Sansón es el último juez de quien se habla en este libro de los Jueces. Es una historia muy instructiva. Los hijos de Israel habían vuelto a hacer el mal, y Jehová los había entregado en las manos de los Filisteos quienes os dominaron cuarenta años. Estos, no eran como los Moabitas y Amonitas, pueblos que moraban fuera de la Tierra de Canaán; habían sido dejados en la tierra, por los israelitas, y ahora, al ser infieles para su Dios fueron abandonados a estos despiadados enemigos.
— Los israelitas clamaron nuevamente a Dios para ser librados.
— No se nos dice esto. Los israelitas habían descendido tan bajo que parecían haberse acostumbrado y aceptado a este yugo extranjero sin buscar liberación. Fue durante estos cuarenta años de dominación Filistea, que Sansón ejerció su cargo de juez, y vemos a veces a los mismos israelitas apuntando contra él. Una vez hasta fueron para criticarle sus hazañas en contra de los enemigos de su pueblo, e igualmente quisieron entregarlo en sus manos. ¿«No sabes tú» , le dicen, «que los filisteos dominan sobre nosotros»? (Jueces 15:11). Lo que caracteriza a Sansón es que está solo en contra de los Filisteos, sin encontrar ayuda y sostén de sus hermanos israelitas.
— El Señor Jesús fue también el único en medio de su pueblo. Porque pocos seguían sus pasos
— Tienes razón y bajo este relato Sansón es un tipo muy bello del Señor. Sólo, preparó por medio de sus victorias, la liberación de los israelitas, finalizada por Samuel y David, y en su muerte, derribó el poder del enemigo. Sansón fue dedicado a Jehová desde su nacimiento.
— ¿Entonces sin que los israelitas lo hubieran pedido Jehová les preparó y les envió a un libertador?
— Sí, y así es como Dios también nos envió a su Hijo para salvarnos cuando estábamos lejos de Él y cuando no pensábamos en Él. Como lo dice más tarde el profeta: «fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí.» (Isaías 65:1). Si los israelitas olvidaban a su Dios, El no olvidaba al pueblo que había elegido.
— El apóstol Pablo dijo: «Si fuéremos infieles, El permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo» (2 Timoteo 2:13). ¿Piensas que esto pueda aplicarse a los israelitas?
— Sí, y a nosotros también. Nos sucede muy a menudo, por desgracia, que faltamos a su confianza, pero Dios siempre es el mismo. Su amor no cambia, aunque a veces esté obligado a castigar a los suyos cuando se extravían.
— ¿De que tribu era Sansón? ¿Los padres de Sansón eran israelitas fieles?
— Sus padres eran de la tribu de Dan, cuyo territorio estaba muy cerca de la tierra de los filisteos, habitaban en Zora. Todo lo que se nos dice acerca de ellos demuestra que eran israelitas piadosos, que conocían a Jehová y eran atraídos hacia Él a pesar de la infidelidad general. Ya lo hemos visto en Gedeón, y lo vemos también en los tiempos del Salvador donde, en medio del formalismo del común del pueblo, se encontraban almas como Zacarías, Elizabeth, José, María y Ana. Es un gran consuelo saber que, en los tiempos más sombríos, Dios tiene siempre sus testigos. El padre de Sansón se llamaba Manoa, pero no se nos dice el nombre de su madre. Jamás habían tenido hijos y parecía que no esperaban tenerlo.
— Era como Abraham, y también como Zacarías y Elizabeth, padres de Juan el bautista.
— En efecto, y sin duda era para ellos una gran pena. Pero Dios iba a consolarlos. Mientras la mujer de Manoa estaba sola, el Ángel de Jehová se le apareció y le anunció que iba a tener un hijo. Hasta su nacimiento, debía abstenerse de beber vino o bebidas fermentadas, y no comer nada impuro porque el niño debía ser nazareo, es decir ser consagrado a Jehová desde su nacimiento. La navaja no debía pasar por su cabeza, los cabellos largos eran la señal del nazareato (Números 6).
— El ángel Gabriel le había dicho a Zacarías, que tendría un hijo que también sería nazareo. Y Jesús fue el nazareo perfecto en toda su vida.
