San Jorge, cuya festividad se celebra en todo el mundo el 23 de abril y cuya más popular hazaña es haber dado muerte a un dragón, pudo haber sido una figura histórica.
Se lo supone hijo de un jefe de Palestina que, pese a su religión cristiana, ostentaba una posición prominente en la gobernación de esa provincia; habría nacido en Capadocia, actual Turquía. Jorge ingresó en el ejército y, a la muerte de su padre, fue a visitar al gobernador para que éste lo autorizara a ocupar el puesto vacante de aquél.
Por el camino pasó por la actual Beirut, donde la tradición afirmaría más tarde que tuvo lugar el célebre episodio del dragón.
A posteriori, el emperador Diocleciano emitió su célebre edicto contra los cristianos.
En la más tradicional de las versiones, fue bajo su reinado que padeció martirio Jorge, por negarse a abjurar del cristianismo y convertir previamente a esa fe, para colmo, a otros paganos, entre ellos un mago enviado para matarlo y la esposa del gobernador que lo condenó a muerte.
Dicho martirio habría tenido lugar en el año 303, aunque una obra bizantina del siglo VII asegura que lo martirizaron en el año 255 , en cuyo caso no habría sido bajo el gobierno de Diocleciano, quien subió al trono recién en 284.
La leyenda del dragón es muy posterior; aparece en el siglo IX y nos cuenta que, al pasar por Beirut según se dijo antes, un dragón hizo su nido en una fuente o pozo.
El que en Beirut se identificó siempre como el pozo del que surgía todas las mañanas ese dragón, medía unos seis metros, y fue cerrado por motivos de seguridad hace ya muchos años; en abril de 1975 un artículo de la edición mexicana de la revista Selecciones del Reader's Digest, una de nuestras fuentes, afirmaba que por aquel entonces era parte del patio de recreo de un orfanato musulmán.
De cualquier manera, siempre según la leyenda, una princesa iba a ser ofrecida en holocausto para que el dragón dejara de causar estragos entre la población humana y sus rebaños, cuando la salvó la intervención de Jorge.
Sobre el sitio donde, supuestamente, fue muerto el dragón, los cruzados erigieron una capilla, que pasó a ser iglesia cristiana y mezquita en forma alternada.
La leyenda, tenida por cierta durante siglos, perdió crédito en forma progresiva a partir del surgimiento de la artillería de fuego y el fin de la Caballería, de la que era el santo patrono.
Por cierto que la Reforma, que descreyó de San Jorge como de todos los demás santos, también constituyó un golpe muy duro contra su culto, particularmente en Inglaterra.
Los Caballeros ingleses afirmaban haber sido auxiliados militarmente en tantas batallas por el santo, que habían pasado a considerarlo, casi, como un compatriota suyo.
Pero se trataba de una figura mítica demasiado vigorosa para que se la abandonara tan fácilmente, de modo que hasta el día de hoy existen en Inglaterra lugares por donde se dice que pasó San Jorge e incluso donde mató al dragón. Ahora bien, ¿qué hay tras la leyenda?
Empecemos por hacer notar que el de San Jorge no es un caso único, ya que prácticamente en todas las mitologías existe la figura del matador de dragones, llámeselo Sigurd, Perseo o Marduk.
La lucha del héroe contra el monstruo viene a simbolizar la eterna contienda entre la luz y las tinieblas, y la Biblia de alguna manera adoptó ese simbolismo en el libro del Apocalipsis, donde se narra el combate entre San Miguel Arcángel y Satanás, este último bajo la forma de un dragón.
Por otra parte, en algunas versiones del martirio de San Jorge, el gobernador que lo condenó a muerte es llamado serpiente.
Si es cierto lo que afirma Daniel Cohen en La Enciclopedia de los Monstruos, el dragón, como animal mítico, inició su carrera como una serpiente magnificada; de modo que esas versiones del martirio podrían haber sido el punto de partida de la leyenda de San Jorge contra el monstruo.
De cualquier manera, y como ya se ha dicho, ciertos mitos están demasiado arraigados para desterrarlos mediante la razón.
En lo más íntimo de nuestros corazones, sin importar lo que nos dicte el intelecto, San Jorge siempre se erguirá como el héroe sin tacha, santo patrón de los Caballeros, de la hidalguía y de los boy-scouts, entre tantos otros.
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