De las más de cien pirámides que se recortan contra cielo egipcio, las de Giza son las de mayor fama, por ser las de mayor tamaño.
Galardonadas con los premios World Travel como la principal atracción turística a nivel mundial, son un emblema insoslayable de la cultura antigua en Egipto.
Están situadas en las afueras de El Cairo, y fueron construidas por tres faraones que les dieron sus nombres: Keops, Kefrén y Micerinos.
De estas dos últimas suele creerse que forman parte de un complejo que constituye una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, pero eso sólo es cierto para la mayor de ellas, Keops. Kefrén, por su parte, fue considerada durante algún tiempo como la pirámide de mayor tamaño, ya que se encuentra en un plano más alto que las otras, pero con posterioridad se descubrió que mide tres metros menos que Keops.
Es fácilmente reconocible porque su cúspide conserva restos del recubrimiento original hecho en piedra caliza, del que sus hermanas ya no exhiben ni una muestra.
En el recinto correspondiente a su cámara funeraria se encuentra un sarcófago negro.
En 1818 fue descubierto por el egiptólogo Giovanni Belzoni, que sólo halló en su interior huesos de vaca.
La Pirámide de Micerino, construida al faraón de la Dinastía IV, del mismo nombre, fue conocida en épocas remotas como “La Pirámide Divina”. Es la única que cuenta con pirámides satélites: son tres y pertenecen a reinas de la antigüedad.
En el interior de Micerino fue encontrado un sarcófago de basalto, que contenía otro de menor tamaño, hecho de madera. En éste último se hallaba una momia, que en un primer momento se supuso sería el cuerpo de Micerino. Pero los estudios científicos determinaron que los restos no pertenecían al faraón.
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