— Es verdad que en todo su andar nuestro precioso Salvador fue absolutamente puro y separado del mal, y debemos ser como El (Juan 17:19). El Ángel le dice también a la mujer de Manoa que su hijo comenzaría a libertar Israel de la mano de los Filisteos.
— Esto debió ser un tema de alegría para ella porque los israelitas fieles sin duda estaban muy afligidos al ver a los filisteos como les dominaban. Era una gran gracia que Dios le concedía y a su pueblo
— Después de haber oído estas buenas palabras, la mujer fue a decírselas a su marido. «Un varón de Dios vino a mí,» le dice, «cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre»
— No había reconocido quien le hablaba, había tomado al Ángel de Jehová por un hombre
— Apareció en efecto bajo la figura de un hombre, y ella le toma por un hombre de Dios o un profeta. Pero ella ve aproximadamente, por su aspecto, algo que la golpea y la turba porque olvida pedirle de donde era, y él no le dice quién era. Manoa, habiendo oído las cosas extraordinarias que le decía su mujer, desea mucho tener una total certeza. ¿Pero a quién dirigirse ya que no sabía el nombre ni la morada de aquel que había venido?
— Podía pedírselo a Dios ya que evidentemente el mensaje venía de Dios.
— Es lo que hizo Manoa, y su oración muy sencilla muestra su confianza conmovedora en Jehová. Suplica a Jehová Eterno y dice: «Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer. » (Jueces 13:8).
— Es una muy bella oración, el la pide humildemente
— Podemos estar seguros que le agradó a Dios porque cumplió a la voz de Manoa. Cuan hermoso es ver a Dios condescender a las súplicas de un pobre pecador y descender, por así decirlo, a su voz. El Señor mismo nos dice: «pedid, y recibiréis» (Juan 16 24). En respuesta a la oración de Manoa, el Ángel de Dios vuelve junto a la mujer, que estaba en los campos. Corrió prontamente para buscar a su marido, que vino y habló al Ángel: «¿Eres tú aquel varón que habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy» Entonces Manoa le pregunto como debía ser la manera de vivir del niño, pero el Ángel se limitó a repetir lo que le había dicho a la mujer.
— ¿Manoa reconoció en este hombre al Ángel de Jehová?
— No, creía que era un profeta. También le pidió que se quedara con ellos mientras se le preparaba un cabrito para su comida. El Ángel negó diciéndoles que ofrecieran más bien un holocausto a Jehová. Entonces Manoa le pidió su nombre con el fin de hacerle un obsequio cuando el niño hubiera nacido. El Ángel de Jehová le respondió: «¿Por qué preguntas por mi nombre, que es Admirable?»
— En efecto, muy admirable porque el era Dios.
— Este nombre que el Ángel le da nos aparece de manera más sorprendente si pensamos en el pasaje de Isaías cuando anuncia la llegada de Cristo. Lee Isaías 9:6:
« Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. ».¿El Ángel de Jehová no era el Señor Jesús? ¿Pero que hizo Manoa?
— Tomó el cabrito y la torta y los ofreció en holocausto sobre un peñasco que se encontraba allí.
—Es como cuando Gedeón se encontraba con el Ángel de Jehová
— Sí, y como en el caso de Gedeón, el Ángel le hizo saber en aquel momento quien era. Manoa había encendido el fuego para consumir el holocausto. Él y su mujer miraban el fuego subir del holocausto. Entonces el Ángel subió en la llama del altar y desapareció. Manoa y su mujer reconocieron entonces que era el Ángel de Jehová y cayeron sobre sus rostros para adorar.
— ¿Tuvieron miedo?
— El sentimiento de Manoa fue muy diferente al de su mujer. Dice : «Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto» El pecador que ve en Dios sólo su santidad y su justicia, bien puede temblar en su presencia y temer a la muerte. Pero el alma que ha reconocido en Dios su gracia y que lo aprecia, no tiene en absoluto temor. Es el caso de la mujer de Manoa. Había aprendido a conocer el carácter del Dios de misericordia y confiaba en Él. Respondió: « Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto. »
— Es muy cierto. El holocausto y el pastel eran ofrendas de olor agradable a Jehová (Levítico 1:17; 2:2). Estas ofrendas representaban al Señor Jesús quien se ofreció por nosotros a Dios (Hebreos 9:14; Efesios 5:2). Y si creemos en Él, no tenemos miedo de perecer.
