparecen asociados en trinidades, tal es el caso de Esus, que aparecía junto a Taranis y Teutates.
Delimitar sus atribuciones es complicado, ya que en ocasiones se presentaba como una especie de arquitecto universal o protector de los bosques.
Estaba considerado como un dios cruel, ávido de sangre, inspirador del miedo en los combates y propiciador de una gran violencia en las batallas.
Los enemigos eran inmolados en su honor cuando caían en combate y se sacrificaban los prisioneros de guerra, siempre que fuera posible ahorcándolos de un árbol.
Los Fomoireos
Eran los dioses de la Muerte, del Mal y de la Noche.
Habitaban en una oscura región que se encontraba más allá del océano conocido.
Libraron batalla contra Partolón y sus descendientes, pero solo pudieron ser derrotados por los Tuatha de Danann, tras lo cual volvieron a su patria.
Confundidos con gigantes y demonios, las almas de los muertos les eran entregados por una hermosa hechicera, que en realidad era la mensajera de la muerte, los jóvenes caían seducidos por su belleza,
lanzándose contra la barca de vidrio que utilizaba en sus viajes la temible hechicera, y que también servía para trasladarlos al país de los fomoireos.
Los animales que anunciaban su presencia eran el cuervo y la corneja.
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