Hablando de la medicina tradicional, nadie puede ignorar los grandes logros de la ciencia esta haciendo descender la mortandad y elevar la media de edad del
ser humano.
Aunque ésta ha ido perdiendo el origen holístico de la enfermedad.
El Arte de Curar es tan antiguo como el Ser Humano. El Sacerdote-médico tenía un enfoque holístico: veía al ser humano como cuerpo, mente y alma.
Este tipo de medicina pasó a Egipto, India, Persia, Israel y Grecia, en cuyos templos los sacerdotes/médicos fueron transformando el pensamiento mágico en conocimiento empírico.
Y ahora en el nuevo milenio parece que surge de nuevo una necesidad de aunar los conocimientos y técnicas que durante milenios se habían dejado de lado con el surgir del conocimiento empírico en todas las ramas de la ciencia.
En Occidente se podría definir a un enfermo como un sistema de órganos interrelacionados entre sí con una pérdida del equilibrio funcional que debe ser restablecido.
Ahora la pieza o piezas averiadas pueden ser extirpadas de ese cuerpo colocando otros en su lugar.
Desgraciadamente está muy extendida que los pacientes, o clientes (como se les quiere llamar en la Seguridad Social española) no se les llama por su nombre, son sólo casos clínicos, una patología
a tratar.
Es normal cuando a los pacientes se les llama por su nº de cama o por tu enfermedad, el 10, el 2, o la amígdala, la cadera, o el adenocarcinoma.
Nos convertimos en un cuerpo con una disfunción, sin alma ni identidad propia.
Y de esa manera sólo nos están curando a medias.
Es necesaria la unión de esfuerzos entre distintas terapias porque la medicina de un futuro próximo irá encaminada a mirar a ambos lados y a acoplarse con otros tratamientos alternativos.
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