Festividad: 26 de mayo.
Nacionalidad: italiana
Fundador de la Congregación del Oratorio.
Fecha de beatificación: 1615 por el papa Pablo V.
Fecha de canonización: 1622 por el papa Gregorio XV.
Patrón: Roma, niñas, asociaciones para la protección infantil, humoristas, enfermedades de las articulaciones, terremotos
Historia
San Felipe nació en Florencia, Italia, en 1515. Su padre se llamaba Francisco Neri. Desde pequeño demostraba tal alegría y tan grande bondad, que la gente lo llamaba "Felipín el bueno". En su juventud dejó fama de amabilidad y alegría entre sus compañeros y amigos.
Habiendo quedado huérfano de madre, lo envió su padre a casa de un tío muy rico, el cual planeaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios, y un día tuvo lo que él llamó su primera "conversión". Y consistió en que se alejó de la casa del riquísimo tío y se fue para Roma llevando únicamente la ropa que llevaba puesta. En adelante quería confiar solamente en Dios y no en riquezas o familiares pudientes.
Al llegar a Roma se hospedó en casa de un paisano suyo de Florencia, el cual le cedió una piecita debajo de una escalera y se comprometió a ofrecerle una comida al día si él les daba clases a sus hijos. La habitación de Felipe no tenía sino la cama y una sencilla mesa. Su alimentación consistía en una sola comida al día: un pan, un vaso de agua y unas aceitunas. El propietario de la casa, declaraba que desde que Felipe les daba clases a sus hijos, estos se comportaban como ángeles
. Los dos primeros años Felipe se ocupaba casi únicamente en leer, rezar, hacer penitencia y meditar. Por otros tres años estuvo haciendo estudios de filosofía y de teología.
Pero luego por inspiración de Dios se dedicó por completo a enseñar catecismo a las gentes pobres. Roma estaba en un estado de ignorancia religiosa espantable y la corrupción de costumbres era impresionante. Por 40 años Felipe será el mejor catequista de Roma y logrará transformar la ciudad.
Felipe había recibido de Dios el don de la alegría y de amabilidad. Como era tan simpático en su modo de tratar a la gente, fácilmente se hacía amigo de obreros, de empleados, de vendedores y niños de la calle y empezaba a hablarles del alma, de Dios y de la salvación. Una de sus preguntas más frecuentes era esta: "amigo ¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?". Si la persona le demostraba buena voluntad, le explicaba los modos más fáciles para llegar a ser más piadosos y para comenzar a portarse como Dios quiere.
A aquellas personas que le demostraban mayores deseos de progresar en santidad, las llevaba de vez en cuando a atender enfermos en hospitales de caridad, que en ese tiempo eran pobrísimos y muy abandonados y necesitados de todo.
Otra de sus prácticas era llevar a las personas que deseaban empezar una vida nueva, a visitar en devota procesión los siete templos principales de Roma y en cada uno dedicarse un buen rato a orar y meditar. Y así con la caridad para los pobres y con la oración lograba transformar a muchísima gente.
Desde la mañana hasta el anochecer estaba enseñando catecismo a los niños, visitando y atendiendo enfermos en los hospitales, y llevando grupos de gentes a las iglesias a rezar y meditar. Pero al anochecer se retiraba a algún sitio solitario a orar y a meditar en lo que Dios ha hecho por nosotros. Muchas veces pasó la noche entera rezando. Le encantaba irse a rezar en las puertas de los templos o en las catacumbas o grandes cuevas subterráneas de Roma donde están encerrados los antiguos mártires.
Lo que más pedía Felipe al cielo era que se le concediera un gran amor hacia Dios. Y la vigilia de la fiesta de Pentecostés, estando aquella noche rezando con gran fe, pidiendo a Dios el poder amarlo con todo su corazón, éste se creció y se le saltaron dos costillas. Felipe entusiasmado y casi muerto de la emoción exclamaba: "¡Basta Señor, basta! ¡Que me vas a matar de tanta alegría!". En adelante nuestro santo experimentaba tan grandes accesos de amor a Dios que todo su cuerpo de estremecía, y en pleno invierno tenía que abrir su camisa y descubrirse el pecho para mitigar un poco el fuego de amor que sentía hacia Nuestro Señor. Cuando lo fueron a enterrar notaron que tenía dos costillas saltadas y que estas se habían arqueado para darle puesto a su corazón que se había ensanchado notablemente.
