«Nada reposa; todo se mueve; todo vibra.»
El Kybalion.
El tercer Gran Principio Hermético —el Principio de la Vibración— encierra la verdad de que el movimiento se manifiesta en todo el Universo.Nada está en reposo, todo se mueve vibra y circula.
Este principio hermético fue reconocido por algunos de los primitivos filósofos griegos, quienes lo expusieron en sus sistemas.
Pero después, durante siglos enteros, quedó olvidado, salvo por los perseguidores de las doctrinas herméticas.
En el siglo XIX la ciencia física ha redescubierto esa verdad, y los descubrimientos científicos del siglo XX han aportado su testimonio en corroboración de esa verdad sostenida por la antiquísima Filosofía Hermética.
La doctrina hermética no afirma solamente que todo está en movimiento constante, sino que las diferencias entre las diversas manifestaciones del poder universal se deben por completo al diferente modo e intensidad vibratoria.
Y no sólo esto, sino que aun el Todo mismo manifiesta una vibración constante de tal infinita intensidad y rapidez, que prácticamente puede considerarse como si estuviera en reposo.
Los instructores llaman la atención del estudiante sobre el hecho de que aun en el plano físico un objeto que
gire rápidamente, como una rueda, por ejemplo, parece estar inmóvil.
El espíritu es uno de los polos de la vibración, constituyendo el otro polo formas de materia extremadamente densas.
Entre ambos polos hay millones y millones de diferentes intensidades y modos de vibración.
La ciencia moderna ha comprobado que todo lo que llamamos materia y energía no es más que «modos de movimientos vibratorios», y algunos de los más avanzados hombres de ciencia se están encaminando rápidamente hacia el punto de vista que los ocultistas tienen sobre los fenómenos de la mente: simples modos de vibración o movimiento.
Veamos ahora lo que la ciencia tiene que decir sobre las vibraciones en la materia y en la energía.
En primer lugar, la ciencia dice que toda materia manifiesta, en algún grado, la vibración producida por la temperatura o el calor. Esté un objeto frío o caliente (pues ambos no son más que grados de la misma cosa), manifiesta ciertas vibraciones calóricas, y en ese sentido está en vibración. Todas las partículas de materia están siguiendo un movimiento circular, lo mismo los corpúsculos que los astros.
Los planetas giran en torno de un sol, y muchos de ellos giran también sobre sus propios ejes. Los soles, a su vez, giran en torno de puntos centrales mayores, y se cree que éstos giran también alrededor de otros todavía más grandes, y así sucesivamente, ad infinitum.
Las moléculas de que se compone cualquier clase de materia están en constante vibración, moviéndose unas
en torno de otras, y también unas contra otras.
Las moléculas están compuestas por átomos, los que, como aquellas, también están en constante movimiento y vibración.
Los átomos están compuestos por corpúsculos, llamados también «electrones», «iones», etc., los que también están en un estado de rapidísima moción, girando unos en torno de otros, con diversas modalidades vibratorias.
Y de esta manera toda materia manifiesta vibración, de acuerdo con el principio hermético correspondiente.
Y así sucede también con las diversas formas de energía.
La ciencia dice que la luz, el calor, el magnetismo y la electricidad no son más que formas de movimiento
vibratorio relacionado de alguna manera con el éter, o probablemente emanado de él.
La ciencia no ha tratado aún de explicar la naturaleza del fenómeno conocido como cohesión, que es el principio de la atracción molecular, ni de la afinidad química, que es el principio de la atracción atómica; ni de la gravitación (el mayor misterio de los tres), que es el principio de atracción por el cual toda partícula o masa de materia se siente atraída hacia toda otra partícula o masa.
Estas tres modalidades de la energía no las comprende aún la ciencia, si bien los estudiosos se inclinan a pensar que son también manifestaciones de alguna forma de energía vibratoria, cosa que los herméticos han
enseñado durante largas edades en el pasado.
El éter universal, cuya existencia postula la ciencia sin comprender claramente su naturaleza, ya había sido explicado por los herméticos, quienes aseguraban que era una manifestación superior de lo que erróneamente se llamaba materia; es decir, que el éter era materia en un grado de vibración superior.
El nombre que le daban era el de Sustancia Etérea, y decían que esta sustancia era de tenuidad y elasticidad extremas, llenando el espacio universal, sirviendo como médium de transmisión para las ondas de energía vibratoria como el calor, la luz, la electricidad, el magnetismo, etc.
La sustancia etérea es el eslabón de unión entre la modalidad de energía vibratoria que conocemos como materia por un lado y la que conocemos como energía o fuerza, por el otro, manifestando además un grado de vibración, en intensidad y modo, completamente propio.
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