Los antiguos pueblos del Lejano Oriente consideraban al Dragón un animal terrorífico de gigantescas alas que vomitaba fuego y estaba asociado a lo misterioso y esotérico.
Según la tradición de esos pueblos, su efigie ahuyentaba los malos espíritus, creencia que inducia a colocar en las puertas y ventanas figuras alusivas al Dragón para
protegerse de aquellos.
Era tal su fuerza emblemática que su anagrama aparece bordado en el pendón de las dinastías chinas de mayor raigambre.
Se establecían dos jerarquías: el Dragón Rojo era el guardián y protector de la sabiduría verdadera, mientras que el Dragón Blanco o Dragón Lunar era el perfecto guia a través de la oscuridad.
Su simbolismo es generalmente interpretado como el ultimo obstáculo a superar para conseguir un determinado fin.
Manual del Astrólogo
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