En 1458 fundó con los más fervorosos de sus seguidores una cofradía o hermandad para socorrer a los pobres y para dedicarse a orar y meditar. Con ellos fundó un gran hospital llamado "De la Santísima Trinidad y los peregrinos", y allá durante el Año del Jubileo en 1757, atendieron a 145,000 peregrinos. Con las gentes que lo seguían fue propagando por toda Roma la costumbre de las "40 horas", que consistía en colocar en el altar principal de cada templo la Santa Hostia, bien visible, y dedicarse durante 40 horas a adorar a Cristo Sacramentado, turnándose las personas devotas en esta adoración.
A los 34 años todavía era un simple seglar. Pero a su confesor le pareció que haría inmenso bien si se ordenaba de sacerdote y como había hecho ya los estudios necesarios, aunque él se sentía totalmente indigno, fue ordenado de sacerdote, en el año 1551.
Y apareció entonces en Felipe otro carisma o regalo generoso de Dios su gran don de saber confesar muy bien. Ahora pasaba horas y horas en el confesionario y sus penitentes de todas las clases sociales cambiaban como por milagro. Leía en las conciencias los pecados más ocultos y obtenía impresionantes conversiones. Con grupos de personas que se habían confesado con él, se iba a las iglesias en procesión a orar, como penitencia por los pecados y a escuchar predicaciones. Así la conversión era más completa.
San Felipe quería irse de misionero al Asia pero su director espiritual le dijo que debía dedicarse a misionar en Roma. Entonces se reunió con un grupo de sacerdotes y formó una asociación llamada el "Oratorio", porque hacían sonar una campana para llamar a las gentes a que llegaran a orar. El santo les redactó a sus sacerdotes un sencillo reglamento y así nació la comunidad religiosa llamada de Padres Oratorianos o Filipenses. Esta congregación fue aprobada por el Papa en 1575 y ayudada por San Carlos Borromeo.
San Felipe tuvo siempre en don de la alegría. Donde quiera que él llegaba se formaba un ambiente de fiesta y buen humor. Y a veces para ocultar los dones y cualidades sobrenaturales que había recibido del cielo, se hacía el medio payaso y hasta exageraba un poco sus chistes y chanzas. Las gentes se reían de buena gana y aunque a algunos muy seriotes les parecía que él debería ser un poco más serio, el santo lograba así que no lo tuvieran en fama de ser gran santo (aunque sí lo era de verdad).
En su casa de Roma reunía centenares de niños desamparados para educarlos y volverlos buenos cristianos. Estos muchachos hacían un ruido ensordecedor, y algunos educadores los regañaban fuertemente. Pero San Felipe les decía: "Haced todo el ruido que queráis, que a mí lo único que me interesa es que no ofendáis a Nuestro Señor. Lo importante es que no pequéis. Lo demás no me disgusta". Esta frase la repetirá después un gran imitador suyo, San Juan Bosco.
Una vez tuvo un ataque fortísimo de vesícula. El médico vino a hacerle un tratamiento, pero de pronto el santo exclamó: "Por favor háganse a un lado que ha venido Nuestra Señora la Virgen María a curarme". Y quedó sanado inmediatamente. A varios enfermos los curó al imponerles las manos. A muchos les anunció lo que les iba a suceder en el futuro. En la oración le venían los éxtasis y se quedaba sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Muchas personas vieron que su rostro se llenaba de luces y resplandores mientras rezaba o mientras celebraba la Santa Misa. Y a pesar de todo esto se mantenía inmensamente humilde y se consideraba el último de todos y el más indigno pecador. Los últimos años los dedicó a dar dirección espiritual. El Espíritu Santo le concedió el don de saber aconsejar muy bien, y aunque estaba muy débil de salud y no podía salir de su cuarto, por allí pasaban todos los días numerosas personas. Los Cardenales de Roma, obispos, sacerdotes, monjas, obreros, estudiantes, ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos querían pedirle un sabio consejo y volvían a sus casas llenos de paz y de deseos de ser mejores. Decían que toda Roma pasaba por su habitación.
Empezó a sentir tales fervores y tan grandes éxtasis en la Santa Misa, después de la consagración, que el que le acolitaba, se iba después de la elevación y volvía dos horas después y alcanzaba a llegar para el final de la misa.
El 25 de mayo de 1595 su médico lo vio tan extraordinariamente contento que le dijo: "Padre, jamás lo había encontrado tan alegre", y él le respondió: "Me alegré cuando me dijeron: vayamos a la casa del Señor". A la media noche le dio un ataque y levantando la mano para bendecir a sus sacerdotes que lo rodeaban, expiró dulcemente. Tenía 80 años.
