Denominación extraída del griego, genomos, o "el que vive dentro de la tierra".
La variedad de estos Espíritus elementales es, como en todos los demás, tan grande que abarca desde ciertos seres con aspecto atemorizante hasta los pequeños enanos que refleja el folklore de todos los pueblos.
De los primeros podemos decir que están en continuo movimiento, en expansión y retracción, pudiendo alcanzar grandes tamaños.
Los segundos, de aspecto humanoide, no suelen levantar del suelo más de un par de palmos.
Estos últimos son los más conocidos: Enanos u hombrecillos, bondadosos y crueles como los niños. Carecen de toda conciencia ética y no podríamos decir de ellos que sean "buenos" o "malos".
Traviesos por naturaleza, gustan burlarse de quienes los buscan torpemente y son, en cambio, sumisos servidores de los verdaderos Magos.
El aspecto suele aparentar una edad madura, aunque no representan lo que nosotros llamamos "edad", pues los espíritus de la naturaleza viven hasta su fusión con el Creador, cuando se colapse el Universo. Sus apariencias son siempre las mismas.
Salvo la cabeza, grande en relación al cuerpo como en el caso de los enanos humanos, son bien proporcionados.
Al corporizarse van siempre vestidos y parece ser que, sobre un "patrón" de ropa a la manera campesina, copian las modas humanas que les son contemporáneas en el siglo que habiten.
Aunque algunos visten prendas de siglos anteriores y no existe apariencia de desgaste en dichas ropas, aunque no dan la sensación de ser nuevas sino arrugadas y ajadas como si fuesen muy viejas, pero indestructibles.
Siendo para ellos la tierra sólida el ámbito en el que se mueven, como para los humanos lo es el aire, no encuentran resistencia en las más duras rocas, pues se vuelven sutiles al atravesar objetos sólidos. Aun en los mayores grados de materialización, obtenidos tan sólo en condiciones especiales y en lugares no frecuentados por los humanos, no emiten sonidos.
Huyen de la claridad del día y se refugian en la oscuridad de la noche.
Los hay no mayores que la altura de un puño, no más altos que un pulgar, como dicen los cuentos para niños.
Estos son muy difíciles de percibir por los adultos, aunque ellos han de creer todo lo contrario, pues en presencia o cercanía de los humanos, se "esconden" tras las cosas, en los rincones menos iluminados o, aprovechando su poder de pasar a través de la materia, en los cajones de los muebles que no han sido abiertos en mucho tiempo.
Gustan de la cercanía de los niños y les sugieren lugares y posiciones para sus juguetes, bailes y cantos, rondas y juegos de escondrijos.
Traviesos, hacen encantamientos psíquicos que evitan a los adultos el hallar pequeñas cosas como ser lapiceros, gafas, agujas, clavos. Retirado el "velo", se divierten viendo cómo se encuentran las cosas perdidas, a veces en lugares distintos a los que estaban, lo que presupone en ellos una cierta posibilidad de traslación, aunque es mucho más corriente que sus propios encantamientos, unidos a los desconciertos, angustias y apuros que provocan sus travesuras en los humanos, hagan que sean las mismas personas las que lleven el objeto en la mano y lo coloquen en otras partes sin ser concientes de ello.
La tradición cuenta que tienen algo en su anatomía diferente a la de los humanos: las puntas de las orejas, lo que los emparenta con otro tipo de elementales de los bosques que luego fueron llamados Silvanos.
El típico gorro de Hermes servía para ocultar esta anormalidad, que muchas veces fue relacionada con el Mito del Rey con orejas de burro y dotado de poderes parapsicológicos, como Midas.
Los Gnomos u hombrecillos pueden, si lo desean, trasladarse con enorme velocidad y estar casi instantáneamente donde quieren estar.
Poseen mediana inteligencia.
Al igual que los espíritus, son "trazos" de luz.
Cuando se dejan ver por los seres encarnados, reitero que muestran apariencia de viejos enanitos y son muy graciosos.
Con un método de transustanciación, pueden llegar a materializarse, pero el tiempo que pasan en este plano lo hacen alejados del ser humano, ya que no les resulta fácil adaptarse a la frecuencia de sonidos que nosotros manejamos.
Estando en el plano físico son vulnerables a los ruidos de las ciudades y por eso habitan en los bosques.
Son muy similares en conductas a las criaturas humanas, ya que suelen ser muy traviesos.
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