El complejo de inferioridad es un sentimiento que una persona tiene con respecto a los demás cuando se siente permanentemente menos que ellos, aunque no exista una razón aparente que justifique este sentimiento. Este estado provoca un conjunto de comportamientos, actitudes y conductas a través de las cuales queda patente un sentimiento de inferioridad respecto al resto de las personas.
Las personas que tienen este complejo se sienten infelices. El convencimiento de que no van a estar a la altura de una situación determinada, de que no van a conseguir el objetivo propuesto o que socialmente no presentan ningún atractivo les produce un gran sufrimiento.
Quien lo sufre se siente constantemente inseguro, imperfecto o limitado en muchas situaciones o con determinadas personas. La simple idea de pensar que tienen que realizar aquella actividad, que les produce ese sentimiento, o de tener que estar con esas personas, con quien se siente inferior, les genera una gran tensión y un enorme deseo de huida de esas situaciones, no desea afrontarlas.
¿Cómo superarlo?
Es muy importante tener una actitud activa de superación de la realidad presente a favor de otra mejor. Una actitud activa y un afán de superación contribuyen a superar el complejo de inferioridad. Todo depende de nuestra reacción.
Hay que realizar continuos esfuerzos por conseguirlo. Es una continua lucha con la que se van ganando pequeñas batallas.
No podemos compararnos con los demás, ni pensar que son mejores que nosotros. Con esta actitud tan sólo lograríamos sobrevalorar a los otros y perjudicarnos a nosotros mismos infravalorándonos.
No podemos valorarnos por debajo de lo que realmente somos, no viendo nuestras virtudes y destacando nuestros defectos, ni ser excesivamente crítico con nosotros. Ello afecta a nuestras relaciones personales, nos produce más inseguridad y nos hace infelices. Debemos tener un verdadero conocimiento sobre nosotros mismos y poder reconocer lo positivo y lo negativo que hay en nosotros.
Cuando conseguimos algo no podemos pensar que no nos lo merecemos ni que ha sido por casualidad o puro azar y pensar que hemos luchado por ello y nos lo merecemos. Debemos reforzar esa cualidad que poseemos y ha hecho que lo logremos.
Debemos ser conscientes de nuestras limitaciones reales y no proponernos objetivos imposibles de alcanzar.
La actitud de los padres es fundamental para que los hijos superen este complejo o no lleguen a tenerlo. Por ello, los padres siempre deben mostrar afecto hacia sus hijos, reconocerles aquello que hacen bien, reforzarles los comportamientos positivos, prestarles atención y escucharles siempre con paciencia.
Fuentes Trinidad Aparicio Pérez
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