Dicen los antiguos cabalistas que primero existieron las letras y después Dios creó el mundo.
El alef, primera letra del alfabeto y primera letra del Génesis -primer libro del Antiguo Testamento es un símbolo simétrico, que demuestra la exacta correspondencia entre el macrocosmos y el microcosmos.
Tanto los seres humanos como el resto de las manifestaciones físicas en la Tierra somos una copia, en dimensiones pequeñas, del Universo.
“Así como es arriba es abajo”, nos revela el alef.
El contemplar las formas de las letras es uno de los ejercicios místicos más poderosos y tiene por objetivo estimular ambos hemisferios cerebrales al mismo tiempo.
Necesitamos la inteligencia racional y la intuitiva para comprender el mensaje secreto que existe en cada símbolo linguístico.
Según la Cábala de Abulafia, un maestro español del siglo XIII; el alfabeto hebreo es un objeto de contemplación mística capaz de inspirar la vida más profunda del alma y sustraerla de las percepciones ordinarias.
El método elaborado por este cabalista se llama Hojmat ha -tseruf, es decir, “la ciencia de la
combinación de letras”, y es una guía Práctica para meditar con la ayuda de las letras del alfabeto escrito y sus configuraciones.
Cada símbolo considerado aisladamente no tiene un significado único y esto es una ventaja
para la meditación, porque, de este modo, se evita que el símbolo adquiera una fuerza poderosa ajena al control del meditador y pueda perturbar el estado de abstracción.
La razón de que para la doctrina cabalista los símbolos encierren un sentido oculto es el lenguaje divino es la sustancia misma de la realidad.
Las cosas existen en virtud de su grado de intervención en el gran Nombre de Dios, que se revela en todo lo creado.
El lenguaje, que expresa las ideas originales de Dios, está formado por las letras del abecedario y, por lo tanto, ellas son los primeros objetos de la realidad espiritual, de la comprensión y el conocimiento más profundos.
Recomendaba Abulafia que el iniciado se abocara con amor a la contemplación y la pronunciación de las letras, ya que por esa vía ellas se combinan con el poder que encierran para formar la plegaria olvidada.
El lenguaje divino se encierra en las letras y permite al iniciado arribar a un nuevo estado de conciencia.
Este estado es un movimiento armónico del pensamiento puro después de haberse apartado de toda vinculación con los sentidos y puede ser comparado con la música.
El método sistemático de meditación enseñado por Abulafia provoca una sensación muy cercana a la que se experimenta al oír una melodía armoniosa.
Así lo describió Abulafia en uno de sus libros inéditos.
Habéis de saber que el método del tse ruf puede compararse con la música pues el oído percibe los sonidos y los sonidos se combinan según la naturaleza de la melodía y del instrumento empleado.
Asimismo, dos instrumentos diferentes pueden formar una combinación y, si los sonidos se combinan armónicamente el oído de quien escucha experimenta una sensación agradable al reconocer sus diferencias.
Las cuerdas que toca la mano derecha o la izquierda vibran, y su sonido es dulce al oído.
Y desde el oído la sensación llega al corazón y del corazón al bazo (el centro de las emociones y la percepción de las diferentes melodías produce nuevos placeres.
Es imposible producirlos sin la combinación de sonidos, y esto también es aplicable a la combinación de letras.
Se toca la primera cuerda, que es comparable a la primera letra, y luego se pasa a la segunda, a la tercera, cuarta y quinta, y así se combinan los diferentes sonidos.
Y los secretos que se expresan por medio de estas combinaciones deleitan el corazón, que reconoce a su Dios y se siente colmado de una alegría siempre nueva.
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