Dios de la agricultura y de la cosecha en la religión romana, Saturno era invocado en el momento de las siembras.
Sin embargo, este dios corresponde al dios griego griego, Cronos, dios del tiempo.
Saturno es el menor de los hijos de Urano y de Tellus, el Cielo y la Tierra.
En virtud del derecho de primogenitura, Titán, el mayor de los niños de Urano, debía suceder a su padre en el trono.
Pero Saturno, el más ambicioso de todos, consiguió que su hermano Titán le dejara reinar en su lugar con la condición de que Saturno, hiciera perecer a sus hijos varones, con el fin de dejar Saturno, a su muerte, el trono del Olimpo a los hijos de Titán.
Saturno devora a todos sus hijos recién nacidos de su matrimonio con Ops.
Pero Júpiter escapa de su suerte, gracias a una estratagema de Ops.
Júpiter, educado en secreto, se venga de su padre y le fuerza a devolverles la vida a sus hermanos y a sus hermanas.
Saturno se refugia con Ops en Italia, en la región del Lacio, donde se hace rey y reinará la conocida como "La edad de oro".
Los pueblos de las montañas vecinas se reúnen en Lacio para vivir una vida cómoda, sin injusticia ni deshonor, regulada por una eterna primavera en la que no existen las catástrofes agrícolas.
Allí las cosechas son buenas y abundantes.
Saturno se quedó, tras el fin de "la edad de oro", como el dios protector de las siembras, como recuerdo de la eterna primavera.
Y es que Júpiter, enfadado por la felicidad de su padre, lo manda a los Infiernos.
La primavera eterna es destruida y se crean las cuatro temporadas que conocemos en la actualidad.
La injusticia y el crimen nacen en Lacio y la diosa Justicia se convierte en diosa.
Las saturnales, fiesta anual que se celebra cada diciembre, conmemoran "la edad de oro".
Esta fiesta es la única manifestación religiosa que los romanos consagran a Saturno.
Fiesta de libertad, de felicidad, e incluso de exceso, esta fiesta representa el ideal de vida que simboliza la edad de oro perdida.
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