El Reiki actúa no sólo a nivel físico sino que se refleja en el nivel emocional, espiritual y mental, devuelve a todos nuestros niveles a su estado natural de equilibrio otorgando una sensación de bienestar y alegría.
Para realizarlo no requiere lugares especiales o materiales determinados, solo basta las ganas de dar y recibir Reiki.
Tanto el que da o el que recibe Reiki sienten los efectos de la sanación, ésta se percibe como un estado de equilibrio, armonización y serenidad.
Los estados de equilibrio se deben a la armonización de los distintos centros energéticos (chacras), provocando distensiones musculares, vitalidad y mayor energía.
En un proceso de curación por imposición de manos, muchas personas rompen a llorar, eso se debe a que el Reiki desbloquea las emociones reprimidas liberando lo que no necesitamos y fortaleciendo nuestra autoestima.
Con el Reiki sentimos mayor vitalidad, disminuye el cansancio y estimula nuestro ánimo. Conectándonos con lo bello de la existencia "nosotros mismos" y recordando "quienes somos"
Para la mente, al entrar en un estado de profunda relajación, reduce el ritmo cardíaco y aquieta inquietudes y preocupaciones hay como una tregua mental de serenidad.
Al estar conectado el cuerpo y la mente se toma contacto con las verdaderas razones de diferentes estados anímicos o pensamientos desvirtuados de la realidad permitiendo su sanación.
En los procesos de sanación, generalmente de cuatro sesiones seguidas, la persona puede sentir sensaciones de calor, frío, corrientes de energía que fluye, puede ver colores, imágenes, recuerdos, sentimientos de amor, pureza, serenidad, paz, etc. Dependerá de cada persona en particular.
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