El Plano de la mente Humana y sus siete subdivisiones comprende las manifestaciones de la vida y mentalidad que son comunes al hombre en sus varios grados y divisiones. En este punto debemos indicar el hecho de que el hombre corriente actual ocupa la cuarta subdivisión del Plano de la mente Humana, y sólo los más inteligentes han cruzado los límites de la quinta subdivisión.
Millones de años ha empleado la raza para alcanzar este estadio, y tardará muchos años más en llegar a las subdivisiones sexta y séptima.
Pero debemos recordar que ha habido razas anteriores a las nuestras que han pasado por esos grados y después más allá de ellos.
Nuestra propia raza es la quinta (con más los rezagados de la cuarta) que huella el Sendero.
En ella ha habido unas cuantas almas avanzadas que han sobrepasado a la masa y han llegado a la sexta y hasta la séptima subdivisión, y algunos un poco más allá todavía.
El hombre de la sexta subdivisión será el superhombre, y el de la séptima el ultra hombre.
Al considerar los siete planos mentales menores nos hemos referido a los tres planos elementales en un sentido general.
No deseamos entrar en mayores detalles en esta obra, porque el asunto no pertenece a este plano de la filosofía y enseñanzas generales.
Pero hemos dicho esto para dar una idea un poco más clara de las relaciones de estos planos con los que nos más familiares.
Los Planos Elementales guardan la misma relación en mentalidad y vitalidad con los Planos Mineral, Vegetal, Animal y Humano, que las teclas negras de un piano con las blancas.
Las teclas blancas bastan para producir música, pero hay ciertas escalas, melodías y armonías en las que las teclas negras desempeñan su parte, siendo necesaria su presencia.
Son también necesarias como eslabones de unión en las condiciones anímicas, o estados de ser diversos, entre los demás planos, alcanzándose así ciertas formas de desenvolvimiento. Y este hecho dará al lector que pueda leer entre líneas una luz nueva sobre el proceso de la evolución, una
nueva clave para la secreta puerta de la vida que se oculta entre reino y reino.
Todos los ocultistas conocen perfectamente esos grandes reinos de Elementales, y las obras esotéricas están llenas de alusiones a los mismos.
Los que hayan leído Zanoni, de Bulwer Lytton, y otras leyendas similares, reconocerán a esas entidades pertenecientes a los mencionados planos de la vida.
Pasando del gran Plano Mental al Gran Plano Espiritual, ¿qué es lo que podríamos decir?, ¿Cómo podríamos explicar esos elevados estados del ser, de la vida y de la mentalidad a mentes que son todavía incapaces de comprender las subdivisiones más elevadas del Plano de la Mente Humana? Esa tarea es imposible.
Sólo podemos hablar en los términos más generales. ¿Cómo podría describirse la luz a un hombre que haya nacido ciego?,
¿Cómo explicar el azúcar a quien nunca ha probado algo dulce?, ¿Cómo hablar de armonía a un sordo?.
Todo lo que podemos decir es que los siete planos menores del Gran Plano Espiritual (cada uno de los cuales tiene las usuales siete subdivisiones), comprenden seres tan superiores al hombre actual como este último es superior al gusano o quizás a formas aún inferiores.
La vida de esos seres trasciende tanto a la nuestra que ni siquiera podemos pensar en los detalles de las mismas.
Su mente es tan elevada que, por ellos, nosotros apenas si pensamos, y nuestros procesos mentales les parecen puros procesos materiales.
La materia que forma sus cuerpos es del plano más elevado, y algunos se dicen que están envueltos por pura energía. ¿Qué es lo que podría decirse sobre tales seres?
En los siete planos menores del Gran Plano Espiritual existen seres de quienes hablamos como Ángeles, Arcángeles o semi-dioses.
En los planos menores inferiores viven aquellos a quienes damos el nombre de Maestros y Adeptos. Sobre ellos están las grandes jerarquías de huestes angélicas, inconcebibles para el hombre, y sobre ellas están los que sin irreverencia alguna podrían llamarse dioses, pues su grado de elevación en la
escala es tan alto, tan grande su poder e inteligencia, que sobrepasan a todas las concepciones que el hombre se ha formado sobre la Deidad.
Esos hombres están de todo cuanto se pueda imaginar, siendo la palabra «Divino» la única que se les podría aplicar.
Muchos de esos seres, incluso las huestes angelicales, tienen sumo interés por las cosas del Universo y desempeñan un papel importantísimo en sus procesos.
Esas invisibles divinidades y auxiliares angélicas ejercen su influencia libremente y poderosamente en la
obra de la evolución y del progreso cósmico.
Su intervención ocasional y auxilio directo en los asuntos humanos han dado origen a muchas leyendas, creencias, religiones y tradiciones de las razas pasadas y actuales.
