El objetivo del yoga es la expansión de la conciencia humana, de modo que termine identificándose con la conciencia universal.
Ello se conseguirá mediante la realización del principio espiritual último que hay dentro de nosotros mismos, aquél que está por encima de lo físico y lo mental, y es de hecho, nuestro verdadero Ser Eterno.
Para lograrlo, habremos de aprender a reconocer los diferentes principios o niveles existentes en nuestro interior; dicho de otro modo, tendremos que aprender a distinguir lo mas fino de lo más grosero.
Habremos de aprender, por tanto, a controlar estas energías y a trabajar con ellas, hasta comprender que toda la vida es energía en diferentes tasas de vibración.
Los chakras son estas energías del propio sistema; son los centros vitales de fuerza en los diferentes lugares de experiencia o conciencia del sistema humano.
En sánscrito chakra significa rueda, y estos centros de energía pueden verse como ruedas o vórtices de fuerza.
Las energías asentadas en estos niveles se manifiestan por medio de estos centros de fuerza vital.
Los chakras pueden entrar en un estado de disfunción, no solo por estar demasiado abiertos, sino también por girar lentamente por causa de algún bloqueo de origen emocional.
Una vez identificada la disfunción relacionada con los desafíos particulares de la vida, es fácil dirigirse a los chakras que necesitan una atención particular y aplicar los métodos necesarios para equilibrarlos.
Sin embargo hay que pensar siempre en el sistema de chakras en su totalidad, y en que cada uno funciona en armonía con los otros, para llegar a tener una sensación de bienestar completo.
Cada chakra funciona en una frecuencia óptima y exclusiva que determina su color y sus otras características.
Sin embargo, esa frecuencia se puede ver afectada negativamente por la recepción de una energía excesiva o insuficiente desde la fuerza vital del universo.
En esos momentos, será útil ejercitar la mente reflexionando sobre los arquetipos vinculados con los chakras.
Los arquetipos son los modelos o temas universales de la condición humana, ilustrados mediante mitos, cuentos de hadas e incluso las películas modernas y que nos proporcionan una comprensión de nuestras experiencias emocionales: tanto lo que somos como aquello en lo que nos gustaría convertirnos.
Las historias arquetípicas polarizan las decisiones que tomamos al abordar los retos de la vida: si optamos por el valor o la cobardía, por la paciencia o la impetuosidad, por el pensamiento o por la acción.
Hay momentos en que tanto los arquetipos funcionales como los disfuncionales son valiosos para el crecimiento espiritual. La comprensión de cómo influyen éstos en nuestras vidas nos puede ayudar a tomar las riendas de los retos emocionales a los que nos enfrentamos diariamente, para que así podamos elegir una dirección diferente y pasar a una nueva fase de desarrollo.
Prof. María Elena Terenzano
Prof. Paula Cruz
Siguiente
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu Comentario