— Tienes razón. ¿Pero no ves otra cosa en las palabras de Manoa?
— Dios había hecho una promesa que no hubiera podido cumplir si hubieran muertos. Y Dios es fiel
— Y era una promesa de gracia en un momento muy penoso, en un tiempo de ruina. La mujer de Manoa se lo apropia con fe, y así honra a Dios. Y tenemos que seguir su ejemplo
— Jehová cumple su promesa. La mujer de Manoa tuvo un hijo al que llamó "Sansón", lo que quiere decir " mi sol”. Y en efecto, era para ella así como para Israel, como un sol que se levantaba en la noche sombría donde se encontraba sumergido el pueblo de Dios.
— ¿Se nos dice algo con respecto a la infancia de Sansón?
— Solamente que crecía y Jehová le bendecía. Exteriormente, a los ojos de los hombres, el niño se desarrollaba como cualquier otro, pero era el objeto del favor especial de Jehová, que deseaba, por su medio, hacer bien a su pueblo.
— Se dice que el Señor Jesús crecía y se fortalecía, y el favor de Dios estaba con Él (Lucas 2:40, 52).
— Es verdad pero había una gran diferencia entre Él y Sansón. El Señor era el Hijo muy amado de Dios y sin pecado. Sansón era un pecador, y era solo por gracia que la bendición de Dios reposaba en él. No sabemos que edad tenía Sansón cuando el Espíritu de Dios comenzó a usarle. La Escritura nos dice que se fue a los campamentos de Dan, entre Zora y Estaos. Luego fue a una ciudad llamada Timnat, que había pertenecido a la tribu de Judá, pero los Filisteos se habían apoderado de ella y moraban allí. Allí Sansón ve a una chica filistea con la que quiso casarse.
— Pero esto no convenía. ¿Era sin duda una pagana y una enemiga de Israel, y la ley de Moisés impedía tales matrimonios? ¿No es así?
— Sí, según Éxodo 34:12; también sus padres le hicieron reparos; pero se nos dice que esto fue permitido por Jehová y además Sansón buscaba alguna ocasión contra los Filisteos. Dios permitía que Sansón siguiera con su propio pensamiento, con el fin de que sirviera para el propósito que Él tenía para comenzar a librar a Israel. Sansón insistió luego a sus padres que vinieron con él a Timnat. Entonces, por primera vez, se demostró su fuerza extraordinaria.
— ¿Fue en contra de los filisteos?
— No, primero no combatió con hombres. Como iba en camino hacia Timnat, un joven león rugiente vino a su encuentro. ¿Que habría podido hacer un hombre solo contra un león con su fuerza? Nada, pero Jehová quiso darle a Sansón una prueba del poder que podría desplegar en contra de los Filisteos. El Espíritu de Jehová lo tomó y, sin armas, desgarró al león tan fácilmente como lo hubiera hecho con un cabrito; luego puso a un lado el cadáver. Esto nos recuerda la victoria que el Señor consiguió sobre Satanás, el león rugiente (1ª Pedro 5:8-9). Y nosotros también, si somos fieles al Señor, superaremos las trampas del enemigo por el poder del Espíritu Santo. Sansón guardó en secreto su encuentro con el león, no les dice nada a sus padres.
— ¿Y esto porque?
— Pensaba que no era necesario divulgar el secreto de su fuerza. Era entre él y Jehová, y lo veremos bien cuando tenga que hacer uso de su fuerza en contra de los enemigos de Israel. También, no es necesario que el cristiano hable de sus experiencias íntimas. Basta que se vea, en su conducta, que Dios está con él. Sansón, algún tiempo después, volvió a pasar por el mismo camino y quiso ver el cuerpo del animal que había matado. El sol ardiente, y posiblemente los ciervos y cuervos, habían consumido la carne; quedaba sólo un esqueleto en el cual las abejas salvajes habían depositado su miel. Sansón lo comió y les llevó también a sus padres sin decirles de donde la había encontrado.
— ¿Podemos sacar alguna lección de esta miel que Sansón encontró en el cuerpo del león?
— Podemos saber que hubo gozo en nuestros corazones cuando el Señor nos dio la victoria sobre Satanás, y que somos capaces ahora de hacer participar a otras personas en la bendición que hemos recibido.
— ¿Sansón se casó con la filistea?
