Desde la antiguedad, diversos pueblos le han atribiuido simbólicos, especialmente los de defensa contra la embriaguez, e incluso de atenuación de sus efectos y de contraveneno frente a la acción de otros tóxicos.
Su propio nombre tiene ese significado, ya que deriva del griego "methy": vino, y "methystos": embriagado, y al anteponerse la "a" privativa, "amethystos" significa "no embriagado".
Resulta, por lo tanto, asociada a la fuerza de voluntad, que permite no dejarse llevar por la atracción de las bebidas alcohólicas y, extendiendo el concepto, tener en general una actitud de sobriedad y templanza.
Extremando esta cualidad, se ha llegado a sostener que la influencia de la Amatista puede inclinar a la vida ascética y penitente.
Otras opiniones, también procedentes de la Edad Antigua, han relacionado a esta piedra con las influencias mágicas y de brujería, indicando que al llevar como amuleto una Amatista protege contra los maleficios.
Hay, asimismo, relatos legendarios sobre la acción benéfica de la Amatista durante el sueño: Colocada bajo la almohada, refuerza la memoria, protege contra las intoxicaciones y favorece los sueños placenteros.
Incluso se ha sostenido que puede llegar a ejercer efectos curativos sobre las enfermedades reumáticas en general, gota, artritis, etc.
Asociando la Amatista con el significado Simbólico del color violeta, se le ha dado el valor de afirmacion de la fidelidad en quienes llevan alhajas que incluyen piedras de cuarzo de Amatista.
El sentimiento ancestral que desde la antiguedad ha relacionado a la Amatista con la moderación, la templanza, y a través de ellas con la ética, también fue asimilado por el Cristianismo, y así muchos obispos medievales portaban anillos con esa piedra.
La valoración mítica de la Amatista queda ratificada si se considera que el Apocalipsis se expresa que ella es una de las piedras preciosas que servirán a la Jerusalén Celestial de doce puertas.
La Astrología tradicional considera a la piedra Amatista asociada con el planeta Venus y con el metal cobre.
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