El Papa lo declaró santo en el año 1622 y las gentes de Roma lo consideraron como a su mejor catequista y director espiritual
Su oracion es una Septima
Primer Dia
Oración para alcanzar la virtud de la humildad. ¡Oh mi glorioso protector san Felipe! que viviendo sobre esta tierra fuisteis tan amante de la humildad, que tuvisteis por cosa vil no solo las alabanzas, sino que hasta el mismo aprecio de los hombres; alcanzad también para mí esta tan hermosa virtud. Ya veis cuán orgulloso soy en mis pensamientos, cuán altanero en mis palabras, y cuán ambicioso en mis obras. ¡Ah! Alcanzadme la humildad de corazón, y que mi entendimiento destierre de sí toda altanería, y que tenga profundamente impreso aquel vil sentimiento que tuvisteis de Vos mismo, reputándoos por el peor de todos los hombres, y por eso os alegrasteis de ser despreciado, y Vos mismo buscasteis los medios de ser tenido en nada. Sí, Santo mío, alcanzadme la verdadera humildad de corazón y el bajo conocimiento de mi nada; para que siendo yo despreciado, me alegre de ello; viéndome postergado, no me dé por ofendido; siendo alabado no me ensoberbezca; sino que solo busque ser grande a los ojos de Dios, y reciba únicamente de El toda mi exaltación.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
Segundo Dia
Oración para alcanzar la virtud de la paciencia. ¡Oh Felipe mi santo abogado! que tuvisteis siempre un corazón tan constante en las adversidades, y un espíritu tan amante de los sufrimientos, que, perseguido de vuestros émulos, calumniado por los impíos que pretendían desacreditaros, probado por el Señor con muchas enfermedades largas y penosas, todo lo sufristeis con admirable tranquilidad de corazón y de ánimo; alcanzad también para mí un espíritu de fortaleza en todas las adversidades de esta vida. ¡Ah, cuán necesitado estoy de la virtud de la paciencia! pues que por el mas pequeño trabajo me asusto, por las mas leves aflicciones me impaciento, por la mas ligera contrariedad me enfado y me irrito, y no se conocer que por el camino espinoso de las tribulaciones se va al paraíso. Este fue el camino que quiso seguir nuestro divino maestro Jesús, y este mismo emprendisteis también Vos, oh Santo mío. Ea pues, alcanzadme valor para que abrace con la más firme voluntad las cruces que diariamente me envía mi Dios, y me haga digno de llevarlas con una resignación y una paciencia semejantes a las que Vos tuvisteis en este mundo, a fin de que me haga merecedor de gozar después su fruto juntamente con Vos en el cielo.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Tercer Dia
Oración para alcanzar la virtud de la pureza. ¡Oh gloriosísimo san Felipe! que conservasteis siempre intacta la cándida azucena de la pureza con tan grande honor vuestro, que el candor de tan hermosa virtud campeaba en vuestros ojos, se traslucía en vuestras manos, y transpiraba en todo vuestro cuerpo, despidiendo un olor tan agradable, que consolaba e infundía ánimo y devoción al que conversaba con Vos; alcanzadme del Espíritu divino un verdadero amor a tan bella virtud, de modo que ni las conversaciones, ni los malos ejemplos de las personas viciosas puedan hacer impresión alguna en mi espíritu. No permitáis que de ninguna manera pierda yo una virtud tan hermosa: y así como la fuga de las ocasiones, la oración, la fatiga, la humildad, la mortificación de los sentidos y la frecuencia de los Sacramentos fueron las armas con que vencisteis al terrible enemigo de la carne; así alcanzadme, os ruego, que las mismas sean las armas con que pueda yo también vencerle. ¡Ea! no me privéis de vuestra asistencia, y manifestad hacia mí aquel celo que tuvisteis en vida por vuestros penitentes, manteniéndolos alejados de toda infección de los sentidos. Hacedlo así, mi santo Abogado, sed mi protector en esta tan bella virtud.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Cuarto Dia
Oración para alcanzar el amor de Dios. ¡Oh amantísimo Felipe! yo admiro el grande prodigio que en Vos obró el Espíritu Santo, cuando infundió en vuestro corazón toda la plenitud de su caridad, la cual dilató en tal extremo