—Realmente esto no se nos dice. En todo caso, ella no vuelve para quedarse con el, Dios no lo permitió. Pero las ceremonias y las fiestas del matrimonio se efectuaron en Timnat durante siete días. Se le da a Sansón treinta compañeros o amigos de boda (ver Lucas 5:34; Juan 3:29), y, durante las fiestas, recordando su encuentro con el león, les propone que resuelvan un enigma. Acuerda con ellos que, si adivinan el enigma, les dará treinta vestidos de lino y treinta vestidos de fiesta; pero si no adivinaban, ellos le darían el mismo premio.
— Parece extraño ver a un hombre bendecido por Dios, un juez de Israel, mezclado así con aquello que oprimían al pueblo y hacer de ellos sus amigos ¿Cuál enigma les propuso?
— Con todo esto, Sansón procuraba poner a los Filisteos en su mal, para tener tema para atacarlos. El enigma era éste: « Del devorador salió comida, Y del fuerte salió dulzura.» Jueces 14:14). Y no pudieron adivinar. Irritados al ver que tendrían que pagar el premio convenido, amenazaron de muerte a la mujer de Sansón si no les conseguía la solución del enigma para decírselo. Insistiendo con fuerza y lágrimas, esta le sacó a Sansón aquello que hasta ahora les había escondido a sus padres. Ella les explicó el enigma a los compañeros de Sansón, y éstos le dijeron: « ¿Qué cosa más dulce que la miel? ¿Y qué cosa más fuerte que el león? »
— ¿Entonces Sansón llevaba la pena de haberse aliado con una Filistea, y haberle descubierto su secreto, no es así? ¿Tuvo que pagar el premio convenido?
— Sin duda, pero Israel no podía ser despojado en la persona de su juez. El Espíritu de Jehová tomó a Sansón y descendió a Askalon donde mató a treinta hombres filisteos, con sus despojos, y satisfizo su deuda. Luego volvió a casa de su padre. Su mujer se quedó con los Filisteos y su padre la dio en matrimonio a uno de los compañeros de Sansón al cual él había tratado como su amigo
— ¿Aprendió Sansón de esto?
—A pesar de la experiencia que había hecho, Sansón regresó a Timnat para ver a su mujer y allí, el padre de su mujer le narró lo que había hecho. Sansón así se dio cuenta que no podía tener relacion con los Filisteos y que solo podía tratarlos como enemigos. Lo que hizo puede parecernos muy extraño.
— Todo es muy extraño en su vida. No lo vemos como los otros jueces ponerse a la cabeza del pueblo. Actúa siempre sólo, y no comprendemos bien cómo esto podía contribuir en la liberación de Israel.
— El pueblo de Dios había caído a un estado tan deplorable, que se habían acostumbrado a la dominación de los Filisteos y no deseaban ser libertados. Pero los Filisteos podían ver que en medio de Israel había un poder divino que no podían resistir. Y era un consuelo para el pequeño número que esperaba en Jehová. Veían que Dios no abandonaba totalmente su pueblo.
— ¿Que hace Sansón con los Filisteos?
— Toma trescientas zorras, las junta cola con cola, y coloca una antorcha encendida entre las colas, luego las suelta en los sembrados de los filisteos Era el momento de la cosecha, las mieses estaban amontonadas y en gavillas, fueron secados por el sol
ardiente y todo fue quemado, hasta las plantaciones de los olivos.
— ¡Qué terrible desastre! ¿Buscaron los Filisteos como vengarse?
— Seguro que si, pero no fueron primero sobre Sansón. Se informaron sobre el autor de esta catástrofe, y sabiendo que Sansón estaba indignado porque su padre político le había dado su mujer a otro, ellos quemaron al padre y a su hija.
— Así esta mujer que había descubierto el secreto de Sansón para no ser quemada murió sin embargo del mismo suplicio. Si hubiera sido fiel a su marido, seguro que el la habría defendido ¿no?
