Son las más importantes transformaciones de la diosa femenina en el Tantra hindú, cuyo número es de diez, siete de ellas pertenecientes a las fases de la manifestación creativa, y tres al retiro.
Las 10 Mahavidyas
Las Mahavidyas son las formas en que aparece y puede ser venerada, una de las manifestaciones de la energía de la Gran Diosa.
Son las más importantes transformaciones de la diosa femenina en el Tantra hindú, cuyo número es de diez, siete de ellas pertenecientes a las fases de la manifestación creativa, y tres al retiro.
Durante uno de sus numerosos juegos amorosos entre Shiva y y su consorte Parvati, las cosas se descontrolaron.
Parvati se multiplicó en diez formas diferentes en diez direcciones distintas para evitar que Shiva pudiera escaparse al vigilar todos los caminos de su posible fuga.
Cada una de las formas manifestadas por Parvati hicieron comprender a Shiva verdades esenciales, y le hicieron consciente de la naturaleza eterna de su mutuo amor.
De verdad en el proceso del estudio espiritual, la Diosa es quien dirige e inspira.
Ella es la sacerdotisa que nos revela las más altas verdades espirituales que se encuentran en nuestro interior.
Por eso se la conoce como la Gran Diosa de la Sabiduría (Maha = grande, vidya = conocimiento).
El espectro de estas diez diosas cubren la gama entera de la divinidad femenina.
Estas Diosas son:
Kali. Su color es negro como la noche.
En el Rij Veda hay un himno (Ratisukta) que dice que hay dos tipos de noche, una la que experimentan los seres mortales y otra la que experimentan los seres divinos.
Es la deidad central del tiempo.
Su propia naturaleza, a pesar de su aterradora apariencia exterior, es puro éxtasis por encima de todas las ideas de positivo o negativo.
Kali lleva una piel de tigre y un collar de cabezas masculinas cortadas.
Su rostro, con sus tres ojos, muestra una terrible mueca de risa, y su cabello es una sola trenza apelmazada.
Se yergue sobre la pira funeraria en la que el mundo queda reducido a cenizas, pero está encinta de la potencialidad recreadora, porque ella es la que divide el uno en muchos.
Cuando, en el proceso de creación, Kali “despierta” por primera vez con una sensación de existencia positiva, viendose a sí misma como el origen de la multiplicidad, adopta el aspecto de la segunda
Mahavidya, Tara.
Tara.
Tiene una gran semejanza con Kali en su representación iconográfica, ya que ambas llevan un vestido mínimo o están desnudas con su collar de cabezas recién cortadas y su cinturón de manos humanas, y muestran su lengua roja de sangre.
Se distingue de Kali por unas tijeras que sostiene en una de sus cuatro manos, y que representan su capacidad para cortar todo lo accesorio.
Está representada en un reluciente color azul oscuro, con el vientre hinchado, reposando el pie izquierdo sobre un icono-cadáver de Shiva.
Situada en medio de una pira funeraria, su vientre está preñado con un potencial infinito de creación y recreación.
Es venerada también por la tradición budista como una importante encarnación de la compasión.
Su nombre significa “estrella”.
Shodashi.
Roja como el sol caliente, se representa sobre un loto que descansa sobre el cuerpo acostado de Shiva que a su vez se encuentra sobre un pedestal que se apoya en las figuras de los dioses hindúes Brahma, Vishnú, Shiva, y Rudra.
Esto supone una representación del dominio de la Diosa sobre las más importantes deidades masculinas del panteón hindú, una creencia central de la idea de las Mahavidyas.
Ella es la salvadora de todo, el Último Refugio.
Sostiene en sus manos flechas y un arco de caña de azúcar como símbolo de la dulzura de sus dardos. Uno de sus epítetos es Tripura Sundari, “Aquella que es hermosa en los tres reinos” y otro Lalita que implica la suavidad. Shodashi significa dieciséis en sánscrito, y así ella es visualizada como la dulce muchacha de dieciséis años.
Bhuvaneshvari.
Literalmente “la Amante del Mundo”. Es dorada como el sol saliente, lleva la media luna y una corona sobre su cabeza, y se identifica con la energía que es la base de la creación.
De sus cuatro brazos dos asen el nudo y el acicate, y dos hacen ademanes, ofreciendo dádivas y consuelo, su pechos untados de pasta de sándalo y azafrán, están hinchados de la miel que infunde objetividad a la creación.
Su delgada cintura, sus muslos, sus nalgas y su ombligo son muy bellos.
Su garganta está adornada de collares y sus brazos están creados para el abrazo.
Está belleza y atractivo son entendidos como una afirmación del mundo físico, y los ritmos de la creación, el mantenimiento y la destrucción, así como los deseos de la condición humana no son más que el alegre juego de Bhuvaneshvari.
Chinnamasta.
El sadaka la encontrará en su propio interior, a la altura del ombligo, dentro de una flor de loto completamente abierta que contiene un campo “rojo como la flor del hibisco”, y rodeada por tres líneas circulares.
El loto sale de un par de figuras que representan la pura fertilidad cósmica, un varón azul y una hembra, análogos a Kamadeva y Rati, llevando a cabo el acto sexual, que en una interpretación se entiende como control del deseo sexual y en otra como la encarnación de la energía sexual de la diosa.
Chinnamasta está sentada en el loto, es de un color gris azulado oscuro y tiene una guirnalda de cabezas, coge una serpiente con una mano y su propia cabeza con la otra.
