¿El Momento?
Las décadas de 1970 y 1980 fueron marcadas por un importante incremento de hechos místicos a nivel mundial. Algunos de los más difundidos son San Nicolás en Argentina, Rwanda en África, Akita en Japón, Betania en Venezuela, y Medjugorje en Europa Oriental. ¿Por qué Dios eligió estos momentos para acentuar la Presencia de Su Madre?.
Se puede advertir desde el siglo XIX una aceleración de la Presencia Celestial (la Medalla Milagrosa, Lourdes, La Salette, knock en Irlanda, etc.) y más acentuadamente a partir de Fátima en 1917, para concentrarse la Presencia Divina aún más en las décadas recientes.
El sentido de este llamado de atención celestial es evidente: Jesús y María nos están advirtiendo sobre el acercamiento de momentos importantes para la historia de la humanidad.
Se puede creer o no, se puede discutir sobre cuál es la Profecía que se anuncia, pero está claro que algo importante se está acercando a nosotros. Las revelaciones de estos tiempos nos brindan distintos mensajes o pedidos, pero siempre se orientan al anuncio de un momento de cambio.
Cada aparición, entonces, tiene un sentido distinto. Es como una pieza en un enorme y complicado rompecabezas, que se va armando a través del mensaje que se da en cada lugar. No se puede entender a Dios, de esta manera, si no se lo analiza con el corazón y desde una perspectiva global.
No tiene sentido analizar a María desde Medjugorje si no se la ve integrando un mensaje universal, un plan para toda la humanidad elaborado y conducido por el mismo Jesús, con Su Madre como la Pastora de estos tiempos.
Medjugorje, dentro del Plan de Dios, tiene un sentido de oportunidad muy preciso: es un instrumento de difusión del segundo Pentecostés, de la bajada del Espíritu Santo sobre todos nosotros.
Por eso todo allí es tan masivo, y tan basado en la oración.
Y es el propio Espíritu de Dios quien, a través de la creciente oración que desde allí se ha propiciado, el que ha hecho de Medjugoje una puerta de entrada del poder de Dios, el poder del amor y la paz, sobre este mundo sumido en la impiedad.
¿El lugar?
Medjugorje es un pequeño poblado situado en Bosnia Herzegovina, una provincia de la antigua Yugoslavia.
Esta nación surgió de las dos guerras mundiales, y está vista como una amalgama de etnias, religiones, alfabetos e idiomas.
Políticamente independizada de la Unión Soviética, soportó la dictadura de Tito bajo un régimen comunista y ateo.
Este sistema político generó numerosas persecuciones contra las religiones presentes allí y especialmente contra la Iglesia Católica.
A pesar del régimen comunista, los residentes de esta pequeña aldea (mayormente cultivadores del tabaco y de la uva), han sido gente católica y muy piadosa que han conservado siempre su fe, incluso durante la dominación turca entre los siglos XV y XVIII. Y es justamente aquí, en este enclave constitucionalmente ateo, donde la Virgen Santísima se hace presente para hacerle al mundo el último llamado a la conversión.
Medjugorje significa "entre montañas", y se encuentra entre una colina llamada Crnica o Podbrdo y el Kricevac o monte de la Cruz.
En el monte Kricevac las mujeres de la aldea construyeron en 1933 una gran Cruz, para conmemorar los mil novecientos años de la muerte de Jesucristo, pidiendo por el regreso de sus hombres que tenían que ir a sitios como Alemania para trabajar.
Desde el comienzo de las apariciones ésta Cruz ha sido objeto de numerosas señales para los habitantes de Medjugorje, quienes la han contemplado iluminada durante la noche o dando vueltas en distintas direcciones. También en ocasiones han visto la silueta de la Virgen en vez de la Cruz.
Los lugares de las apariciones suelen ser sitios campesinos, humildes, sometidos a alguna clase de tensión social o pobreza. Es altamente probable que María vea en estos sitios el dolor y el sufrimiento necesarios, que preparen los corazones para creer y propagar las manifestaciones de Presencia celestial que allí se materializan.
¿Qué ocurrió en Medjugorje?
Aproximadamente hacia las seis de la tarde del 24 de junio de 1981, en la zona del monte Podbrdo, las jóvenes Ivanka Ivankovic (de 15 años de edad) y Mirjana Dragicevic (de 16 años) vieron una figura en la colina. Era una mujer joven, extraordinariamente bella, con un niño en brazos y rayos de luz que la rodeaban. Al principio se asustaron y corrieron a casa de algunos familiares suyos donde estaban pasando las vacaciones de verano. Más tarde regresaron con otros amigos (dos de los cuales sólo vieron a la Virgen esa única vez) y nuevamente vieron a la bellísima mujer: La Gospa (así se dice Virgen en idioma croata).