— Seguro, pero ella no conocía a Sansón así que no podía tener confianza en él. Aquel que pertenece al mundo no puede conocer el secreto de la fuerza de aquel que pertenece a Dios. Todo hacía resaltar la enemistad de los Filisteos contra el pueblo de Dios. Sansón ve en el suplicio de la mujer que había querido tomar, un nuevo acto de hostilidad contra él. Cayó sobre los Filisteos donde hizo una gran masacre, luego se quedó en una cueva del peñasco de Etam, al sur de Belem
Los Filisteos no podían olvidar sus desastres y quien los había causado. Subieron con armas y vinieron para acampar sobre el territorio de la tribu de Judá, en un lugar llamado Lehi. Los hombres de Judá, asombrados de esta agresión, preguntaron a los Filisteos cual era el motivo de esta agresión, a la cual respondieron: « A prender a Sansón hemos subido, para hacerle como él nos ha hecho .» (Jueces 15:10).
— Los hombres de Judá se mostraron prestos para defender a Sansón
— Lejos de eso. Tal era la degradación de su abandono de Dios, que se aliaron a los Filisteos en contra Sansón. Tres mil hombres de Judá fueron hacia él y le dijeron: « ¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto? » El pueblo de Dios aceptaba tranquilamente esta dominación filistea y estaban dispuestos a entregar a aquel que Dios les había enviado como libertador
— -¿Que querían de Sansón los hombres de Judá?
—Atarlo con el fin de entregarlo en manos de los Filisteos
— ¿Sansón se dejó hacerlo?
— Su fuerza estaba entera, y nadie habría podido atarlo al menos que él mismo se entregara. Si los Filisteos hubieran tratado de tomarlo, habrían sentido una vez más el poder con la que Dios dotaba su brazo. Pero el juez de Israel no podía usar de su fuerza contra su pueblo, tan rebajado, tan cobarde y aunque fueran tan culpables. Se deja entonces atar después de haber hecho jurar a los hombres de Judá que no lo matarían. Lo trajeron a los Filisteos atado por dos cuerdas nuevas los cuales dieron gritos de alegría viendo a su enemigo entre sus manos. Su triunfo fue breve. ¿Que pueden las cuerdas más sólidas contra el poder de Dios? El Espíritu de Jehová vino sobre Sansón; las cuerdas que amarraban sus brazos se hicieron como estopa que arde en el fuego; los lazos que ceñían sus manos fueron rotos: Sansón estaba libre.
— Los Filisteos debieron tener gran espanto
— Eran todo un ejército contra él sólo, de modo que creyeron que podían vencerlo fácilmente. No conocían a Aquel que daba la fuerza a Sansón y que desviaba todos los dardos que iban en contra de el. También Sansón no tenía necesidad de tener armas de guerra en contra de ellos. Una mandíbula aun fresca de un asno se encontraba allí. La toma y usándola como de un mazo, mató a mil de sus enemigos. En vista de su triunfo, Sansón exclamó: « Con la quijada de un asno, un montón, dos montones; Con la quijada de un asno maté a mil hombres. » Luego tiró lejos de él su arma y a ese lugar le puso el nombre Ramat-lehi es decir la colina de la mandíbula, como recuerdo de su victoria.
— Pareciera que Sansón se atribuía solo la victoria y no pensaba que Dios era el que le fortalecía.
—Pronto Dios le conduce al sentimiento de su debilidad y de sus impotencias naturales y a su dependencia de Él. Sansón, después de su hazaña, tuvo una sed muy grande: era sólo un hombre. Pero en este lugar desierto, no había ninguna fuente, ningún pozo con agua. ¿Morirá de sed? Había podido matar a mil hombres pero es impotente para proporcionarse un vaso de agua. Entonces piensa en Aquel que le había dado la fuerza contra los Filisteos y que sólo Él podía ayudarle en esta extrema necesidad. Dios nos humilla así y nos hace sentir nuestra impotencia para allegarnos a Él. Sansón gritó a Jehová y dijo: « Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo; ¿y moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos?»
— Ahora no habla más de lo que el hizo, sino le dice a Dios: « Tú has dado»
— Y confiesa su debilidad y su impotencia. Es la mejor posición para que Dios bendiga. Vemos también en esto la fe de Sansón, que existe a través de toda su vida tan llena de grandes faltas. Jehová oye la voz de “su siervo”, como Sansón se nombra, e igualmente como en otro tiempo en Horeb había hecho salir agua del peñasco para quitar la sed de su pueblo, Éxodo 17, agrieta la cuenca que pertenecía a Lehi y salió de ella agua. Siempre ha sido el Dios de Israel. Sansón bebió y fue reanimado. Como recuerdo de esta liberación, tan maravillosa como la otra, esta fuente, continuó brotando como un testimonio de que Dios cumple las oraciones, fue nombrado « En-hacore » o « la fuente de aquel que clama».