De su cuello cortado salen torrentes de sangre, uno de los cuales entra en la boca de su propia cabeza, lo demás en las bocas de dos figuras femeninas desnudas de 16 años (sus asistentes Jaya y Vijaya), una cada lado suyo, con tazas y serpientes en las manos.
La hembra de la derecha es de oro, la de la izquierda es de color bermellón brillante.
Este icono de transformación muestra a la Diosa en el acto de distribuir su energía vital por el universo, acto que está simbolizado por los arroyos de sangre que derrama su cuello cortado por ella misma en las bocas de las otras dos figuras femeninas para formarlas y alimentarlas.
Las tres son funciones de la Diosa en acto carnal con el macho.
Pueden ser equiparadas filosóficamente con la tríada de esquemas preliminares que pasa por adoptar la energía creadora. Estas tres figuras son, vistas desde el mundo material, tal y como lo conoce el hombre normal después de haber subido muy alto por su escala conceptual: la inercia negra (Tamas), lo brillante y activo (Rajas) y el esplendor del Ser (Sattva), características que reciben el nombre cualidades de objetividad (Gunas), y que son los atributos más fundamentales de la realidad.
Vistas desde el lado de la Diosa, se extienden a partir de su propia naturaleza, en forma, respectivamente, de deseo (Iccha), acción (Kriya) y conocimiento (Jnana), de color azul oscuro, rojo, y amarillo brillante o blanco. Existen ligeras diferencias en su representación pictórica.
Bhairavi.
Roja, la de tres ojos, enguirnaldada de cabezas humanas, el pecho todo manchado de sangre, coronada, y con un rosario y un libro en la mano.
Es ella la que multiplica hasta la infinitud de seres y formas, induciendo a los hombres a correr en pos de ambos en busca de saciedad.
La creación y la destrucción son dos aspectos esenciales del universo que esta sujeto a sus ritmos alternos.
Como diosa de la descomposición esta asociada con la ignorancia y la lujuria, a la embriaguez del alcohol, la perdida de semen que debilita al hombre, la cólera, los celos y otras emociones egoístas. Es la fuerza que tiende hacia la disolución, y como la destrucción se encuentra por todas partes, Bhairavi está presente en todas partes.
Dhumavati.
Es alta y siniestra, pálida, agitada y lleva su ropa sucia.
Lleva el pelo enmarañado y los pechos colgantes, y está desdentada.
Tiene la nariz grande, el cuerpo y los ojos torcidos, y va en un carro tirado por cuervos, comedores de carroña y símbolo de muerte. Es espantosa y pendenciera, y siempre está atormentada por el hambre y la sed.
Es la que genera el estado del ser en el que el individuo olvida su origen, pierde el contacto con su fuente y sufre continuamente las agonías del apetito insatisfecho y la esperanza frustrada que sólo satisface cuando consume a Shiva su consorte que contiene en sí el mundo entero.
Bagala.
Sentada en un trono de gemas, es amarilla, el color de la esperanza.
Está cubierta de adornos y se representa con una porra en su mano con la que machaca a un enemigo (un asura llamado Madan) cuya lengua tiene cogida con la otra mano.
La lengua, el órgano de la palabra y el gusto se considera como una entidad mentirosa, ocultando lo que está en la mente, y se ataca así la ilusión y la conceptualización engañosa.
Matangi.
Es la encarnación del frenesí emocional, su tez oscura, sus ojos inyectados en sangre giran constantemente en sus cuencas; ebria y agitada por el deseo, tropieza con todo como un elefante furioso.
Asociada a una Chandala, los niveles más bajos de la jerarquía de castas de la sociedad hindú, resume en ella lo contaminado y lo prohibido.
Kamala.
La señora del loto, Shakti, se nos aparece como pura conciencia del Ser, bañada en las serenas aguas de la realización, que cuatro elefantes de oro derraman sobre ella con sus trompas. como símbolo de soberanía y fertilidad.
Lleva una resplandeciente corona y vestidos de seda, sostiene en las manos un par de lotos, hace el signo de conceder favores, y todo su cuerpo es de oro.
Su nombre es un epíteto de Lakshmi y tiene en común con ella la simbología de la prosperidad, la riqueza y la suerte, pero no representa nunca el modelo de esposa junto a Vishnú.
En su representación de Mahavidya su poder no aparece asociado con deidades masculinas. Goza y es gozada, el estado de unidad reconstituida.
El Kaulavali Tantra dice que todas las mujeres deberían ser consideradas como manifestaciones de Mahadevi (la Gran Diosa), y el Nila Tantra dice que habría que abandonar a los padres, al guru, y hasta a los dioses, antes que insultar a una mujer.
Estas diosas, que tienen fuertes asociaciones con la muerte, la violencia y la contaminación, con los papeles marginales y despreciados de la sociedad, sugieren que el devoto debe experimentar una liberación del orden establecido más allá de lo convencional, para adquirir una perspectiva nueva en su aventura mística, sin cuya experiencia cualquier búsqueda espiritual permanecería incompleta.
Estas transformaciones-Shakti pueden ser veneradas aisladamente, en serie o incluso en combinaciones de imágenes que simbolizan las fases transicionales.
Cada una de ellas representa una limitación de la persona total de Kali, pero es, al mismo tiempo, una parte inevitable de ese total.
Sin la experiencia radical de la desintegración, ninguna búsqueda integradora podría significar nada. Kali tiene que ser conocida en toda la gama de sus transformaciones, porque «de la misma manera que el blanco, el amarillo y los otros colores desaparecen en el negro, así todos los seres entran en Kali.» Mahanirvana Tantra.
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