«Si bien es cierto que todo está en el Todo, no lo es menos que el Todo está en todas las cosas. El que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento.»
El Kybalion.
La presión comúnmente empleada es lo que ha quedado de la máxima hermética del epígrafe.
Como dice El Kybalion: «El que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento». Y si esto es así, tratemos de comprender lo que significa, dada su gran importancia.
En esa máxima está encerrada una de las más grandes verdades filosóficas, científicas y religiosas.
Ya hemos dado la enseñanza hermética concerniente a la naturaleza mental del Universo —la verdad de que «el Universo es Mental, sostenido en la mente del Todo».
Como dice El Kybalion en el pasaje citado: «todas las cosas están en el Todo».
Pero nótese también la siguiente afirmación correlacionada: «Es igualmente cierto que el Todo está en todas las cosas».
Esta contradicción aparente es conciliable según la ley de la Paradoja.
Es, además, una afirmación hermética exacta sobre las relaciones que existen en el Todo y su Universo mental.
Ya hemos visto como es que todo está en el Todo; examinemos ahora el segundo aspecto del asunto.
La doctrina hermética indica que el Todo es inminente e inherente al Universo, así como en toda parte, partícula, unidad o combinación, dentro del universo.
Los maestros suelen ilustrar este postulado, refiriéndose al Principio de Correspondencia.
El instructor pide al estudiante que forme una imagen mental de algo, de una persona, una idea o alguna cosa que tenga forma mental, siendo el ejemplo preferido el de un autor que se esté formando una idea de los personajes, el de un pintor o escultor que esté creando la imagen mental de lo que trata de expresar con su arte.
En cada caso el estudiante verá que, aunque la imagen tiene existencia y ser únicamente dentro de su propia mente, sin embargo, el estudiante mismo, autor, pintor, o escultor es, en cierto sentido, inmanente en dicha imagen.
En otras palabras, toda la virtud, vida, espíritu o realidad de la imagen mental se deriva de la «inminente mente» del pensador.
Medítese esto un instante hasta que se comprenda bien la idea.
Empleando otro ejemplo, podríamos decir que Otelo, Yago, Hamlet, Lear, Ricardo III, etc., existieron en la mente de Shakespeare en el momento de su concepción o creación.
Y, sin embargo, Shakespeare existió también dentro de cada uno de esos personajes, dándoles su vitalidad, su espíritu y su acción.
¿Cuál es el espíritu de los personajes que conocemos como Micawber, Oliver Twist, Uriah Heep?… ¿Es Charles Dickens o tiene cada uno de ellos un espíritu personal, independiente de su creador? ¿Tienen la Venus de Médicis, la Madonna Sixtina, el Apolo de Belvedere, espíritus y realidad propios o representan los poderes mentales y espirituales de sus creadores?
La Ley de la Paradoja explica que ambas proposiciones son ciertas, consideradas desde los puntos de vista apropiados. Micawber es, a la vez, Micawber y Dickens.
Y mientras puede decirse que Micawber es Dickens, Dickens no es idéntico a Micawber.
El hombre, como Micawber, puede exclamar: «El espíritu de mi creador me es inherente, y, sin embargo, yo no soy Él».
Esto es muy diferente de la chocante media-verdad que clamorosamente anuncian algunos medio-sabios, diciendo:
«Yo soy Dios». Imaginad al pobre Micawber o al ratero Uriah Heep exclamando: «Yo soy Dickens», o a cualquier otro personaje de las obras de Shakespeare anunciando: «Yo soy Shakespeare». El Todo está en la lombriz, pero la lombriz está muy lejos de ser el Todo.
Pero aunque la lombriz exista meramente como una pequeña cosa, creada y teniendo su ser únicamente en la mente del Todo, el Todo es inmanente a ella, así como en las partículas que la componen. ¿Puede haber algún misterio mayor que el encerrado en esa proposición: «Todo está en el Todo y el Todo está en todo?».
El estudiante comprenderá, por supuesto, que las ilustraciones dadas más arriba son necesariamente imperfectas e inadecuadas, porque representan la creación de imágenes mentales en mentes finitas, mientras que el Universo es la creación de una mente infinita, y la diferencia entre los dos polos las separa.
Y, sin embargo, es sólo cuestión de grado —el mismo Principio es el que opera— el Principio de Correspondencia se manifiesta en cada una: «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba».
Y en proporción a la realización que obtenga el hombre de la existencia del Espíritu Subyacente inmanente en su propio ser se elevará en la escala de la vida.
Esto es lo que significa el desarrollo espiritual; el reconocimiento, la realización y la manifestación del
Espíritu interno.
Recuérdese siempre esta definición (la del desenvolvimiento espiritual), porque contiene la verdad de toda verdadera Religión.
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