Ya no puede ser clasificado entre las ciencias ocultas puesto que ha llegado a adquirir una indudable categoría científica y ha sido integrado a la medicina moderna.
El Hipnotismo es un estado de sueño generalmente inducido por otra persona, aunque también se puede lograr mediante la autohipnosis.
Durante el estado de hipnosis la persona obra y se conduce en forma diferente y aun contraria a su acostumbrado comportamiento.
Generalmente se supone que el hipnotismo no penetra al sujeto tan profunda y completamente que éste pueda ser obligado a realizar algo que vaya en contra de su conciencia o de sus normales instintos en estado de vigilia.
Esto es erróneo, y posiblemente sea el argumento de los que desearían hacer uso del Hipnotismo con ciertos sujetos y pretenden inculcarles que la operación hipnótica no puede causar ningún mal.
Es cierto que la hipnosis no resulta perjudicial, pero esto cambia cuando se lleva a cabo por aficionados, de una manera imprudente. En ese caso, sí puede ser muy nociva.
Por el contrario, la hipnosis puede ser realmente útil si las motivaciones del agente son sinceras.
Pero si se hace uso de ella indebidamente, entonces se convertirá en la más peligrosa de las armas conocidas.
Sabia y honradamente empleada, la hipnosis puede ser un excelente tratamiento terapéutico, o sea, que nos puede ayudar a curar muchas enfermedades, así como también para hacer que una persona tímida se vuelva resuelta y animosa.
Es conveniente aclarar, sin embargo, que los resultados pueden constituir un gran bien o un desastroso perjuicio.
Curaciones Mentales
Los diversos campos de la curación psíquica tienen su origen en el fenómeno del hipnotismo. Mediante la "imposición de manos" queda establecido un vínculo entre el psíquico y el enfermo, lo que en gran manera facilita la tarea del primero.
El secreto del psíquico no radica en sus "mágicos ensalmos", ni aun en sus oraciones.
La cura empieza a obrarse en el preciso momento en que su mente entra en acción, es decir, antes de que el pensamiento haga fluir la oración o los cánticos.
Él dirigirá la mirada a la parte enferma del cuerpo, concentrará el pensamiento hasta que en su mente aparezca la imagen de dicha parte totalmente sana y hermosa.
Entonces trasmitirá la idea de nuevos tejidos, de un perfecto bienestar y de un mejor estado general de salud al sujeto, quien al principio quizá no pueda captar tales ideas.
El dolor es uno de los principales obstáculos interpuestos entre el psíquico y el sujeto.
Cuando el dolor es intenso, ocurre incluso un proceso de trasmisión a la inversa: el psíquico capta el dolor del paciente, especialmente si a consecuencia del esfuerzo de concentración mental realizado, o por cualquier otra causa, su organismo se halla agotado.
Agrippa von Nattesheim, alquimista y astrólogo medieval, nos dice, en su Occulta Philosophia:"Hay una ciencia solamente conocida de unos pocos, una ciencia de iluminar e instruir la mente para que ésta se vea elevada, de un solo salto, desde la oscuridad de la ignorancia a la luz de la sabiduría, lo cual se logra principalmente a través de una especie de sueño artificial en el que el hombre olvida el presente y percibe el futuro mediante la inspiración divina.
Los malvados incrédulos pueden ser desposeídos de este poder por medios secretos".
La curación de los enfermos, verificada en primer lugar mediante el establecimiento del vínculo de la imposición de manos y seguidamente por la trasmisión del pensamiento, ha sido conocida por los pueblos primitivos y la historia de esos métodos puede ser rastreada a través de las civilizaciones india y egipcia y en la historia de los hebreos, contenida en el Antiguo Testamento, en donde los casos de curación psíquica son innumerables.
Én las esculturas egipcias se puede observar al agente curandero con una de sus manos aplicada sobre el estómago y la otra sobre la espalda del enfermo; así como también existen relatos, acerca de los primeros misioneros en China, algunos de los cuales fueron curados por medio de procedimientos no ortodoxos.
La historia está llena de casos de curaciones realizadas por el procedimiento psíquico.
El doctor Phineas Parkhurst Quimby, que vivió entre 1802 y 1866, adquirió fama de curar por medios mentales, siendo el primero que empleó las denominaciones de "ciencia cristiana" y "curación mental".
En dicho empeño le ayudó un joven clarividente y lo más interesante de dicha asociación fue que el doctor Quimby llegó a la conclusión de que el paciente iba trasmitiendo mensajes telepáticos a su clarividente amigo, quien luego formulaba su diagnóstico a través de la lectura de los pensamientos del sujeto enfermo.
Sobre lo que no cabe duda es que el doctor Quimby fue un verdadero pionero de la moderna curación mental.
Él inició el interés por el estudio de la "ciencia cristiana"; pero fue uno de sus discípulos quien dio a conocer al mundo dicho sistema curativo.
Entre sus muchos discípulos se destacó Mary Baker Eddy, la cual se aferró a la premisa de que la mente humana puede trasmitir mensajes a una persona enferma y si tales mensajes son en realidad positivos, la enfermedad puede llegar a ser superada y en muchos casos curada.
Mary Baker Eddy es precisamente el mayor exponente del poder de la mente sobre la enfermedad. Ella es la verdadera madre de la Ciencia Cristiana, fraternidad religiosa que sostiene y enseña que la mente humana tiene la facultad de vencer completamente a la enfermedad.
El Nuevo Pensamiento es otra religión emparentada con la Ciencia Cristiana, de la que no obstante difiere por cuanto no rehuye el empleo de medicamentos en la curación de las enfermedades. Los miembros de esta religión han logrado numerosas curaciones a distancia mediante el envío de vibraciones positivas a los enfermos, clara prueba del poder de la mente.
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