— Es un lindo nombre. Es sorprendente ver cuántos lugares había en Tierra de Canaán que les recordaban a los israelitas las intervenciones de Dios en su favor.
— Es verdad. No podían dar un paso sin encontrar una huella de su bondad. Continuando con la historia de Sansón, llegamos a un triste período de su vida. Había ido a la franja de Gaza, ciudad de los Filisteos, y había conocido nuevamente a una mujer filistea. Los habitantes de la franja de Gaza, sabiendo que Sansón estaba en su casa, cerraron la puerta de la ciudad con el fin de sorprenderle y matarle cuando deseara salir. Pero Sansón se levantó en medio de la noche y, sacando los postes de la puerta con sus pilares, los cargó sobre sus hombros, y se lo llevó todo a la cumbre de la montaña que está frente a Hebron que recorre una distancia de varias leguas. Es un nuevo ejemplo de la fuerza maravillosa que Dios le había comunicado y conservaba en aquel que aun era nazareno.
— Es asombroso de ver a Sansón siempre volver entre los enemigos de Dios y de Israel.
— Posiblemente en los Filisteos había cosas que atraían a Sansón y de las que habría debido abstenerse. Vemos así, en toda su historia, que tenía confianza en si mismo y en su fuerza. Él mismo se seducía posiblemente pensando que yendo a los Filisteos, encontraría una ocasión contra ellos. Evidentemente, no se dejaba gobernar por el pensamiento de lo que le agradaba a Dios. Así es como a menudo jóvenes cristianos, no conociendo su propio corazón, y por el mundo que aun les atrae, se dejan llevar hacia el. Dicen: no hay nada malo en esto, no hay peligro si voy demasiado lejos, y quien sabe si no tendré la oportunidad de hacer el bien a tal o cual de mis amigos. Es un argumento fatal que solo puede venir del enemigo. Los que lo hacen tendrán, como Sansón lo hizo, pronto la amarga experiencia del peligro que hay al mezclarse con el mundo enemigo de Dios.
— Sansón habría debido estar sin embargo sobre aviso.
— Sin duda, pero Jehová deseaba hacerle conocer su propio corazón y aprendiera que toda su fuerza dependía sólo de Él. Sansón se unió a otra mala mujer llamada Dalila que moraba en el país de los Filisteos, en el valle de Sorec entre Askalon y la franja de Gaza. Los príncipes de los Filisteos, al ver que por la fuerza no podían dominar a Sansón, resolvieron probar por medio de la astucia y la seducción. Es el gran medio que Satanás utiliza desde el principio. Prometieron darle cada uno a Dalila mil cien siclos de plata si lograba sacar de Sansón el secreto de su fuerza, y ella lo consintió.
— ¿Sansón fue bastante insensato o infiel para decírselo?
— Cuando se entra en el mismo terreno del mundo, se deja seducir por él y se asocia con él, se va siempre más lejos. Perdemos la comunión con Dios y también toda la fuerza contra el mal. Dalila comenzó a hostigar a Sansón para que le entregara su secreto. Tres veces se burló de ella señalándole medios falsos de quitarle su fuerza, y tres veces se libró de los Filisteos apostados para agarrarlo.
— ¿No veía que Dalila le deseaba solo el mal? ¿Porque no la dejaba?
— Es lo que tenía que hacer, pero estaba cegado por el amor que sentía hacia ella. Es necesario permanecer cerca de Dios para escapar del pecado y del mundo. Sansón creyó sin duda que cansaría a Dalila engañándola, pero fue lo contrario, él fue quien se cansó. El mundo es demasiado fuerte para nosotros, solo Dios nos puede hacer vencedores. Dalila no quería a Sansón, prefería el dinero y quería la recompensa prometida. Continuó pues atormentándolo sin tregua hasta que él, el hombre poderoso, cansado de sus súplicas y agotado, fue vencido por una mujer débil. Le descubrió todo : « Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. » (Jueces 16:17). El diablo había triunfado; Sansón había descubierto el secreto de Dios y perdido su nazareato; el juez de Israel estaba vencido.
