Casandra fue hija de Príamo y Hécuba, los reyes de Troya. Su hermano gemelo es Heleno.
Cuando ambos nacieron, se dio una gran fiesta en el templo de Apolo, a cierta distancia de Troya.
Al caer la noche todos se marcharon, olvidando a los niños en el templo, pues los reyes pensaron que los llevaban sus criados, y los criados creían que los llevaban los reyes.
Al día siguiente se descubrió el error, y al ir a recogerlos al templo los encontraron dormidos, mientras dos serpientes les pasaban la lengua por los órganos de los sentidos, para purificarlos.
Ante los gritos de los aterrados reyes los reptiles se retiraron a los laureles sagrados del recinto.
La purificación de las serpientes les concedió a los niños el don de la profecía.
Generalmente se dice que Casandra recibía su inspiración de Apolo, que tomaba posesión de ella para profetizar en su delirio.
Heleno era arúspice, adivinando el provenir por medio de las entrañas de los animales.
Por otro lado una leyenda dice que Casandra recibió este don directamente de Apolo, quien le ofreció enseñarle el arte de la adivinación si ella aceptaba acostarse con él.
Casandra aceptó, pero cuando Apolo exigió que cumpliera su parte del trato ella se rehusó, pues deseaba conservarse virgen.
Apolo se enfureció, pero como no podía retirarle el conocimiento del futuro escupió en su boca, condenándola a que nadie creyera sus profecías.
Las profecías de Casandra se referían principalmente a Troya.
Fue ella quien predijo que el joven Paris, quien se había presentado en la ciudad para unas competiciones, traería la desgracia a los troyanos.
Estaba a punto de lograr su muerte, pero reconoció finalmente en él a su hermano, que había sido sido separado de su familia al nacer cuando un oráculo reveló que sería causante de la destrucción de Troya. Al conocerse su identidad fue recibido con alegría por Príamo y Hécuba, sus padres.
Cuando París viajó a Grecia y raptó a Helena, esposa de Menelao, para llevarla a Troya como su mujer, fue también Casandra quien vaticinó que este acto acarrearía la destrucción de la ciudad, mas por la maldición de Apolo nadie le creyó.
Poco después iniciaba la Guerra de Troya.
En la guerra el primogénito de los reyes, Héctor, quien era el gran héroe de Troya, fue muerto por Aquiles, quien ató el cuerpo a su carro de guerra.
Príamo sale a solicitar al héroe griego la entrega del cuerpo de su hijo.
Cuando regresa, fue Casan- dra la primera en adivinar que traía consigo el cuerpo de Héctor, su hermano.
Al acercarse el final de la guerra, los griegos abandonaron el campo, dejando un gigantesco caballo de madera como homenaje a Troya.
Los troyanos estaban aliviados y felices por el fin de las batallas, y quisieron introducir el caballo a su ciudad.
Casandra se opuso enérgicamente, apoyada por el sacerdote Laocoonte.
Casandra repetía que el caballo estaba lleno de guerreros griegos y predijo el destino de las mujeres de Troya capturadas por los griegos, pero nadie creyó en sus palabras.
Cuando Lao- coonte murió con sus hijos al tratar de salvarlos de unas serpientes surgidas del mar, los troyanos creyeron que había sido castigado por oponerse a recibir el regalo de los griegos. Introdujeron el caballo en la ciudad, y en la noche los griegos que estaban ocultos en su interior lograron abrir las puertas de Troya a los ejércitos de Grecia.
Durante el saqueo de la ciudad Casandra se refugió en el templo de Atenea, aferrándose a la estatua de la diosa.
Es capturada por Ayax, pero éste hizo que la estatua se tambalease sobre su base.
Este sacrilegio movió a los griegos a juzgar a Ayax y condenarlo a muerte, pero él se refugió en el mismo templo.
Casandra fue entregada a Agamenón, rey de Micenas, quien la tomó como concubina y procreó en ella dos gemelos, Teledamo y Pélope.
Cuando puso pie en Micenas, Casandra pronunció su última profecía, diciendo que su muerte tendría dos filos. Agamenón estaba casado con Clitemestra, hermana de Helena.
Cuando Agamenón regresó a su patria con Casandra, Clitemestra se enfureció de celos, y en la celebración de la victoria y el regreso asesinó a Agamenón y a Casandra con un hacha.
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