Historia.
Su nombre aparece en todos los martirologios antiguos.
El Martirologio Jeronimiano dice el día 22 de mayo: “In Corsica insula passio Sanctae Iuliae”
Julia era la hija de una familia senatorial que vivía en la provincia de África, concretamente en la gran ciudad de Cartago.
Cuando la provincia fue asaltada y devastada por los vándalos, en torno al siglo V, Julia fue capturada y vendida
como esclava en un mercado público mientras el resto de su familia fue asesinada.
La compró un mercader pagano llamado Eusebio, que era una buena persona y no sólo no le impidió practicar su religión, sino que le cogió cariño por su paciencia y competencia en realizar labores de esclava, siendo cierto que
hasta entonces había sido libre y de familia pujante.
A todos cuantos le pedían comprarle su bonita y hacendosa esclava, él respondía que no la cambiaba ni por
todo su servicio entero: tanto era el afecto que le profesaba.
Julia es apresada aprovechando la embriaguez de su amo. Grabado de E. Delamaye
para la serie "Lives of The Saints".Cierto día, en el año 439, Eusebio hubo de embarcarse hacia la isla de Corsica (actual Córcega) para gestionar unos asuntos, y se llevó a su esclava favorita con él.
Al llegar allí, Eusebio fue invitado a participar en unas fiestas paganas por el propio gobernador de la
isla, Félix.
Julia, al saberlo, se negó a desembarcar, diciendo que no tomaría parte en aquello, pues era cristiana. Eusebio la dejó estar y partió solo a la fiesta. Al tener noticia del desplante de Julia, Félix se enfureció y recriminó a Eusebio no tener la suficiente autoridad como para hacer que una joven esclava le obedeciese (era obligación de los esclavos asistir a las fiestas y ritos en que tomaban parte los amos).
Eusebio lo justificó diciendo que le tenía cariño y prefería no obligarla.
Entonces Félix se ofreció a comprarla, cosa que Eusebio rechazó de plano por espléndidas ofertas que le hiciese.
Pero pronto, aprovechando que Eusebio dormía la borrachera después de la fiesta, Félix mandó que le trajesen la esclava y, apoyándose en el pretexto de que una esclava no debía desobedecer al amo –puesto que, no lo olvidemos, ya no estaba vigente ningún edicto de persecución en esa época- pretendió obligarla a
sacrificar a los dioses, cosa que Julia se negó a hacer.
De modo que mandó torturarla.
Julia fue cruelmente azotada y apaleada, la descoyuntaron en el potro, le destrozaron el rostro a bofetadas, le afeitaron la cabeza y le cortaron los pechos, pero no logró Félix lo que se proponía; por lo que ordenó darle muerte de esclava: fue crucificada en un cabo de la isla, mirando hacia el mar.
Para cuando Eusebio logró recuperarse de la resaca y correr desesperado al pie de su cruz, ya era tarde; había fallecido.
Lleno de pesar, mandó desclavar su cuerpo, ungirlo y amortajarlo con dignidad, y lo entregó a la comunidad cristiana de la isla, que se encargó de darle honrosa sepultura.
Crucifixión de la Santa.
Hasta aquí lo que nos cuenta la passio de la Santa.
Sin embargo, hay un comentario posterior, datado en 763 y proveniente de Brescia, que nos habla del traslado de sus reliquias, desde la isla de Córcega, hasta la misma ciudad de Brescia.
Dicho traslado se encargaron de hacerlo Desiderio, rey de los longobardos, y su esposa Ansa, con la probable intención de beneficiar al monasterio de benedictinas que había sido fundado allí algún tiempo antes (754-760).
La historia, aunque es preciosa y no del todo inverosímil aunque sí extravagante por las fechas y las
circunstancias de la misma; se considera una leyenda y no es comprobable.
Se ha dicho que la narración seguramente esté inspirada en un relato fantasioso de Teodoreto de Ciro, lo que suscita grandes dudas para aceptar la veracidad de la misma.
Ya en torno a la conquista de Cartago por los bárbaros, los historiadores se dividen en dos teorías: una defiende la toma de la ciudad por los persas en el 616 mientras que otros, con argumentos mucho más válidos que los primeros, afirman que tal conquista la llevaron a cabo los vándalos en 439.
Aun cuando esto fuese cierto y por tanto, verificase la primera parte de la passio, es inverosímil que el martirio de la Santa hubiese tenido lugar con las circunstancias que se describen.
Así lo afirma Lanzioni, que ha estudiado profundamente a los mártires de la Antigüedad: las leyendas tienden a distorsionar, también en el caso de Julia, las circunstancias auténticas de su vida y martirio.
Así pues, es probable que la Santa fuese africana de nacimiento y sufriría martirio en Cartago, su ciudad natal, durante las persecuciones romanas, y no en la tardía fecha que le atribuye la passio.
Fueron sus reliquias las que partieron de Cartago a Córcega para salvarlas de la profanación de los vándalos, que tomarían la ciudad en 439, como decíamos.
Se la ha identificado con una Julia que era venerada con otro mártir varón, de nombre Florencio, en la misma Cartago; a menos que se quiera pensar que fuese una mártir local de las primeras persecuciones y luego, por tradición, se la ubicase en el siglo V, pero siempre erróneamente.
Vista de los huesos de la Santa expuestos a la veneración durante una visita a Nonza (Córcega).En cualquier caso, la mártir es real y lo prueba la existencia de sus reliquias, que tras el traslado de Cartago a Córcega fueron efectivamente llevadas a Brescia por las gestiones del rey longobardo Desiderio.
Aquel mismo año (763) era consagrada la iglesia del Santísimo Salvador donde fueron depositadas, en el monasterio benedictino, por el papa Pablo I.
A finales de 1500, cerca de esa iglesia se levantó otra dedicada a la Santa y las reliquias fueron colocadas bajo su altar mayor el 17 de diciembre de 1600.
Actualmente esta iglesia alberga el Museo de la Era Cristiana, ya que durante la revolución de 1797 se suprimió el monasterio y las reliquias de la Santa se llevaron a la cercana iglesia de San Pedro in Olivito y años más tarde, a una iglesia cercana al seminario diocesano. Después, volvieron a trasladarse en 1957
al nuevo seminario de Brescia, intitulado a María Inmaculada.
La difusión de la Santa ha sido grande en parte debido a la importancia que tuvo el monasterio de
benedictinas que albergó sus restos, siendo continuamente enriquecido por donaciones de las autoridades civiles y eclesiásticas.
Otros centros de culto están en Córcega, especialmente en la ciudad de Nonza, donde la tradición decía que padeció el martirio y donde cada tres años la honran con una procesión.
Hueso de la Santa venerado en su iglesia de Costorio (Italia).
Santa Julia es patrona de las criadas, por su esclavitud (a veces aparece portando un jarro, símbolo de la servitud), y de los marineros, por haber sido crucificada mirando al mar.
De hecho es la patrona de Livorno, el puerto más importante de Roma en la actualidad.
Debido también al tema de la crucifixión, se la invoca por parte de aquellos que sufren dolores de pies y manos, brazos y piernas.
La representación más habitual es la de una doncella crucificada, siendo fácilmente confundible con otras mártires de idéntica iconografía como Liberada o Wilfegortis.
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