El primero, que no era originario de la tierra, sino que emigraba en manadas desde Estados Unidos.
El segundo, que su carne era exquisita.
Y el tercero, que su captura suponía una enorme dificultad por las armas primitivas que empleaban los aztecas.
Se consideraba que los Ciervos eran tercos y agresivos, pero a la vez tenían un valor incalculable y por eso se les tenía gran estima.
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