vuestro pecho, que se rompieron dos costillas por la vehemencia del amor; pero me confundo al comparar este mi corazón con el vuestro. El vuestro estaba todo inflamado de puro amor; pero el mío está enteramente aprisionado e inclinado a las criaturas. El vuestro estaba tan encendido de un fuego celestial, que su llama se reflejaba aun en el cuerpo, saliendo de vuestro rostro como unas centellas de fuego; pero el mío está lleno de amor a las cosas de la tierra. Amo al mundo que me alegra, y no puede hacerme feliz: amo la carne que me solicita, pero no puede hacerme inmortal: amo las riquezas que no puedo gozar sino por momentos. ¡Ah, cuándo aprenderé de Vos a no amar otras cosas que a Dios, único e incomprensible bien! ¡Oh! haced, mi santo Abogado, que, mediante vuestra intercesión, comience yo a amarle a lo menos desde este día: alcanzadme un amor eficaz que se manifieste en las obras, un amor puro que me incite a amarle con toda perfección, y un amor fuerte que me haga superar todos los obstáculos que me pueden impedir mi unión con El en esta vida, para poseerle también después de mi muerte.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Quinto Dia
Oración para alcanzar el amor al prójimo. ¡Oh gloriosísimo Santo! que os empleasteis enteramente en favor de los prójimos, amando, compadeciendo y ayudando a todos; y que en todo el curso de vuestra vida procurasteis la salud de todos, no perdonasteis jamás fatiga alguna ni trabajo, no reservando para Vos ni tiempo ni comodidad alguna, a fin de ganarlos todos para Dios; alcanzadme, os suplico, con el perdón de mis pecados la caridad hacia mis prójimos, de modo que en adelante sea mas compasivo en sus necesidades; conseguidme la gracia de amar a todos con un amor puro y desinteresado como a hermanos míos, socorriéndolos a todos, si no con auxilios temporales, a lo menos con las oraciones y buenos consejos. Enseñadme también a defender en toda ocasión el honor de mi prójimo, y a no proferir palabra que le pueda ser desagradable o nociva; y que siempre conserve, aun con mis enemigos, aquella dulzura de espíritu con que triunfasteis de
vuestros perseguidores. Sí, Santo mío, alcanzad también para mí esta hermosa virtud, como la habéis alcanzado para tantos devotos vuestros, a fin de que todos juntos podamos un día alabar a Dios en la bienaventuranza eterna.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Sexto Dia
Oración para alcanzar el desprendimiento de los bienes temporales. ¡Oh gran Santo! que preferisteis una vida pobre y austera a las comodidades que os prometía vuestra casa, cuya gloria y honores despreciasteis desde muy joven; alcanzadme la gracia que mi corazón no se aficione y apegue jamás a los bienes transitorios de esta vida. Vos, que deseasteis llegar a ser tan pobre, que reducido a mendigar, no encontrasteis quien os diera el menor auxilio, para vivir; alcanzadme igualmente el amor a la pobreza, de modo que yo dirija todos mis pensamientos a los bienes eternos. Vos, que quisisteis más bien vivir en un estado humilde que ser promovido a las más elevadas dignidades de la Iglesia, interceded para que yo no vaya tras los honores, contentándome en aquel estado en que me ha puesto el Señor. Mi corazón está demasiado ansioso por las cosas vanas y fugaces del mundo; mas Vos que nos enseñasteis esta gran máxima: "¿Y después?" en virtud de la cual se verificaron tan admirables conversiones, alcanzadme que quede muy impresa en mi mente, en términos que, despreciando la nada de esta tierra, sea solo Dios el objeto de mis pensamientos y afectos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Septimo Dia
Oración para alcanzar la perseverancia en el bien. ¡Oh san Felipe abogado mío! que fuisteis siempre perseverante en la virtud, y, lleno de méritos, recibisteis del supremo Dios la corona de la gloria en premio de vuestros trabajos; alcanzadme la gracia de no apartarme jamás de su santo servicio. Vos, que os manifestasteis tan propicio para vuestros devotos, alcanzándoles el don de la perseverancia en el bien, alcanzadlo también para mí, combatiendo en mi auxilio en el último trance de mi muerte, e impetradme la gracia de salir de esta vida fortificado con los santísimos Sacramentos. Obtenedme entre tanto, oh gran Santo, la gracia de que haga penitencia de mis pecados, y los llore amargamente por todos los días de mi vida. Vos, que veis mis miserias y los muchos lazos que me tienen atado al pecado y a la tierra, alcanzadme mi libertad y la resolución constante de ser todo de Dios. Alcanzadme también un deseo fervoroso de cooperar A mi salvación, y una constancia inviolable en el bien comenzado, para que me haga digno, mediante vuestra intercesión, de ser asociado con Vos en la bienaventuranza eterna.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Fuentes Consultadas
El Devocionario
EWTN Fe
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