"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo.
Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible.
Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas.
Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
Fecha: 15 de Junio - 853 -
País: España
Otras formas del nombre: Benildis
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santa Benilde, mártir, que, ya anciana, encontró la muerte en la persecución desencadenada por los sarracenos.
Era bastante anciana ya cuando se desató en su Córdoba natal una persecución califal contra el cristianismo de las que hacen época; nunca mejor dicho: la gran era de los mártires cordobeses.
Desde hacía dos años no cesaban los muertos por la fe cristiana.
San Fandila, sacerdote natural de Guadix y gran catequista, fue degollado por su actividad cristiana el 13 de Junio de este año 853 y al día siguiente lo fueron santa Digna, religiosa contemplativa, y san Félix, monje de un convento de la capital y natural de Alcalá de Henares.
Es decir, todo cristiano significativo estaba siendo eliminado para desarraigar la fe de Cristo y "evangelizar" Córdoba en el espíritu del Corán.
Como los moros eran bien conocedores de las costumbres cristianas, después de la ejecución, se quemaban los cuerpos de los mártires y sus cenizas las esparcían en el río Guadalquivir para evitar la creación de santuarios en las tumbas de los mártires.
Benilde, a pesar de sus muchos años, se llenó de valentía evangélica, alzó su grito de libertad en contra de la tiranía y proclamó en voz alta que prefería la fe a la vida y la coherencia creyente al silencio cómplice con aquel "terrorismo de estado".
Su gesto claro, generoso y valiente le costó el cuello y también fue incinerada para desperdigar sus restos en el río.
Dicen los entendidos que las aguas del Guadalquivir bajan, desde entonces, "contaminada" por el único barro que, en lugar de ensuciar, fecundan a la Iglesia andaluza: la riada del amor que no puede engañarse ni engañarnos.
No, si ya veréis como los viejos que están cerca de la Iglesia van a poder darnos, al final, más de una lección de vida comprometida con el evangelio.
Benilde era una mujer cordobesa de mucha piedad y decisión, ya entrada en años. Al día siguiente del martirio de los santos Anastasio y compañeros, ocurrido el 14 de junio de 853, concurrió ella animosamente al cadí y confesó abiertamente la divinidad de Jesucristo, al tiempo que rechazaba la religión del Corán.
Fue inmediatamente degollada por ello y su cuerpo unido a los de los mártires anteriores hasta que días más tarde se ordenó su cremación y sus cenizas fueron arrojadas al Guadalquivir.
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