Después de una separación, se le suele sumar al abatimiento y la ansiedad un sentimiento de culpa.
A veces, este sentimiento de culpa aparece durante el proceso de separación y puede llegar a impedir la ruptura.
Tanto para la persona que deja a la otra, como la que es dejada, la culpa queda como un residuo emocional tras la separación.
Aquella persona que da por terminada la relación puede sentirse culpable por causar malestar, herir a su pareja o por tirar por la borda los proyectos que tenían en común.
Por otro lado, quien se siente dejado experimenta la culpa por no hacer cuanto estaba a su alcance o no haber enmendado a tiempo la relación; esto lleva a sentir dolor, ira y celos.
Así como, ante la muerte de un ser querido, entramos en un proceso de duelo, lo mismo ocurre ante la ruptura de la relación, pues ambos se consideran pérdidas.
De compartir la vida con otra persona pasamos a sentir un vacío y unos sentimientos contradictorios, donde la culpa está presente.
Sin embargo, la culpa puede bloquear el proceso de duelo y convertirse en una carga pesada y estéril. Dependerá, entre otras cosas, de lo que significó la relación o de cómo se llevó a cabo la separación. Pero, tanto si la culpa se dirige hacia uno mismo o hacia el otro, hay que equilibrar la visión de las cosas.
Ahora, ¿por qué aparece el sentimiento de culpa?
Básicamente, porque consideramos que hemos transgredido alguna norma de nuestro código moral interno.
Para dar unos ejemplos, podríamos pensar que si alguien tiene la creencia que dejar a alguien, o no responder a sus llamadas, o no dar una nueva oportunidad es malo, la culpa aparecerá para recordarle que debe encaminarse de acuerdo a esas normas.
Algunas mujeres no pueden dejar a sus maridos maltratadores, pues su código interno les dicta que separarse de una persona es incorrecto.
Así funciona nuestro sentido de la responsabilidad, el cual varía de una persona a otra.
El problema radica en que si se defienda este código de manera estricta e incondicional, sin tener en cuenta que necesitamos adecuarlo a la situación actual, nos será muy difícil superar el estado de duelo por la ruptura.
Reconocer la norma y cuestionarla nos ayudará a descubrir la creencia que hay por detrás de ella y poder superar la culpa.
Flexibilizar, adaptar y hasta modificar nuestros códigos de conducta internos no es tan sencillo y, por lo general, necesitaremos de ayuda externa para lograrlo.
Por último, resulta útil recordar que una relación siempre es cosa de dos, y es responsabilidad de ambos el crecimiento o empobrecimiento de la misma.
Si miramos sólo los defectos de una parte, no somos realistas, no ayuda y suele originar culpa. Eximirnos de la culpa excesiva, requiere recuperar un mayor sentido de la realidad, a fin de aceptar la responsabilidad que corresponde a ambos miembros de la pareja.
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