Han superpuesto su conocimiento y poder sobre el mundo una y otra vez, todo bajo la ley del Todo, por supuesto.
Pero sin embargo, aún esos elevadísimos seres existen meramente como creaciones de la mente del Todo y están sujetos a los procesos cósmicos y a las leyes universales.
Son todavía mortales, podemos llamarlos «dioses» si nos agrada, pero no son más que nuestros hermanos mayores: las almas avanzadas que han sobrepasado a sus compañeras y que han renunciado temporalmente al éxtasis de la absorción en el Todo, para poder ayudar a la raza en su ascendente jornada en el Sendero.
Pero pertenecen al Universo y están sujetos a sus condiciones —son mortales y su plano es inferior al del Espíritu Absoluto.
Sólo los herméticos más avanzados son capaces de comprender las enseñanzas secretas concernientes al estado de existencia y a los poderes manifestados en los planos espirituales.
El fenómeno es tan superior al que se produce en los Planos Mentales que cualquier intento de descripción sólo serviría para producir una gran confusión de ideas.
Únicamente aquellos cuya mentalidad ha sido cuidadosamente educada en la Filosofía Hermética durante años enteros, y los que han traído consigo, de encarnaciones anteriores, el conocimiento adquirido previamente, pueden comprender adecuadamente lo que significan las enseñanzas referentes a los planos espirituales.
Y muchas de ellas las guardan celosamente los herméticos por considerarlas demasiado sagradas,
importantes y hasta peligrosas, como para divulgarlas públicamente.
El estudiante inteligente comprenderá lo que esto significa si dijéramos que el significado de la
palabra «Espíritu», tal como lo usan los herméticos, es sinónimo de «poder viviente», de fuerza animada, de esencia interna o vital, etc., significación que no debe confundirse con lo que generalmente se atribuye al término en cuestión: «religioso, eclesiástico, espiritual, etéreo, santo, etc.».
El ocultista emplea la palabra Espíritu en el sentido de «principio animador», lo que lleva consigo la idea de poder, de energía viviente, de fuerza mística, etc.
El ocultista sabe muy bien que lo que él conoce como poder espiritual puede ser empleado con fines buenos o malos (de acuerdo con el principio de polaridad), hecho que ha sido reconocido por la mayoría de las religiones en sus concepciones de Satanás, Belcebú, el Diablo, Lucifer, Ángeles caídos, etc. por esta razón el conocimiento referente a esos planos ha sido mantenido en el secreto, en el Santuario de los Santuarios de todas las fraternidades esotéricas y órdenes ocultas.
Ha sido guardado en la más secreta cámara del Templo.
Pero, y esto si podemos decirlo, los que han alcanzado grandes poderes espirituales y los han empleado mal se han creado un Destino terrible, y la oscilación del péndulo del Ritmo inevitablemente los llevará al otro extremo de la existencia material, desde cuyo punto tendrán que volver nuevamente a hacer el mismo camino a lo largo de las múltiples espirales del Sendero, pero siempre tendrán como castigo el recuerdo vibrante de las cumbres donde cayeron debido a su mal obrar.
Las leyendas sobre los ángeles caídos tienen una base real, como saben todos los ocultistas.
La lucha interesada por el poder en los planos espirituales inevitablemente produce que el alma egoísta pierda su equilibrio espiritual y caiga tan abajo como había ascendido.
Pero, aun a estas almas, se les presenta la oportunidad de volver sobre sus pasos, y hacen la jornada de vuelta pagando la tremenda penalidad, de acuerdo con la invariable ley.
Para concluir, recordamos que, de acuerdo con el principio de Correspondencia que encierra la verdad de que «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba», todos los siete principios herméticos están en plena operación en los diversos planos, físico, mental y espiritual.
El Principio de la Sustancia Mental se aplica, por supuesto, a todos los planos, porque todos están en la mente del Todo.
El Principio de Correspondencia se manifiesta en todos, porque existe analogía, acuerdo,
correspondencia y concordancia entre los varios planos.
El Principio de Vibración se manifiesta también en todos los planos, pues las diferenciales que los dividen son consecuencia de la vibración, como ya hemos explicado.
El Principio de Polaridad se manifiesta en cada plano, siendo los extremos o polos aparentemente opuestos y contradictorios.
El Principio del ritmo se manifiesta en cada plano, con flujo y reflujo, ascenso y descenso, ingreso y egreso.
El Principio de Causa y Efecto se manifiesta en cada plano, teniendo todo efecto su causa y toda causa su efecto.
El Principio de Género se manifiesta en cada plano, estando siempre expresada la energía creadora y operando mediante los aspectos masculino y femenino.
«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba».
Los milenarios axiomas herméticos encierran los grandes principios de los fenómenos universales. Conforme vayamos considerando los restantes principios, veremos cada vez más clara la verdad de
la naturaleza universal de este gran Principio de Correspondencia.
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