Al ubicar un cristal frente a una persona, la frecuencia de onda que éste emite ayuda a armonizar los desequilibrios que se encuentran en el aura humana, restableciendo el orden.
Una gran parte de éste trabajo lo efectúa la claridad y pureza de cada piedra, pero también es responsable en mayor grado el color, que posee también una vibración determinada.
Se ha comprobado que las vibraciones de los cristales llegan directamente al hipotálamo, y que éste se encarga de distribuirlas por todo el sistema endocrino.
Así, los colores de los cristales llegan más fácilmente a los chakras que emiten la misma onda de energía.
La diferencia de tamaño entre uno y otro, no altera la calidad energética que éste pueda irradiar.
Un cristal de cuarzo (de una sola punta, o dos, o varias como en el caso de una drusa), es capaz de aumentar considerablemente el campo magnético de las vibraciones del punto de cual parten (esto es, independientemente de que sean grandes o pequeños)
Sí es importante tener en cuenta la calidad del cristal, pues de ella dependerá la fuerza con que emita las vibraciones (la velocidad de onda).
Los cristales más claros y brillantes, son los que poseen mayor potencia, mientras que los opacos u oscuros, trabajan a menor velocidad, si bien algunos pueden tener finalidades más específicas.
La acción de la gemoterapia no es inmediata, sino que requiere de tiempo y paciencia, pero es duradera ya que interviene también en los procesos mentales, ayudando, siempre y cuando cada uno lo permita, a armonizar la energía del pensamiento.
En suma, un cuarzo o cualquier otro tipo de cristal puro, puede equilibrar las energías personales como así también de los lugares donde se usan, razón por la cual siempre es útil tener uno cerca, acompañándonos en cada momento.
Como experiencia bastaría, aunque nunca se haya sentido la vibración de la energía, con tomar un cristal de cuarzo claro entre las manos.
Si el cristal es lo suficientemente grande o en el caso de que sea pequeño se elegirá entre los de mayor vibración, solo será necesario cerrar los ojos durante unos instantes mientras se respira profundamente y lo que a simple vista parecía inerte, comenzará a mostrar vida.
Esta vibración no tiene un solo modo de manifestarse, pero generalmente puede sentirse en forma de cosquilleo, de latidos, o simplemente como una manifestación de calor entre las manos.
Cualquier sensación diferente que se perciba en las manos es válida: lo que se percibe es la energía del cristal.
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