Para este Tercer Trabajo, Heracles debía atrapar a la cierva sagrada de Artemisa y llevarla viva hasta Micenas.
El animal tenía pezuñas de bronce y cuernos de oro, y había conseguido escapar de Artemisa, tras lo cual había ido a parar a la colina Cerinea, al norte del Peloponeso.
Heracles siguió a la rápida cierva durante un año, desde Arcadia hasta la península de Istria en el punto más septentrional del mar Adriático.
Finalmente, Heracles atrapó a la criatura sin hacerle ningún daño y la llevó hasta Micenas sobre sus hombros.
La diosa Artemisa se enfadó al principio, pero entendió sus motivos y le perdonó cuando le dijo que cumplía las órdenes que le había dado Euristeo.
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