El día siguiente por la tarde, 25 de junio, volvieron a la colina y esta vez las acompañaron Vicka Ivankovic (la mayor de todos, con 17 años), Ivan Dragicevic y Marija Pavlovic (ambos de 16 años), y Jacov Colo (con sólo 10 años), quienes junto a las dos jóvenes ya mencionadas, desde ese momento formarían el grupo definitivo de videntes que serían los testigos de las apariciones.
Ese segundo día un destello de luz les indicó la presencia sobrenatural, y vieron en lo alto de la colina a la Virgen, que les sonreía y les hacía gestos con las manos para que subieran hasta donde estaba Ella. Se detuvieron unos instantes, pero luego una fuerza extraña los empujó hacia arriba, y como si tuvieran alas llegaron rápidamente ante la aparición. Al instante cayeron en éxtasis, mirando a la Virgen, la cual estaba rodeada de una luz intensísima y purísima. Tenía un vestido color gris, pero de un gris desconocido en la tierra. Su velo era blanco y en la cabeza tenía una corona de doce estrellas. Los videntes le preguntaron: "¿Por qué has venido?", y Ella les contestó: "Porque aquí he encontrado mucha fe".
Al día siguiente, 26 de junio, sintieron la urgencia de acudir a la colina. Una luz destelló tres veces en lo alto de la misma, la cual fue percibida también por personas de aldeas vecinas (Bijakovici, Miletina y Citluk), quienes acudieron al sitio movidos por la extraña luz. Algunas mujeres les aconsejaron a los niños llevar agua bendita con ellos para rociar la aparición y así asegurarse de que no fuera el demonio. En el momento de la aparición Vicka lanzó el agua bendita hacia la visión, diciendo: "Si eres nuestra Madre bendita, por favor quédate, y si no, aléjate de nosotros".
La Virgen sonrió al oír esto y se quedó con ellos. Entonces Mirjana le preguntó su nombre, y ella le contestó: "Soy la bienaventurada Virgen María".
La Virgen rezó con ellos y les pidió que recitaran siete padrenuestros, siete avemarías y siete glorias (una antigua tradición croata), haciendo que añadieran un Credo a esta oración, y luego les habló. Ivanka le preguntó por su madre, que hacía dos meses que había fallecido, y Mirjana le pidió una señal para demostrarles a las otras personas que no estaban locos ni eran mentirosos, como algunos los acusaban. La Virgen le dijo a Ivanka: "Tu madre está dichosa junto a mí". Cuando le preguntaron si volverían a verla al día siguiente, les contestó asintiendo con la cabeza. La Virgen les dijo finalmente: "Vayan en la paz de Dios, mis ángeles".
Luego, mientras descendía de la montaña, la vidente Marija es misteriosamente empujada a un lado del camino por una fuerza invisible. Ella vuelve a ver a la Virgen, quien se le aparece llorando y cargando una Cruz de madera. Entonces le dice:
"¡Paz, Paz, Paz!. ¡Reconcíliense!. ¡Sólo Paz!. Hagan la paz con Dios y entre ustedes mismos. Para eso, es necesario creer, orar, ayunar y confesarse."
Es el primer mensaje de la Virgen, en el cual hace ver que la verdadera paz está ligada a la Cruz. Desde ese momento la vidente Marija es escogida como instrumento para dar a conocer los mensajes que la Santísima Virgen enviará al mundo desde allí.
La Virgen quiso desde el inicio que se la conociera como Reina de la Paz y así lo expresó el 6 de agosto de 1981: "Yo soy la Reina de la Paz". La Virgen ha dicho también que ésta es su última aparición en la tierra. El 2 de mayo de 1982 dijo: "He venido a llamar al mundo a la conversión por última vez. Después, ya no apareceré más en la tierra".
Debemos recordar que éstas apariciones comenzaron al mes siguiente del intento de asesinato del Santo Padre Juan Pablo II, por el turco Mehmet Ali Agca. Este hecho anunciaba el cumplimiento de lo predicho por la Virgen en Fátima, referente al sufrimiento por el cual atravesaría el Papa y la persecución de la Iglesia.
El mundo no ha respondido al llamado de Fátima a convertirse, y éste parece ser el último llamado de nuestra Madre Celestial, quien conoce el plan del Altísimo para estos tiempos. Y por la seriedad de éste llamado, debemos entender que todo el acontecimiento de Medjugorje representa una gran gracia para la humanidad, un don de Dios dado a sus hijos en este tiempo que María, nuestra Madre, ha señalado como "Tiempo de Gracia".
Los difíciles tiempos iniciales de la aparición
Las apariciones de Medjugorje tuvieron un comienzo difícil. En un país comunista y oficialmente ateo no debía aparecerse la Santísima Virgen llamando a todos a la oración y a la penitencia.
Simplemente no era algo que debía suceder allí: así pensaban las autoridades yugoslavas. El día 27 de junio la policía comienza a interrogar a los jóvenes, quienes también son sometidos a pruebas psiquiátricas, pero son declarados normales, sanos de mente y de cuerpo por parte del médico.
