- La conquista de uno mismo y la consecución de la libertad interna representan el propósito esencial del guerrero espiritual.
Le proporciona así un especial significado a la existencia, que comienza a contar y tener su propio peso específico segundo a segundo, momento a momento.
- Para alcanzar la libertad interior y completar la conquista de uno mismo y la evolución consciente, el guerrero espiritual instrumentaliza toda actividad, circunstancia y situación para crecer, elevar la consciencia, desarrollar la comprensión lúcida y disponerse a ser tocado por la Sabiduría. Asida la bienvenida a todo lo que se presenta en su camino existencial, por doloroso que resulte.
Nada ensimismo es un obstáculo si se convierte en soporte de realización.
- Cultiva su temple. Es a la vez recio y manso, controlado y fluido. No descuida la actitud de coraje, enfrentando miedos y temores.
Aprecia la destreza y bruñe su carácter de guerrero con la meditación, la verdadera motivación y la apertura a la corriente de energía despierta. Aprende a navegar en el nivel de lo cotidiano y en el de lo supracotidiano.
- Desconfía del ocio y no se entrega a la indolencia. Está presto. Se adentra. Siempre preparado para la autoconquista. Pero jamás es rígido ni compulsivo. Jamás es más indulgente consigo mismo que con los otros. Es su propio desafío y su propio reto. La apatía no tiene hueco en su ánimo. No cede alos achaques de la negligencia. Preserva el filo del discernimiento y sabe que la sabiduría se gana y no se adquiere gratuitamente. Así no deja que su voluntad se agriete.
- Si algo valora el guerrero por encima de todo es la paz interior. Nada es superior aun destello de auténtica paz. Pero esa paz es una lucha sin tregua contra los ardides del propio ego. Se gana con dolor y el guerrero espiritual sabe bien que no es patrimonio de los débiles y es por ello que aún en su propia debilidad encuentra fortaleza. Aprende a obtener ventaja hasta de lo más desventajoso. Transforma el veneno en néctar.
- El ánimo siempre vivo, renovado, aunque las heridas sean profundas y largas como un río. Del fracaso hace una enseñanza; de la derrota, una victoria; de la pérdida, una lección de ecuanimidad. Un ánimo vital, pero sosegado. Un ánimo que se mantiene incluso ante la muerte y le permite reconciliarse con ella con elegancia y lucidez. Ese es el ánimo que le permite superar la angustia que atenaza a todo ser humano en situaciones especial mente difíciles. El guerrero procede como si esa angustia no se presentase..., aunque se presente.
- El guerrero espiritual se sirve de todos sus recursos para completar la conquista de sí mismo. Sabe abandonarse lo suficiente, pero nunca se abandona en demasía. Espera sin esperar. Cree en todo sin creer en nada. Es una paradoja viviente, porque la vida misma es la gran paradoja por la que él transita. Asume, pero no desfallece. Se retira a su intimidad abismal cuando es necesario. A veces es asaltado por la inmensa soledad de todo guerrero, pero es la batalla que mejor sabe librar. Soledad sí, pero no desvalimiento. Hay sabor de plenitud e infinitud en la desenfrenada soledad del ser humano. El guerrero se alimenta con ese sabor.
- El guerrero es un explorador de toda posibilidad, toda experiencia, todo itinerario. Su curiosidad es muy viva, aunque no compulsiva. De todo aprende, a todo le saca su inspiración. Se sabe instrumento de un poder cósmico y confía en su energía de criatura viviente. Si sus fuerzas están a punto de agotarse, se refugia en la cueva de su corazón. Recupera el espíritu del guerrero, es su mayor tesoro, su más espléndida riqueza.
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