30 de noviembre de 2017

Madre Maria -



María Salomé Loredo y Otaola era de familia vasca. Había nacido en España en un pueblo de Castilla la Vieja el 22 de octubre de 1854. Como consecuencia de la guerra carlista, la familia Loredo se traslada a la Argentina en 1869 y se instala en Saladillo donde continúan con sus labores campesinas. A los 19 años se casa con José Antonio Demaría, político y terrateniente de la provincia de Buenos Aires. María Salomé frecuenta reuniones donde alterna con Roca, Juárez Celman, Alsina, Mitre, Pellegrini e Yrigoyen, entre otros.

Queda viuda a los 23 años, vuelve a casarse a los 28 con Aniceto Subiza, hombre de sólida fortuna. En 1881 enferma y es desahuciada por los más importantes médicos de su época, al parecer tenía un tumor maligno en un pecho. Una amiga le aconseja visitar a Pancho Sierra y, a pesar de lo largo y molesto del viaje, va a "El Porvenir", estancia de la localidad de Salto, en la provincia de Buenos Aires.

La tradición cuenta que su vida cambia radicalmente a partir de un encuentro con Pancho Sierra. María Salomé lo consulta por su enfermedad y Don Pancho la cura y le dice "No tendrás más hijos de tu carne, pero tendrás miles de hijos espirituales. .No busques más, tu camino está en seguir esta misión."

Después de la muerte de su segundo marido comienza una nueva vida dedicada a los necesitados. En 1891 recorre los conventillos y barriadas pobres ayudando a quienes lo precisaban: reparte bienes, consigue trabajos, resuelve problemas y predica sencillos sermones cristianos en la sala de su casa de La Rioja 771. Comienza a ser conocida como "La dama del manto negro" y había adquirido tanta fama que su casa empieza a llenarse de gente. Transforma la sala en una especie de templo -con unos bancos, algunas imágenes- y predica el Evangelio vestida con una túnica blanca. Sus palabras atraían a gente desesperada, a enfermos en busca de un milagro y a quienes necesitaban consejos, y a una multitud de curiosos.

En noviembre de 1915 deja la casa en Buenos Aires y se radica en Villa Turdera en el hogar de la familia Bisighini para difundir su doctrina pero luego se mudó a una casilla de maderas y chapas. Predicaba austeridad, ascetismo y consideró que su vida debía ser ejemplo de sus palabras. La Sra. Deodina de Bisighini hace construir una sala de conferencias en la calle 9 de julio 720 en Villa Turdera y allí se desarrolló la Misión. Los numerosos adeptos que asistían a escuchar sus prédicas hicieron que la Madre María nombrara "apóstoles" que más tarde serían sus continuadores. Los templos desarrollaron una intensa campaña de ayuda solidaria, y eran un lugar de prédica y de recogimiento espiritual.

En julio de 1928 reunió a sus discípulos en el templo de Parque Patricios y anunció su próxima muerte. Ésta se produjo el 2 de octubre de 1928 en Temperley y en esa ocasión La Nación escribe "La gente hallaba en la elemental taumaturgia de la Madre María lo que la ciencia no puede ofrecer y la religión se niega a dar".

Su muerte registra una de las grandes manifestaciones de dolor popular. Los diarios dedican largas notas a la Madre María. Tanto La Nación como La Razón de ese día destacan la singularidad de este personaje que ubican en una jerarquía mayor que la de una simple curandera, un especie de refinamiento dentro del oficio, una aristócrata de las videncias. Una multitud la veló en su casa de Turdera y acompañó el féretro a través de la ciudad hasta el Cementerio del Oeste (Chacarita). Fue un verdadero duelo cívico.

Todos los días los fieles le llevan ofrendas florales (especialmente claveles blancos y rojos). Los días de concurrencia masiva son el 2 y el 22 de cada mes, el día de la Madre y el día de los Fieles Difuntos. Actualmente no está "desbordante de flores" como solía estar en otras épocas.

La Madre Maria y Sus Profecias

 Muchos de los informantes afirman que durante las conferencias que daba la Madre solía predecir hechos que acontecerían en el futuro como la Segunda Guerra Mundial. Cuentan que le anticipó a Hipólito Yrigoyen que sería presidente pero le aconsejó no aceptar el segundo período. A su amigo Lázaro Costa, que le daba crédito para pagar entierros a los pobres, le auguró que su casa mortuoria sería en el futuro la más importante de Buenos Aires. Su última predicción afirma que "En el año dos mil no habrá cambios en el mundo, sino fin de mundo; donde hay agua habrá tierra y donde hay tierra habrá agua...Llegará un día en que las aguas arrasarán todo, y no quedará piedra sobre piedra."

Fuentes Consultadas
Diccionario de Mitos y Leyendas
 Equipo NAyA
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