18 de octubre de 2017

Genero - Filosofia Hermetica


«El género está en todo, todo tiene su principio masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos.»
El Kybalion.
EL Séptimo Gran Principio Hermético —el Principio de Género— encierra la verdad de que el género se manifiesta en todas las cosas, de que los principios masculinos y femeninos están siempre presentes en plena actividad en todos los fenómenos y en cada uno de los planos de la vida.
En este punto es bueno llamar la atención sobre el hecho de que el Género, en su sentido hermético, y el sexo, en la acepción ordinariamente aceptada del término, no son lo mismos.
La palabra «género» deriva de la raíz latina que significa «concebir, procrear, generar, crear, producir». 
Un momento de consideración sobre el asunto demostrará que esa palabra tiene un significado mucho más amplio y general que el término «sexo», pues este se refiere a las distinciones físicas entre los seres machos y hembras.
El sexo no es más que una mera manifestación del Género en cierto plano del Gran Plano Físico: el de
la vida orgánica.
Es necesario que esta distinción se imprima en la mente, porque ciertos escritores que han adquirido algunas nociones de filosofía hermética han tratado de identificar este séptimo principio con estúpidas y a veces reprensibles teorías y enseñanzas concernientes al sexo.
El oficio del género es solamente el de crear, producir, generar, etc., y sus manifestaciones son visibles en todos los planos fenomenales.
Es un tanto difícil aportar pruebas de esto siguiendo las líneas científicas, porque la ciencia no ha reconocido
todavía a este principio como de aplicación universal.
Pero, así y todo, van produciéndose algunas pruebas provenientes de fuentes científicas.
En primer lugar, encontramos una manifestación distinta del Principio del Género entre los corpúsculos,
iones o electrones, que constituyen las bases de la materia como la ciencia lo reconoce actualmente, y que, al constituir determinadas combinaciones, forman el átomo, que anteriormente se consideraba como el punto final e indivisible.
La última palabra de la ciencia es que el átomo está compuesto por una multitud de corpúsculos, electrones o iones (diversos nombres de la misma cosa), que giran unos en torno de otros y vibran con un elevado grado de intensidad.
Pero se postula además que la formación del átomo se debe realmente a que los corpúsculos negativos se pongan a girar en torno de uno positivo.
Los corpúsculos positivos parecen ejercer cierta influencia sobre los negativos, impulsando a estos a constituir ciertas combinaciones que dan como resultado la «creación» o «generación» de un átomo. Y esto está perfectamente de acuerdo con las más antiguas enseñanzas herméticas, que han identificado siempre al principio masculino del género con lo «positivo» y al femenino con lo «negativo», como
en la electricidad, por ejemplo.
Puédese agregar ahora que la mente pública se ha formulado una impresión completamente errónea sobre las cualidades del llamado «polo negativo» de la materia electrizada o magnetizada.
Los términos positivos y negativos han sido pésimamente aplicados a este fenómeno. La palabra «positivo» significa algo real y fuerte en comparación con la irrealidad o debilidad del negativo.
Pero nada está más lejos de los hechos reales de los fenómenos eléctricos.
El polo negativo de la batería es realmente el polo en y por el cual se manifiesta la generación o producción de formas y energías nuevas.
Nada hay de «negativo» en él. Los hombres de ciencia de mayor autoridad están actualmente empleando la palabra «cátodo» en vez de «negativo», derivando cátodo de una raíz griega que significa «desciende, el recorrido o camino de la generación», etc.
Del cátodo emerge el torbellino de electrones o corpúsculos; del mismo polo surgen esos maravillosos «rayos» que han revolucionado las concepciones científicas durante la pasada década.
El polo catódico es la madre de todos los extraños fenómenos que han convertido en inútiles a los antiguos libros de texto y que han hecho que teorías mucho tiempo aceptadas hayan sido relegadas al montón de los desechos de las especulaciones científicas.





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