cerca de la tierra, que uno podía alcanzarlas con la mano. De noche la gente cogía una estrella del firmamento para que alumbrara su hogar. Sin embargo, un gitano quiso llevarse a su choza a la propia Luna.
Entonces la deidad se molestó y subió todos los astros muy alto en el firmamento.
La gente, sin embargo, siguió llamando a la luna Vela, y las fases de la Luna, Vela Nueva, o sea, Luna Nueva, Vela Llena, o sea, Luna Llena y Vela Vieja, o sea, luna en su fase final.
Esta comparación no encierra falta de respeto por los astros. Todo lo contrario: la luz de la luna se relaciona con el fuego divino. El disco de la luna llena se concebía como la imagen de Dios, a quien la gente imaginaba como un abuelito viejo, mientras que la luna nueva era llamada El Abuelo Nuevo.
Para los ancestros el cuarto menguante de la Luna semejaba una hoz y la expresión La hoz de la Luna sigue empleándose en nuestros días. Las dos puntas de la "hoz" se suelen llamar "las astas" de la Luna.
El calendario lunar tradicional del pueblo de Bulgaria señala como la más favorable, la fase de la luna nueva.
Antaño La Vela Nueva era recibida con bendiciones y su aparición se celebraba con alegres canciones y danzas joro. Uno de los votos que en ese momento solía hacer la gente era:
"Tal como la Luna sestó llenándose, llénense de dinero las carteras".
Por eso todos procuraban recibir la Vela Nueva con una moneda en la mano. Los niños daban tres brincos sucesivos y se deseaban:
"Alta la Luna, más alto sea yo".
Los curanderos esperaban la luna nueva para algunas de sus prácticas curativas.
Las mozas por su parte creían que si en la noche de luna nueva colocaban una piedrecilla debajo de su almohada, verían en sueños a su futuro marido.
El período de la Vela Nueva se consideraba muy propicio para noviazgos y esponsales.
La Luna con frecuencia es signo de misterio y conjura. Con la enunciación "Salió la Luna" comienza, por ejemplo, una hermosa canción tradicional que narra cómo el enamorado incita a su amada a que se fuguen y vayan juntos al mercado para que él le compre los tradicionales tres trajes (uno para todos los días y dos para Semana Santa), con lo cual no quedarían barreras y ambos podrían anunciar públicamente su próximo casamiento.
Hay un cuento tradicional que narra el encuentro de dos enamorados tras una larga separación.
Tan largo conversaron los dos que la Luna joven fue llenándose, y la ramita de cornejo en las manos del enamorado floreció, echó hojitas verdes y dio frutos.
En otra canción la cita amorosa comienza al ponerse el Sol. Luego sale la Luna… se pone… Vuelve a salir, pero los dos enamorados siguen y siguen conversando, totalmente embelesados.
Otra canción popular habla del encuentro de una moza con un grupo de mozos en el bosque. Todos ellos deciden hermanarse con ella, esto es tratarla como a una hermana, menos el mayor, quien ruega al Sol:
Apresúrate a ponerte, Sol, y que salga la Luna, para que pueda echar mi cabeza a descansar en el regazo de esta bella muchacha.
Es aún más clara la plegaria del mozo en otra canción.
El ruega a la rubia Dragana, cuya faz se confunde con la Luna, que corra a la llanura para recoger dos ramos de flores y haga con ellos una magia, que consiste en mojar los ramos de vino y rociar con ellos al Sol y a la Luna, para que ambos se apaguen, el tiempo deje de correr y los dos enamorados puedan permanecer unidos
Fuentes Consultadas
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