— ¡Que triste fin!
— Y que importante advertencia para que nos alejemos del lado de un mundo engañoso. El tiempo en el cual somos fieles a Dios, su fuerza es nuestra fuerza. Si lo abandonamos, llegamos a ser como el resto de los hombres. Sansón debió experimentarlo. Durante su sueño, la infame Dalila le hizo afeitar las siete trenzas de su abundante cabellera y su fuerza se aparto de él. Ella llamó entonces a los Filisteos que estaban escondidos cerca de allí para atraparlo. Sansón, al despertar de su sueño, creyó que nada había cambiado y dijo: « Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él. » ¡Qué palabra tan solemne! Nos dejamos enlazar por el pecado y, cuando queremos salir, encontramos que Dios ya no está allí.
— ¿Los filisteos le mataron?
— No, el juez de Israel no podía morir así. Habría sido un triunfo demasiado grande para los enemigos de Jehová. Pero Sansón debía ser castigado para su pecado; lo reclamaban la santidad y la justicia de Dios. Su vida fue perdonada, pero los Filisteos le reventaron los ojos y el orgulloso vencedor de en otro tiempo, atado por dos cadenas de bronce, debió girar la piedra de afilar en la prisión, como un vil esclavo.
— ¡Qué humillación para él!
— Sí, pero este tiempo de esclavitud y de soledad sin duda fue muy bendito para Sansón. Él mismo pudo volver y repasar su vida donde, tantas veces, se había dejado conducir por su temperamento fogoso e independiente, dejándose arrastrar por el mal. Y Jehová no olvidó a su pobre sirvo humillado. A sus ojos, siempre fue el que había escogido desde su nacimiento para comenzar a librar Israel de la mano de los Filisteos. No lo había abandonado para siempre. Los cabellos de Sansón, señal de su Nazareato, Números 6, empezaban nuevamente a crecer y, con ellos, volvería su fuerza. Los Filisteos ignoraban esto. Estaban muy felices de estar libres de este hombre que, aunque era uno, les provocaba terror. También los príncipes resolvieron ofrecer un gran sacrificio y celebrarle una fiesta a Dagon, su Dios, porque les había entregado entre sus manos a su terrible enemigo. El templo se llenó de una gran multitud de hombres y mujeres; los príncipes de los Filisteos estaban también allí, y tres mil espectadores se encontraban en la azotea. « Nuestro dios entregó entre nuestras manos a nuestro enemigo, y al devastador de nuestro país» (Jueces 16:24). Así, como en todas las fiestas paganas, sin duda se efectuó un gran festín. Y, cuando estuvieron excitados por el vino, quisieron gozar de la vista de su enemigo humillado y dijeron: « Llamad a Sansón, para que nos divierta .»
— Era muy cruel esto y debía sentirse muy dolido por esta injuria.
— En efecto, pero el castigo estaba próximo. Siempre cuando el mundo dice “paz y seguridad” el juicio está en la puerta, como nos lo muestran el diluvio, Sodoma y Gomorra y la venida del Señor en juicio (Lucas 17:26-30). Sansón pidió que lo condujeran cerca de las columnas de en medio donde reposaba todo el edificio, las agarró de su mano derecha y de su mano izquierda. Luego, no confiándose en si-mismo sino que mirando a Dios, exclamó: « ¡ Señor Jehová!, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. » (Jueces 16:28). E inclinándose con toda la fuerza que Dios le daba en respuesta a su oración, Clamó : « Muera yo con los filisteos » , derribó así ambas columnas. Y con ellas se derrumbó el templo, matando bajo sus ruinas a los príncipes y a la muchedumbre que allí se encontraban. El juez de Israel había dado su vida para ayudar a la liberación de su pueblo. « Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y le tomaron, y le llevaron, y le sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Había juzgado a Israel veinte años. » (16:31).
— ¿No hubo más jueces después de él?
—Aun hubieron dos, pero su historia no se encuentra narrada en el libro de los Jueces. Es en el primer libro de Samuel que Dios nos habla de ellos. Sansón no había librado Israel, sólo había comenzado la obra que se terminó con el rey David. Pero Dios había mostrado en él que no abandonaba su pueblo, y que había en Israel un poder a la cual nadie podía resistir.
Fuentes Consultadas
Traducido de Bibliquest
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