Sin embargo, la policía no los dejará tranquilos y comenzará para ellos un tiempo difícil en el cual se verán confrontados por la incredulidad y el rechazo de las autoridades, quienes muy pronto prohibieron el acceso a la colina.
Las apariciones entonces ocurrían en sitios diversos, y es así como meses después comenzaron definitivamente a tener lugar en la Iglesia parroquial, único lugar de culto autorizado en un régimen marxista.
Tampoco le parecía al párroco de Medjugorje que fuera posible que la Virgen, la Gospa, se apareciera a unos jóvenes en la colina del Podbrdo.
Sin embargo, el Señor quiso manifestársele de una manera extraordinaria y hacer de él una víctima de este acontecimiento. He aquí la narración del Padre Jozo:
“Yo era el párroco de Medjugorje cuando empezaron las apariciones.
Yo, al principio, no creía. Tenía un gran temor.
Al inicio, muchos estaban en contra de los videntes pensando que habían tomado drogas. Y yo también luché contra ellos. Pero la Santísima Virgen fue siempre muy paciente conmigo. Y cuando todo el pueblo y los peregrinos se convencieron de la realidad de las apariciones, se preguntaban: ¿por qué el párroco no cree?. Yo prediqué el domingo 28 de Junio, el cuarto día de las apariciones, y dije a mis feligreses: Dios ya ha dicho todo lo que tenia que decir a través de los profetas y de Jesucristo. Y con la muerte del último apóstol ya se ha cerrado la revelación. ¿Para qué se va a aparecer la Santísima Virgen, entre las piedras y las zarzas de allá arriba?. Yo sé con seguridad que Cristo está aquí presente, en la Eucaristía, en la Biblia, en medio de nosotros, pero no en esas manifestaciones. No creo que la Santísima Virgen esté en ese monte. Y entonces pensé: No puedo permitir, como sacerdote, que los comunistas y otras personas ridiculicen a Jesucristo y a la Virgen, a la Iglesia, a nuestra Fe. Debo parar todo esto.
Al día siguiente, 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo, yo escribí en un papel lo que pensaba, y allí decía que no creía. Yo estaba triste y no entendía por qué los centenares de peregrinos seguían a los videntes y subían a la colina pero no entraban en la iglesia, en la “Casa de Dios”. Y resultó que un jefe comunista, que estaba viajando por diversos puntos del país, dijo en Citluk: “Un fraile con 6 jóvenes ha inventado que la Virgen quiere destruir nuestro régimen. ¡No podemos permitirlo!” . Al día siguiente, vinieron soldados y policías con perros que rodearon y ocuparon el pueblo, cortaron todos los caminos y no se podía pasar. En el único sitio donde se podía entrar era en la Iglesia. Y así, la Santísima Virgen, a través de la presencia de los soldados y policías, reunió a los peregrinos en la iglesia. ¡Cómo actúa Nuestra Señora!. Y así pude aprovechar para hablar a la gente para que ellos rezaran en el “lugar de oración”. Le pedí al Señor que me hiciera entender si era verdad o no que la Virgen se aparecía a los seis jóvenes. Y después de la Santa Misa, les dije a los peregrinos que se quedaran en la iglesia rezando. Pero todos salieron y se fueron a la colina de las apariciones, sin hacerme caso.
Yo me quedé solo en la iglesia, muy triste, con un gran dolor. Me puse a rezar en un banco, en el tercer banco, de rodillas, el Santo Rosario. Abrí la Biblia y leí cómo Israel recibió el agua que salía de la piedra golpeada por Moisés. Y yo pensé: “¡Qué claramente has iluminado y guiado a Israel por medio de profetas!. Pero aquí nosotros no entendemos nada.
En ese momento, el Señor me dijo, con voz fuerte: “¡Sal del templo y protege a los jóvenes!”. Hice una genuflexión y salí rápidamente de la iglesia. Entonces, me encontré con los seis jóvenes, que venían corriendo. Me abrazaron y me dijeron: “La Policía nos persigue, protégenos”. Yo los llevé a la casa parroquial y los metí en un cuarto.
Este hecho quedó grabado profundamente en mi interior y produjo sus efectos, sus frutos. Como la colina de las Apariciones estaba vigilada por la Policía, sólo pude subir allí tres años y medio después”.
El haber escuchado a Jesús fue suficiente para el Párroco de Medjugorje: por defender las apariciones y a los videntes, el Padre Jozo fue sentenciado a la cárcel por “conspirar” contra el régimen comunista. Cuando Dios toca un alma se vuelve muy difícil volverse atrás, negar el pedido de ayuda que el Cielo nos realiza. El Padre Jozo fue llamado muchas veces “el séptimo vidente”, dada su cercanía con la obra de María en Medjugorje.
Fuentes Consultadas
www.Reina del Cielo
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