1 de julio de 2017

El Reino De Israel -



Una vez más, el pueblo rechaza el cuidado de Dios y con la consigna de «ser como las otras naciones» piden a Samuel por un rey (ver 1ª Samuel 8-9). No sin antes advertir al pueblo los poderes de un rey, 

Dios permitió a Samuel, el último juez de Israel, que ungiera a Saúl como rey, valiente aunque vanidoso guerrero. Debido a su mala actitud como rey, Saúl será reemplazado por el inolvidable rey David, quien siendo sólo un joven músico y pastor de ovejas vence al enorme Goliat demostrando una gran valentía y fe en Dios. David será recordado para siempre por su gran valor, carisma y fidelidad a Dios, y su persona forjará el prototipo del «nuevo Rey» o «Mesías» que vendrá a salvar al pueblo de sus enemigos. 

El mismo David fundó Jerusalén como la nueva y perpetua capital de todo el pueblo, el reino y la religión. Será el hijo de David, Salomón, quien realizará una de las obras que cambiaría para siempre la historia y fe del pueblo: el Templo De Jerusalen..
El Templo constituirá el centro de la fe judía hasta la actualidad (del que sólo queda una pared: el muro de los lamentos). 
En aquella época se establece que Dios está presente únicamente en el Templo, por lo cual todos los hebreos tenían la obligación de venir a adorar a Dios a Jerusalén, requerimiento que traerá graves consecuencias, las que junto a movimientos políticos y de poder, harían que entre las tribus que conformaron el Reino de Israel se separaran en 2 reinos que nunca más volverían a unirse: el Reino Del Norte o Israel que será muy influenciado por las otras religiones y la idolatría (conquistado por el Imperio Asirio en el 722 a.C.); y el Reino Del Sur o Juda, que logrará mantener la tradición antigua incluso luego de la conquista y exilio por el Imperio Babilonico (entre el 597 y el 537 a.C.). A pesar de haber perdido la tierra y vivir en el exilio o en la esclavitud, el pueblo hebreo continuó creciendo en su fe hasta consolidar, durante el exilio, lo que será el judaísmo como una religión establecida y ordenada. 
El exilio babilónico dará comienzo a un nuevo período en la historia del pueblo: la Diaspora, la vida del pueblo separado de su tierra. 
Luego de cada conquista por los poderosos imperios, se dará una nueva diáspora, lo que se traduce en pequeñas colonias hebreas alredor del mundo, que luego del exilio, serán unidas por la fe judía hasta la actualidad. Sólo la renovada esperanza en una Nueva Alianza de Dios con su pueblo golpeado y separado, podrá mostrar el camino de la comunión con Dios a los hebreos.
«Llegarán los días –oráculo del Señor– en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus Padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño –oráculo del Señor–. Ésta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días –oráculo del Señor–: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: "Conozcan al Señor". Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande –oráculo del Señor–. Porque Yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado» (Jeremías 31:31-34).
La comunidad hebrea de Israel fue dominada por varios antiguos y poderosos Imperios. Los asirios (siglos IX-VI a.C.) fueron seguidos por los neo-babilonios (siglo VI a.C.) y luego por los persas (siglos VI-IV a.C.) hasta la conquista por parte de los griegos (siglos IV-I a.C.). Es en esta época (hacia el 170 a.C.) cuando estalla una revolución encabezada por Judas Macabeo ("martillo", asmoneo) que logra colocar a todo el territorio del antiguo Israel nuevamente bajo dominio judío y lograr la soñada y utópica independencia, que sólo duraría 100 años hasta que el Reino Asmoneo pasara por último a manos de los romanos. Es en el año 70 d.C. cuando estalla una nueva rebelión y los romanos responden con suma violencia, destruyendo el Segundo Templo y toda la ciudad de Jerusalén. Muchos habitantes 3 judíos son vendidos como esclavos y esparcidos por los confines del Imperio Romano, proceso que se conoce como la «Diaspora». La historia de Masada demuestra el arrojo de los soldados judíos de la época. 
Numerosas comunidades judías florecieron “dispersas” en el Imperio Persa y en el Imperio


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