Si se arrojan los dados un gran número de veces, se verá que los puntos marcados son casi iguales, esto es, que habrá igual número de unos, de dos, etc.
Arrójese una moneda al aire, y al caer dará cara o cruz.
Pero si se arroja un número de veces suficiente, las y las cruces se igualarán.
Pero todo cae bajo la operación de la Ley de Causa y Efecto, y si pudiéramos examinar todo el eslabonamiento de causas veríamos claramente que era sencillamente imposible que el dado cayera en otra forma que en la que cayó, bajo las mismas circunstancias y al mismo tiempo.
Siendo las mismas causas, se produce siempre el mismo resultado.
Toda ocurrencia tiene su causa y su porqué. Nada ocurre sin causa, o, mejor dicho, sin una cadena de causas.
Al considerar este principio muchos se quedan confusos, porque no pueden explicar como una cosa puede ser causa de otra, esto es, ser la primera creadora de la segunda.
En realidad, ninguna cosa puede producir o crear otra. La causa y el efecto residen meramente en los sucesos.
Un suceso o acontecimiento es lo que viene, llega u ocurre como consecuencia o resultado de un acontecimiento o evento anterior.
Ningún acontecimiento crea otro, sino que no es nada más que el eslabón precedente en la gran cadena coordenada de sucesos que fluyen de la energía creadora del Todo.
Hay una continuidad de solución entre todos los acontecimientos precedentes, consecuentes y
subsecuentes.
Existe siempre una relación entre todo lo que ha pasado y todo lo que sigue.
Una piedra se desprende de la montaña y se aplasta contra el tejado de una granja situada en el valle vecino. A primera vista parece obra de la casualidad; pero si se examina la materia se encontrará una gran cadena de causas tras ese acontecimiento.
En primer lugar estaba la lluvia que ablandó la tierra que sostenía a la piedra, permitiéndole así caer; antes de esa causa estaba la influencia precedente del Sol y de otras lluvias, las que gradualmente fueron desintegrando la piedra de la roca; antes aún, estaban las causas que contribuyeron o produjeron la formación de la montaña y su elevación sucesiva por medio de las convulsiones de la Naturaleza, y así ad infinitum.
Además podemos revisar las causas de la lluvia, podemos considerar la existencia del tejado. En una palabra, pronto nos encontraríamos envueltos en un laberinto de causas y efectos del que pronto tendríamos que luchar para escaparnos.
Así como un hombre tiene dos padres y cuatro abuelos y ocho bisabuelos, y dieciséis tatarabuelos y así sucesivamente, de manera que al cabo de cuarenta generaciones se calcula el número de antecesores en muchos millones, así también suceden con el número de causas que subyacen tras el suceso o fenómeno más nimio, tal como el paso de un liviano trocito de carbón llevado por el viento. No es nada fácil seguir la pista de esa partícula de hollín hasta los primitivos períodos de la historia del mundo, cuando formaba parte de un macizo tronco, que más tarde se convirtió en carbón, y así sucesivamente, hasta el momento en que pasaba volando ante nosotros en busca de otras muchas aventuras.
Y una poderosísima cadena de acontecimientos, de causas y efectos, la llevó hasta su actual condición, y ésta no es más que uno de los tantos sucesos de la cadena, y que seguirán produciendo más y más eventos durante centenares y centenares de años a contar desde ahora.
Una de las series de acontecimientos originados por esa partícula de hollín flotante ha sido el escribir estas líneas, lo que ha obligado a un tipógrafo a realizar cierto trabajo; esto despertará en vuestras mentes ciertos
pensamientos, así como en las de los demás, los que a su vez afectarán a otros, y así sucesivamente, hasta donde la mente no puede alcanzar, y todo por el simplismo vuelito de una partícula de hollín, todo lo cual muestra la relatividad y asociación de las cosas y la deducción consiguiente de que nada hay grande ni pequeño en la mente que todo lo creó.
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